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La tierra y los dueños

Es probable que las ideologías se transmitan de padres a hijos y que en la infancia se forjen las categorías eternas con las que veremos el mundo: lo justo, lo bello, lo peligroso.

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Es probable que las ideologías se transmitan de padres a hijos y que en la infancia se forjen las categorías eternas con las que veremos el mundo: lo justo, lo bello, lo peligroso. Yo pienso muy parecido a mis padres, si bien en otro contexto.

Quizás esto explique la maniobra mediática y política contra el mapuche desde hace más de dos siglos. El encargado de “inmobilizar” la Patagonia fue Adolfo Bullrich, el agente de tierras que supo burlar las regulaciones antilatifundistas, el propietario del terreno del Patio Bullrich, el mismo al que su amigo Julio A. Roca nombrara intendente de Buenos Aires, aquel mismo de la Av. Intendente Bullrich, mutación de Juan B. Justo hasta llegar a Libertador, y el mismísimo tatarabuelo de Esteban Bullrich. Pues este Adolfo Bullrich se encargó de la legalización de la venta de lo apropiado por Roca en esa guerra al presunto chileno: el araucano. Estanislao Cevallos es el autor de esa mentira difundida familiarmente (sin evidencia) según la cual los mapuches son chilenos. Aunque más del 96% de ellos haya nacido dentro de lo que quedó de este lado de la frontera. El hermano de Adolfo, bautizado Rodolfo en un alarde de rima consonante, es bi-sabuelo de la ministra Patricia Bullrich.

Dicen que Roca se ufanaba de haber matado muchos más indios de los que en realidad aniquiló; el exterminio del enemigo foráneo (qué paradoja) daba votos contantes y sonantes. No podemos permitir que esta historia negrísima, distorsionada, se repita simplificada en beneficio de los intereses de una sola forma de pensar, de una sola familia, de una mentira secular.

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