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despenalización del aborto

La ley no resuelve el problema esencial

1-11-2020-Logo Perfil
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La discusión sobre la despenalización del aborto, hoy ya convertida en ley y promulgada por el Poder Ejecutivo, me produjo ese día una inmensa tristeza, al ver el orgullo y satisfacción de las muchachas de pañuelo verde y por otro lado la inmensa desesperanza de las que portaban el pañuelo celeste. Mientras en la Cámara de Diputados se aprobaba una nueva fórmula de movilidad jubilatoria que condena a nuestros abuelos a seguir percibiendo ingresos miserables, en la otra Cámara, el Senado de la Nación, se legislaba como si fuésemos uno de los países más avanzados del mundo.

La discusión que debemos darnos es otra y quiero detenerme en el proyecto que hace referencia específicamente a la despenalización del aborto- Los legisladores deberían saber que los proyectos legislativos suponen la búsqueda de la superación en algún aspecto conflictivo dentro de la sociedad.

Por mi experiencia en ambas Cámaras puedo asegurar que esos asuntos deben encararse con los pies en la tierra, con gran conocimiento del punto desde el que se parte, para que una vez convertidos en Ley pueda tener cumplimiento efectivo.

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¿Se cree verdaderamente que la nueva ley cambiará la situación de un embarazo no deseado? ¿El aborto en sí mismo resuelve las cuestiones previas como la violación, la falta de educación sexual en los jóvenes -mujeres y hombres? ¿La utilización masiva y efectiva de métodos anticonceptivos? Y, fundamentalmente, ¿el funcionamiento de la salud Pública?

A modo de ejemplo, recuerdo la muy buena ley del Senador Daniel Filmus sobre Educación de Jornada Extendida votada en 2006 y que luego de 14 años todavía no se ha cumplimentado. Por eso reafirmo que legislamos como si fuésemos un país del primer mundo. No tomamos conciencia de todas las deudas que tenemos que ir sorteando previamente, y respecto a la sexualidad ocurre lo mismo.

La ley argentina que habilitaba el aborto excepcional por violación o riesgo de muerte de la madre era del año 1914. Eso constituía además la penalización que la nueva ley deja sin efecto, pero en todos los años de su vigencia se hicieron miles de abortos mujeres de todos los estratos sociales, en lugares privados y públicos donde como siempre las más perjudicadas fueron las de menores recursos, las pobres. Y las penalizaciones fueron ínfimas por el secreto impuesto a causa de la clandestinidad.

Mujeres: no es el triunfo de un bando sobre otro en esta ley votada el día de los inocentes; hay un debate que vale la pena que ambos grupos lleven en forma conjunta, la defensa de mujeres y hombres, porque ambos están comprometidos y es en la prevención del embarazo no deseado, de las enfermedades de transmisión sexual, que crecen como hongos, y de las cuales pocos hablan.

Si abandonan la lucha unas por creerse satisfechas por obtener la ley, y otras deprimidas por lo sucedido, ninguno de los dos grupos habrá triunfado y tanto desencuentro habrá sido en vano.

Porque una sociedad sana planifica su desarrollo y crecimiento, se aboca a la planificación familiar, elige los hijos que quiere tener, acepta la diversidad de los vínculos y la forma de unión, cuida de la salud poblacional en todos sus aspectos, educa a las jóvenes generaciones en el arte de usar métodos anticonceptivos seguros, les advierte de los riesgos que se corren cuando hay una decisión con el cuerpo de hacer lo que se quiere.

El Estado tiene un rol fundamental: está obligado a brindar las herramientas necesarias para que tal planificación se cumpla. Cuando la familia, la sociedad y el estado abandonan sus roles indelegables, se generan espacios de gran confusión. Muchas veces lo decimos pero no lo suficiente, el aborto es el último eslabón de una cadena donde cada uno de ellos tiene un rol que debe cumplirse para evitar llegar al último.

*Senadora Nacional (MC).