A veces esperar algo con mucha expectativa puede ser la antesala de la decepción. Yo sabía, desde hace años, que Victoria Lescano estaba escribiendo un libro sobre rock y moda. Tenía muy fresco su libro anterior, Followers of fashion. Falso diccionario de la moda, de 2004, un libro divertido e inteligentísimo, pero también un objeto hermoso, en formato 27 cm x 22 cm, en papel ilustración, radiante de dibujos de Pablo Ramírez. Y cuando, hace unas semanas, me encontré en una librería con Prêt-à-rocker. Moda y rock en la Argentina, cierta desilusión se apoderó de mí: es un libro en formato convencional (21 cm x 14 cm), con una ilustración de tapa aún más convencional y con apenas un pliego de ilustraciones, insertado extrañamente al comienzo del volumen (incluso el libro comienza no con las fotos, sino con una página –en tipografía ínfima– con los datos de las cincuenta fotos que aún no hemos visto).
Pero al rato, sin haber leído aún una línea, mi opinión comenzó a cambiar. Quizá me puse pragmático, realista o hasta posibilista, y pensé que, pese a todo, tal vez haya que valorar que Planeta corra el riesgo de editar el libro; y recordé también que la editorial que publicó Followers of fashion cerró (por supuesto no a causa de ese libro, al contrario: hace años que está agotado), mientras que Planeta sobrevivirá a nosotros y a nuestros hijos. Como decía mi tía Teresa, algo es mejor que nada, y así va el mundo.
Hasta que finalmente leí el libro. Y entonces, mi espera de años valió la pena: en un segundo me dejé seducir por la prosa cautivante de Lescano. Como Rafael Cippolini, Victoria Lescano hace de la información infinita el eje de su pensamiento. O mejor dicho, tiene un pensamiento sobre la información: la información es un don. No es un objeto precioso al que hay que guardar en un archivo. No es tampoco un asunto de compraventa, una mercancía. Es más bien la posibilidad de ofrecer la información como un regalo (para el lector), como la recompensa de la gratuidad. Alcanza con leer la introducción para entender el proyecto de Lescano: un resumen, rebosante de erudición, de la historia de la relación entre rock y moda en Europa y los Estados Unidos, que no sirve de preludio a lo que está por venir. Nunca Lescano comete el desatino de decir: “Y bueno, así como en Europa, también en la Argentina…”. Nada de eso: esa introducción no tiene función, no es funcional; es un obsequio de información, de placer desinteresado. Y luego, claro, se llega al texto argentino.
Dividido en dos partes (la primera sobre la escena de las tiendas de moda, la segunda, centrada en los músicos de rock nacional), Lescano se priva de teorizar: no hay en su libro una pizca de sociología. Eternamente le estamos agradecidos por no citar jamás a Baudrillard, ni a Lipovetsky, ni al Barthes de El sistema de la moda. En cambio, lo que hay es un discurso al ras de la historia, bien cerca del testimonio, del relato etnográfico. Una galería de formas de hacer moda, de los modos en que el rock se apropió de la imagen y la indumentaria. Con momentos de alta intensidad, como los pasajes sobre la marca Little Stone, los emprendimientos de Federico Moura en la galería Jardín o el gusto por lo vintage de Rosario Bléfari (leyendo ese pasaje, no pude dejar de pensar en En una disco –el poema de Arturo Carrera, quizá mi poema favorito de Carrera: “Rosario, le dije/algún día voy a escribir un poema que se llame: ‘Rosario Bléfari’(…) Bailábamos y hablábamos gritando,/en esa oscuridad nevada, de la disco./Y al oído, siempre gritando, ella empezó: ‘Más/ que el kabuki, más que el zen/Mordedura, torcedura…”). Sin proponérselo, o quizá proponiéndoselo discretamente, Prêt-à-rocker es uno de los grandes libros argentinos de historia cultural contemporánea.