COLUMNISTAS
ESCENARIO DE CAMPAA

La política emocional

El baile de Macri, la arenga de CFK y la furia de De Narváez muestran cómo la sensación se impone a la apelación racional.

‘Colorado el Francisco’ De Narváez.
| Dibujo: Pablo Temes

La política intenta desde hace tiempo comunicar más con emociones y con cada vez menos racionalidad, sobre todo en épocas en que llama a su misma desestabilización cada dos años con elecciones. Es lógico, no se puede ser específico cuando los receptores del estímulo comunicacional son millones de personas al mismo tiempo. Las sutilezas y gradientes para vehiculizar estos mensajes varían según las fuerzas políticas y los personajes.

En De Narváez tenemos un caso interesante de extremismo emocional, de intensidad casi salvaje. A pesar de que este episodio es verdaderamente único y extraño, suena lógico para su posicionamiento de endurecer la lucha contra la inseguridad, es decir de mayor mano dura. El recorrido de estos últimos días continúa acumulando desafíos intensos para los aliados de Massa, y es probable que eso mismo no colabore para tomarse las cosas con calma pero, en función de lograr comunicar algo de manera bastante resumida y que logre llamar la atención, De Narváez ha dado un paso de gigantes. Claramente, se trata de un luchador.

Los medios han expandido al mismo tiempo la indignación colectiva con el caso del niño abusado que tomó el juez Horacio Piombo, quien terminó esta semana renunciando a la Facultad de Derecho de la Universidad de La Plata. La discusión sobre este caso no puede recorrerse sobre argumentos racionales vinculados al sistema del derecho, sino sobre un impulso lógicamente emocional. Aquí, como en las campañas, no existe la posibilidad de que masivamente se discuta el tema sobre argumentos racionales y en detalle. En realidad es posible, aunque con poca expectativa de público. El socialismo, en Santa Fe, puede contar que ha transformado la salud pública en la provincia, pero no hay nada contra la desfachatez que prima en el “mundo de la vida” de Del Sel y el PRO.

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En cada victoria electoral, Mauricio Macri baila, un poco más suelto y peor cada dos años, pero lo hace para celebrar un caso de crecimiento electoral absolutamente impresionante. Todos los que usábamos la racionalidad científica para asegurar que no podía pasar los 15 puntos de intención de voto debemos hoy deglutir nuestras estimaciones y rendirnos ante la evidencia. Siempre se aprende, y en este caso, estamos aprendiendo con la sorpresa de ese mismo avance. Mientras De Narváez coloca la furia en el centro de la escena, Macri festeja y sonríe sin parar, acompañando en carteles idénticos a todos sus candidatos. Su coherencia comunicacional es feroz y creo que nunca vista en la historia de las campañas de nuestro país. Cuánta emoción, por favor.

Los videos de Martín Lousteau juegan con un extremo de sorpresa interesante. Ya van dos en los que habla bien del contrincante y el de estos días era uno felicitando a Mauricio por no renovar las licencias del juego. En lugar de buscar el conflicto con el contrincante, monta una campaña de diferenciaciones a partir de un camino que podría entenderse compartido. Es una manera lógica de resolver un enfrentamiento de hoy, con una colaboración futura en una coalición de gobierno nacional mañana. La fuerza que Lousteau representa apoyará a Macri si es que éste gana en las PASO, algo que va a suceder prácticamente con seguridad. A pesar de que muchos de ellos ni se lo puedan imaginar, deben tener miedo a la colaboración del baile de victoria final de Macri. El baile por ser jefe de Gobierno puede no ser nada al lado del de presidente.

Pase tradicional. El tránsito de intendentes desde el Frente Renovador hacia el kirchnerismo tiene formato de política más antigua y con muy poca emocionalidad. No hay sentimiento alguno, tal vez de indignación, aunque no creo que sea la sensación buscada, para con el traspaso y regreso de Raúl Othacehé al oficialismo nacional. Su regreso de esta semana se suma al de Zúccaro y a otros previos como los de Darío Giustozzi o Jesús Cariglino. Hay de todo, pero en general los bonaerenses que dejan a Massa se pasan al Frente para la Victoria. ¿Era tan necesario que su espacio confrontara tanto con el kirchnerismo? El camino que ejemplifica Lousteau podría haber sido jugado por Massa, no hay señales de que eso hubiese molestado demasiado a los intendentes. Fue todo demasiado serio, lleno de racionalidad.

El inicio de la semana estuvo colmado por la celebración del 25 de Mayo de Néstor Kirchner y su mujer. En algún momento se dejó de celebrar la fecha patria original y se modificó por esta otra, mucho más actual y vívida, más intensa, mucho más emotiva. Cristina ha sido una enorme dadora de sentimiento, de llanto y conmoción. En este año de despedida, pide a quien sea el próximo presidente que no genere enfrentamientos entre los argentinos en medio de un acto absolutamente partidario y confrontador. Pero Cristina realiza despedidas, hace ya un tiempo que toda vez que habla empieza a decir adiós y se golpea el corazón con su puñito, porque el corazón es el emblema mundial del sentimiento amoroso, mirando a las masas exaltadas. Su diferencia más notoria con todo el resto es que logra combinar la ilusión del dato extremo y la explicación del detalle, con la emocionalidad. Cristina ha jugado y juega cada semana el torneo de las sensaciones.

La oposición furiosa al sentimiento afectivo la representan Joseph Blatter y los otros antiguos hombres de la FIFA, quienes cierran la semana con un escándalo bestial. Ante las denuncias que movilizan la indignación, la frialdad de Blatter lo lleva a su reelección pero no a la salvación de su imagen. Allí la opinión pública no hace más nada que leer las noticias e intuir que todo eso que se dice es cierto. Blatter no precisa bailar ni sacarse fotos con vecinos simulando una charla, tampoco necesita grabar videos para caer bien ni entrar al massismo, usarlo para beneficio propio, para luego dejarlo. Su poder, su rol de poder, porque el poder no es nada más que algo que se ejerce, no necesita de la comunicación al exterior. Sin embargo, no podrá evitar el odio y regalar un fin de semana lleno de furia y horror mediático hacia él y sus amigos. En esta semana de juegos de sentimientos, la FIFA pintó los ánimos colectivos como pocas veces ocurre. Suerte para Blatter que De Narváez no estaba cerca.

 

*Sociólogo. Director de Ipsos Mora y Araujo.