La caída de los precios internacionales, combinada con una altísima presión tributaria, hace que la soga se ciña cada vez más sobre la capacidad productiva del campo, quitando así el aire no sólo a la producción, sino a todas las actividades asociadas. En este contexto, y en forma casi excluyente, se termina imponiendo la agenda de la supervivencia. Y de esta manera las urgencias terminan eclipsando la posibilidad de tomar la prudencial distancia para poder debatir con mejor perspectiva los temas de largo plazo.
Esta realidad, paradójicamente, sucede en un marco internacional en el que, a pesar de la puntual caída de los valores de cereales, oleaginosas y sus derivados, continúa la fuerte demanda de los mismos, como así también las de carnes, lácteos, fibras, biocombustibles y productos de economías regionales. Situación de demanda que nos sigue ofreciendo una oportunidad sin precedentes para la Argentina.
La “otra agenda del campo”, la agenda de faros largos, es la que inexorablemente tenemos que abocarnos para capturar a pleno esta oportunidad. Una nueva agenda del campo alineada a la nueva agenda de la Argentina.
En definitiva, se trata de dar el espacio para discutir las estrategias que logren una Argentina competitiva a nivel internacional, y que a su vez brinde más oportunidades a sus habitantes.
Podemos decir que en nuestra historia pocas veces se ha presentado tan clara y de manera tan contundente la conexión entre las demandas internacionales y las capacidades de nuestro país.
Dentro de los temas a debatir en esta nueva agenda, no puede estar ausente la relación con nuestros clientes, ya sean internos como externos.
Los consumidores del mundo quieren estar cada día más informados sobre la manera en que se producen los alimentos que se consumen. Argentina se destaca por la mejora continua en tecnologías y procesos más amigables con el medio ambiente, cuestión que hay que profundizar y saber comunicar.
Trabajar en lograr la mayor transparencia tanto en los procesos productivos, comerciales, como así en la clara información pública, son pilares distintivos a la hora de presentarnos en los mercados internacionales. Brindando confianza tanto a consumidores nacionales como a los mercados del exterior. Motorizando así las inversiones que permitan crear empleo a través de la credibilidad y prestigio del origen y procesos de nuestras producciones.
Por otro lado, esta nueva agenda del agro no puede ignorar la proliferación de acuerdos bilaterales o multilaterales y tratados de libre comercio a los cuales nuestros competidores en el mundo están abocados hoy. Estar fuera de las negociaciones y mirar como simples espectadores a países como Australia, Nueva Zelanda, Perú, Chile, Canadá y México entre otros, que tienen la mirada puesta en Asia y van llevando la delantera a través de la Alianza del Pacífico, el TPP (Trans Pacific Partnership) y otros acuerdos, no parece una buena estrategia. Para vender hay que tener clientes y para tener clientes hay que negociar. Difícil es pensar en vender “productos elaborados del agro” sin un marco acorde con el del comercio internacional.
Otro de los grandes temas de “esa otra agenda” es sin duda la infraestructura. Sólo a modo de ejemplo citemos la vial, hoy totalmente colapsada. Cuestión más que urgente, si pensamos en expandir nuestras producciones y aumentar los volúmenes, como demostró el trabajo “Argentina 2020” presentado por Aacrea en noviembre de 2013, en conjunto con la Mesa de Enlace. Argentina está para producir más, y sin la infraestructura adecuada nos vamos a encontrar con un cuello de botella en forma inexorable. Los temas de infraestructura a priorizar en la agenda no se agotan en lo dicho, sino que se extienden a otros como la conectividad y la digitalización de todo el territorio.
En la actualidad las bajas tasas de interés internacionales marcan un momento propicio para que una vez solucionada la cuestión externa argentina, aprovechemos para realizar las inversiones no sólo públicas para la tan necesaria infraestructura, sino también las inversiones de largo plazo que pueden dar nuevo impulso a las producciones agropecuarias. Necesitamos financiar bienes de capital, y nuevas tecnologías para poder dar el salto productivo fundamental, de una Argentina agrícola que ya muestra signos de estancamiento y agotamiento en las principales producciones (leche, maíz, trigo, soja, girasol, carne).
Todos estos elementos requieren de un análisis y debate que saquen de foco las trabas actuales al campo e instalen otros temas que nos permitan entrar en el círculo virtuoso de inversión, desarrollo, con generación de empleo. Sin lugar a dudas, la construcción de una Argentina productiva necesita instaurar esta otra agenda del
campo.
*Presidente de Aacrea.