COLUMNISTAS
dudas sobre la reeleccion de CFK

La moneda está en el aire

Si hoy hubiera comicios, Cristina ganaría, pero ella se debate entre la vida familiar y el futuro político. Las sombras sobre su gobierno.

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Si las elecciones fueran mañana, Cristina Fernández de Kirchner ganaría en la primera vuelta. La muerte de su marido y el fenomenal operativo de beatificación que se montó tuvieron un alto impacto. La fotografía muestra a la Presidenta más fuerte que nunca. Eso no significa que se pueda dar por segura su victoria en los comicios de 2011.

No se trata de un hecho inmodificable. Falta un año. Hay que ver la película completa. ¿Qué pasa si Cristina acepta el ruego de su hija Florencia y se repliega a la vida familiar después de entregar el bastón de mando al futuro jefe de Estado? ¿Es irracional pensar que tome esa determinación después de haber logrado lo que ningún matrimonio logró en la historia argentina, al llegar ambos a la conducción del Estado por el voto popular? ¿A qué más puede aspirar Cristina después de haber perdido a su compañero de toda la vida y con el que gobernó durante ocho años? ¿Será cierto que mientras cocinaba en su nueva casa, su hija le reclamó más presencia materna y hasta la invitó a que en 2011, con el deber militante largamente cumplido, se fuera a vivir a Nueva York con ella? Sus amigos de Río Gallegos dicen que hay que prestarle atención a la frase: “Mi vida cambió para siempre”. En las tribunas se refiere a la muerte de “él”, porque se le estruja el corazón cuando lo nombra y evita decir que se fue el padre de sus hijos porque no puede contener las lágrimas. Cristina fue diputada y senadora nacional durante muchos años y eso la mantuvo lejos de su hogar.

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En las oficinas de Aníbal Fernández y Florencio Randazzo, las neuronas están funcionando a mil por hora. Esta vez no pueden apelar al olfato y la sagacidad de Néstor. Son ellos los que tienen que entusiasmar a Cristina para que siga después de 2011. Por ahora, la construcción desmesurada del mito del Olimpo junto a Perón, Evita y el Che la siguen fogoneando con avenidas bautizadas Presidente Kirchner y con la constante ubicación de su alma por parte de Cristina: “Está caminando entre ustedes, lo siento acá” o “Nos está mirando desde arriba”. Pero es la nueva mesa chica la que tiene que decidir si les conviene o no realizar las primarias obligatorias y simultáneas y si (se ruega prestar atención a esto) resuelven adelantar las elecciones para aprovechar que están en la cima de sus posibilidades y que, de ahora en más, sólo les queda descender, más lenta o rápidamente, según la habilidad táctica que la Presidenta manifieste.

El Gobierno está en una situación similar a la que estaba antes del conflicto con el campo. Aprovecha con eficiencia el huracán de cola. Sube todo lo que tiene que subir (recaudación, bonos, bolsa, precio de la soja, cosecha récord que va a superar los 103 millones de toneladas, venta de autos, exportaciones por 70 mil millones de dólares) y baja todo lo que tiene que bajar (desocupación, tasas, riesgo país debajo de 500 puntos), menos la inflación. La absurda actitud negadora de Amado Boudou del deterioro que les produce a los más pobres puede ser descartada si el ministro se apea de su Harley Davidson y se apersona al comedor popular Los Piletones, en el Bajo Flores. Allí, donde reina la solidaridad de Margarita Barrientos se va a encontrar con una sorpresa desagradable. En el último trimestre, con el mismo dinero, Margarita está comprando la mitad de los alimentos que adquiría para darles de comer a 1.480 personas. En 2008, se alimentaba sólo a 700 necesitados. Algo muy profundo está pasando aunque no salga por ahora a la superficie.

El cristinismo está sentado en una montaña de dinero y es muy fácil caer en la tentación de dilapidarlo. La condición de estadista de la Presidenta se va a comprobar si logra establecer un delicado equilibrio entre la utilización del látigo y el diálogo moderado. La desaparición de Néstor le edificó a Cristina el mejor de los escenarios y le dejó una importante herencia. Falta ver lo que hará Cristina con esos ahorros. Nada es lineal ni previsible. Carlos Menem tiró por la borda rápidamente la corriente de afecto solidario que se generó después de la muerte de su hijo. Ricardo Alfonsín manejó con prudencia la explosión de simpatía hacia su figura que le transfirió el fallecimiento de su padre.

El síntoma más claro de la ausencia de Kirchner es que ahora todos quieren ocupar posiciones y no le piden permiso a nadie para hablar en los medios. Esa “libertad de movimientos” que Néstor controlaba con celo y obsesión puede generar una lucha salvaje por ocupar espacios que en el peronismo se parece históricamente más a una pelea de Kick Boxing que a un match de ajedrez.

El otro tema es la militancia juvenil actual forjada en las pantallas de las computadoras y de la tele, al revés de sus antepasados setentistas que lo hicieron en el combate callejero y en los libros de Fanon y Cooke. Su bienvenida vocación de participar e incidir en el debate público muchas veces se transforma en anárquicos espasmos maniqueos que los pueden alejar del verdadero sentimiento de las mayorías. La lógica amigo-enemigo sirve para afirmar identidad pero no para crecer entre los ciudadanos de a pie. Ya en los 70, el militantismo y el reunionismo encerraban el pensamiento entre paredes dogmáticas y transformaban los deseos propios en espejismos colectivos. ¿Era la patria socialista y la guerra popular prolongada una aspiración de las masas o del pueblo trabajador? ¿O era una proyección ficcional que el ciudadano común jamás acompañó? ¿Cuánto de patrulla perdida tuvo esa postura que no fue protegida por los argentinos cuando se vino la masacre de la dictadura?

Marcelo Tinellli es un ejemplo. Para el peronismo, incluida Cristina, es un ídolo popular que conviene tener al lado y por eso logró ese abrazo profundo con la Presidenta, con tatuajes en primer plano, al que no llegaron ni siquiera importantes ministros. Para el kirchnerismo más ideologizado, incluida Cristina, Marcelo Tinelli es un productor de frívolos escándalos narcotizantes de la conciencia revolucionaria que encima hace que Canal 13, la nave insignia del monopolio arrase en los ratings. Ese abismo entre ideologismo y vida cotidiana suele ser generador de frustraciones y cuestionamientos. ¿Es Tinelli un aliado o un enemigo del Gobierno?, se preguntan los muchachos punto com. ¿Es seguro que Cristina será reelegida presidenta? La moneda está en al aire. La historia se está pronunciando.