Este año, más de 3 millones de jóvenes participarán por primera vez de la elección de nuestro presidente. Son ciudadanos y ciudadanas nacidos entre 1990 y 1993, durante el segundo gobierno de la joven democracia argentina.
Las dictaduras son, para ellos, formas de un pasado que no vivieron. Lo estudiaron y padecieron muchas de sus consecuencias, pero la experiencia de un gobierno por la fuerza, fuera de la ley, les resulta en gran medida lejana.
Nacieron a la par de una revolución cultural que no hace más que acelerarse desde entonces. Sus infancias se fueron poblando de computadoras, teléfonos móviles y cientos de canales de TV. Sus hogares comenzaron a ser invadidos también por el desempleo y la desesperanza.
Así fue como vieron, desde las aulas de la escuela primaria, un país que se desangraba en 2001, en una de las peores crisis de nuestra historia. Sus familias, sus barrios y sus grupos de pertenencia recibieron un duro golpe cuando ellos apenas se asomaban a la vida en sociedad.
Presenciaron, también, una recuperación económica sostenida y una recomposición del mandato social que aún no alcanza. Ni para los viejos ni para los nuevos demócratas.
En Conciencia trabajamos desde 1982 para formar mejores ciudadanos. Junto a maestros y miles de voluntarios a lo largo del país, buscamos despertar la conciencia de la condición de ciudadanos, transmitiéndoles ideales democráticos y republicanos para que todos hagamos ejercicio de la ciudadanía no sólo como un derecho sino como una responsabilidad.
Conciencia informa y educa. Escuchamos a los jóvenes y los capacitamos para asumir responsabilidades. Los “chicos” que fueron parte de los primeros talleres de Conciencia hoy son adultos con más herramientas para participar de la vida social. Cada año, vemos con alegría cómo los capacitados pasan con entusiasmo a convertirse en capacitadores transmitiendo sus experiencias a los jóvenes que les siguen en el camino.
En los medios, el debate electoral ya comenzó. Desde nuestros talleres y encuentros en escuelas y barrios, encontramos un bache importante entre la discusión política pública y la que moviliza a los jóvenes.
En todo el país, los chicos que comienzan su vida ciudadana se preguntan por las oportunidades de trabajo e inserción y por las nuevas formas de organización social.
La conformación de redes, virtuales y reales, es parte de su rutina diaria. Actuar en red y movilizarse en forma espontánea ha sido incorporado como una herramienta natural y lógica. La reflexión sobre los motivos y el compromiso de esa participación instantánea, es parte de nuestro trabajo.
Rara vez encontramos a los jóvenes discutiendo el “piquete”. Discuten las maneras de enfrentar temas que les impactan en forma directa como el alcoholismo, las drogas y los trastornos alimentarios. Desde esas temáticas, es más fácil comprender que las soluciones nunca llegarán “de arriba” y sin esfuerzo, sino que serán el resultado del compromiso de cada uno.
Quizás debamos aprender a argumentar en 140 caracteres, sin agredir pero apelando al ingenio para aportar viejos conceptos que aprendimos con esfuerzo, y que hoy están más vigentes que nunca:
No habrá democracia madura sin ciudadanos comprometidos.
La república es, por definición, de todos.
La educación debe llevar a la igualdad de oportunidades.
La confianza en nuestra capacidad de transformar injusticias, es la condición sine qua non para el desarrollo.
Mejorar nuestra agenda de discusión política es también parte de la deuda que tenemos con esos jóvenes a quienes tocó vivir una infancia en una sociedad convulsionada.
Desde Conciencia, y junto a muchas organizaciones civiles, seguiremos impulsando este debate.
*Vicepresidenta de Asociación Conciencia.