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Defensor de los Lectores

La memoria y el Mundial ‘78

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Beatriz Sarlo es una ineludible referente cuando se habla de Cultura (así, con mayúscula). Para exégetas y detractores, cada palabra que escribe o dice es un disparador generalmente provocativo, ante el cual nadie puede permanecer indiferente. Por respeto a ella y a los lectores, debo marcar algunos errores propios y ajenos en su nota publicada el domingo 8 en las páginas 64 y 65, sección El Observador. Con el título “Mundial ‘78, un tabú de la conciencia argentina”, se anticipa en el copete que “la ensayista sugiere que los maestros podrían aprovechar Brasil 2014 para enseñar a sus alumnos qué sucedía en la Argentina hace 36 años mientras se jugaba la Copa”. Sarlo, efectivamente, expresa allí cierto asombro porque, desde la recuperación democrática de 1983, no ha habido gobierno que incluyera en sus currículos escolares el fenómeno simultáneo del fervor que despertó aquel acontecimiento deportivo mientras se sufría el horror de la dictadura, que torturaba, mataba o enviaba a la desaparición a miles de connacionales.

Es un costado no muy abordado hasta ahora. Comparto con la columnista (que en este caso ocupa dos págines mezclando sabiamente información con opinión) la necesidad de llevar a las escuelas, en especial en estos días del Mundial brasileño, información sobre esos años oscuros, poniendo el pie sobre el campeonato ganado por Argentina en 1978. Sin embargo, debo hacer algunas observaciones –que seguramente algunos lectores habrán compartido ya– acerca de la inexactitud de datos incluidos en esa doble página, un par propios de la autora y otros correspondientes a quien ha editado su artículo.

En la tercera columna, Sarlo recuerda que “hubo dibujitos en las pantallas caricaturizando, muy graciosamente, a Camerún y su hincha (dibujito que hoy sería considerado racista y denunciado ante el Inadi)”. Es una confusión temporal: Caloi, el autor de Clemente y creador de ese personaje que hinchaba en soledad desde la contratapa de Clarín y en breves cortos de la televisión, lo dibujó para el Mundial de 1982, no de 1978.

Canal 13 y sus repetidoras lo tuvieron en pantalla durante semanas a mediados del ‘82, y era en colores.
El anacronismo fue compartido por el editor del artículo, que ilustró la página 65 con el personaje de Caloi y su célebre “Burum-bum-bum”.

En la quinta columna de la página 64, el texto recuerda, aludiendo a la manipulación que la dictadura ejercía sobre la sociedad argentina, y tras definir a ésta como “un alegre arco iris de amnesia policlasista”: “En suma: ‘Los argentinos somos derechos y humanos’. ¿Nadie pegó esa calcomanía, de una superioridad repugnante, en la luneta de su auto?”.

Es otra confusión de fechas: la campaña con esa oblea fue diseñada en 1979 por la agencia Burson Marsteller (la misma que fue contratada un año antes para intentar una mejora de la imagen internacional de Jorge Rafael Videla), a la que se le encomendó la tarea por el decreto secreto 1996/79 pergeñado por el ministro del Interior, Albano Harguindeguy, para neutralizar la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Fueron impresas 250 mil calcomanías en la imprenta Libson SA y el costo fue de 23 millones de pesos (16.117 dólares de la época, según investigó en su momento la periodista María Seoane). Libson era una pequeña empresa gráfica que incrementó su capital de 4 mil a 30 millones de pesos en 1978, tras ganar la comercialización del merchandising del Mundial.

El tercer error corresponde enteramente al editor: una fotografía publicada en la página 65 junto a la del hincha de Camerún lleva por epígrafe “Iconos. El hincha de Camerún hoy sería objeto del Inadi. Videla y Grondona en el ‘78”. La imagen registra no sólo al dictador y al actual presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, sino también a la directora del diario Clarín, Ernestina Herrera de Noble. Pero no corresponde al Mundial del ‘78: fue tomada el lunes 25 de junio de 1979, en ocasión de disputarse un partido entre la selección campeona y el combinado Resto del Mundo, como recordación de lo sucedido un año antes. Es conveniente señalar aquí que Julio Grondona asumió su cargo (que mantiene hoy, 35 años después) el 6 de abril de 1979, tras su designación por iniciativa de Carlos Alberto Lacoste, un marino que presidió el Ente Autárquico Mundial 78 y llegó a conducir la dictadura durantre once días, en diciembre de 1981.

Quiero señalar, en fin, que estas aclaraciones en nada invalidan la forma y el fondo de la nota de Sarlo ni la oportunidad de su publicación, una semana antes del debut de la selección argentina en el Mundial de Brasil. Sólo se trata de puntualizaciones necesarias para que los lectores puedan ajustar a la estricta verdad el valor de lo publicado.