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INDIGNACIONES

La mano propia

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¿Qué hay que hacer con los ladrones? fue el tema de debate de esta semana. Matarlos a patadas a mí me parece sumamente incorrecto, desfigurarlos entre varios me parece incorrecto también. No obstante, según parece, se está poniendo bastante de moda. Y probablemente esos mismos que, desde hace años, sostienen que “acá salís a la calle y te matan” han salido por fin a la calle para convertir en realidad su diagnóstico. Repitieron esa frase tantas veces, como verdad, que ahora se disponen a convertirla en verdad.

No defiendo a los que roban, por supuesto, y supongo que queda claro; lo que alego es que la pena de muerte resulta excesiva para estos casos. La sustracción de una cartera, de un celular, de un reloj pulsera, no debe pagarse con la vida. Y el dato novedoso de estos días es que las maniobras de reducción de otrora, empleadas habitualmente en circunstancias así, y que por cierto no carecían de trompadas de sosiego o mandobles para aplacar, han derivado llamativamente en el accionar, autodicente justiciero, de verdaderas hordas criminales.

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Tenemos que procurarnos, sin duda, como sociedad, formas más civilizadas de dirimir culpas o inocencias y de sancionar las culpas probadas. ¿Un ejemplo? Este ejemplo: el martes pasado la Cámara Federal porteña decidió el procesamiento de Carlos Menem y de Domingo Cavallo, por la presunta venta irregular del predio de Palermo a la Sociedad Rural Argentina en 1991. La Sala II ha hablado de “precio vil” y de “maniobra fraudulenta”. Esos terrenos, arteramente clasificados como baldíos, eran fiscales, por lo cual en caso de haberse producido un delito los perjudicados somos todos nosotros.

El precio de venta fue de treinta millones de dólares. Pero el valor real estimado es de unos ciento treinta millones. ¿Cuántos celulares arrebatados en plena calle, cuántas carteras manoteadas desde una moto chorra, cuántos relojes sustraídos en un descuido caben en semejantes cifras? No quiero ni imaginar la indignación incontenible de quienes, hartos de los robos, estallan hoy por hoy en reacciones de tanta violencia. No quiero ni imaginar la rabia que sentirán ante este hecho.

Pero hay que dejar actuar a la Justicia: es lo mejor, y es lo que corresponde. Que sea ella la que determine si debe haber pena a pagar por Carlos Menem y por Domingo Cavallo. No se dejen ganar por la furia, compatriotas. Desistan de la mano propia.