El final del poder kirchnerista tuvo una consecuencia inmediata que también se vió reflejada en las redes sociales, se terminaba en los hechos la lucha de resistencia, y con ella la pelea de extremos bien marcados. El populismo nacional y popular significaba para quienes éramos parte del activismo republicano del ciberespacio que ellos eran los malos, un color más en el damero de la política de ese momento; eran las fichas opuestas, unos eran las blancas y otros las negras, y no había lugar para términos medios. La llegada de Cambiemos al gobierno desdibujó totalmente ese escenario e introdujo una nueva gama de tonos: los grises.
La libertad es el principio que rige a las redes sociales, mismo por el cual estas llegaron a ser un fenómeno universal. Las formas o intentos de regularlas las afectan de forma irreparable; en efecto las redes no necesitan regulación, nacieron como un producto liberal que permite expandir el conocimiento, mejora sustancialmente la comunicación de las personas en todo el planeta y eleva de una u otra forma el nivel de conocimiento de todos aquellos que participan. En el mundo de la política ocurre lo mismo, cada usuario puede ser un importante actor en la generación de ideas y el control de gestión entre muchas posibilidades de participación; solo basta que su posteo logre viralizar lo suficiente para que logre el cambio deseado.
Desde el 10 de Diciembre de 2015 el tablero y las fichas modificaron sus colores, desde ese momento todo sería en tonos de grises. Había vuelto la República y con ella la política tradicional. Los que antes formábamos parte de un bando de blancas y negras, ahora debíamos asumir que la paleta tenía otros tonos. El nuevo gobierno tenía su plan de comunicación y sus defensores; en tanto que los de antes perdían el poder del Estado para defender su relato y nosotros los activistas nos dividiríamos entre los que se incorporaban a la nueva administración, los que se acercaban a la oposición no populista y los independientes.
Las plataformas tienen su propio sistema de normas, si las transgredís tu cuenta puede ser suspendida o hasta desactivada; pero son los usuarios especialmente en los foros políticos, los que adicionalmente agregan sus propias pautas para poder compartir sus opiniones, de allí que la libertad es esencial en el normal funcionamiento del debate y difusión de ideas. El tema de la identidad ha sido otro tópico cuestionado, ya que si bien hoy se lo asocia a la actividad de los denominados “trolls”, en la práctica los perfiles falsos fueron de suma utilidad para expresar ideas durante los últimos años del populismo kirchnerista y así evitar el acoso de los partidarios del gobierno anterior. Hoy ese acoso, aunque en menor medida, también existe de uno y otro lado y justifica que muchos quieran mantener en reserva su identidad.
El 19 de marzo la organización Amnistía Internacional Argentina dió a conocer su informe “Trolling y agresiones a la libre expresión de periodistas y defensores de DDHH en Twitter Argentina”. La publicación no hace más de reflejar una pequeña parte de esa realidad diaria de las redes sociales donde los trolls, los bots y los fakes, “cucos del informe” son parte del folklore de ese universo en el que interactuamos a diario.
¿En Argentina la información crítica, así como los derechos humanos, están expuestas en los últimos tiempos a ataques en redes sociales que buscan inhibir la expresión de perspectivas plurales?
El informe arranca definiendo que es un troll: es una cuenta -anónima o no- que publica mensajes agresivos, violentos o despectivos con el objeto de molestar a las comunidades digitales, desviar la conversación o bloquear temas. También debemos decir que el sarcasmo es tal vez la herramienta más efectiva del trolling, pero el paper omite decirlo; ello quizás porque se intenta deliberadamente dar una connotación especialmente negativa a este tipo de perfiles. Digamos también que los primeros en realizar este clase de actividades era la militancia populista durante el gobierno anterior, hasta la organización del activismo de redes opositor que revirtió esa tendencia y colocó el HT #Cacerolazo como trending topic el 1ro de Junio de 2012.
En el mismo sentido dice que un bot (que viene de robot), es una cuenta que está total o parcialmente automatizada en sus interacciones. Pueden generar cientos de twetes, retweets o favoritos en minutos. La automatización es un producto de empresas que prestan ese servicio; y lógicamente lo brindan a quien lo pague. Discreta en sus inicios, como fue colocar el HT #LorenzettiNoMeFalles como trending topic mundial el 27 de Noviembre de 2012; esta herramienta fue muy efectiva en la resistencia contra el populismo. Hoy puede verse que en los grises de la política, son varios los actores que los utilizan; aunque fácilmente detestable y de poco efectiva por estos días.
Finalmente los fakes, que son cuentas anónimas que se hacen pasar por otra persona. Pueden ser un homenaje, una estrategia para ganar seguidores o una parodia de la cuenta original. El caso más relevante fue el del periodista Jorge Lanata, que logró acumular rápidamente varios cientos de miles de seguidores, muchos de ellos en la creencia que se trataba del conocido periodista; hoy se llama @PaisPPT y tiene más de un millón doscientosmil seguidores.
Luego el informe habla de la “cibertropa” (rentados o no) cuyo objetivo es generar acciones con el fin de producir algún efecto en la opinión pública. Se trata de un curioso nombre para definir a este tipo de grupos, ya que era el chavismo el que hacia 2012 unía a sus seguidores en Twitter bajo el HT #Tropa, época en que estaba vigente la cuenta @ChavezCandanga del difunto Hugo Chávez.
Debemos decir también que las distintas plataformas de redes sociales y los medios tradicionales “conversan” entre ellos. Los contenidos de unos y otros se entrelazan, y luego son difundidos y comentados. Esto quiere decir que hay ideas y noticias que surgen desde los medios tradicionales y luego se difunden a través de las redes, y viceversa. El informe de mención únicamente hace referencia a la red Twitter, por donde pasa únicamente el 8% del tráfico de redes sociales del país, en un período muy corto de tiempo y casualmente durante la época que se desarrollaba el caso “Maldonado”.
Si bien creo que se pueden organizar y coordinar la difusión de un contenido determinado, de hecho el activismo de redes republicano logró concretar las mayores movilizaciones de nuestra historia tales como el #13S, #8N de 2012 y #18A 2013, no coincido con muchas de las afirmaciones del paper de Amnistía Argentina, ya que este afirma que se orquestaron agresiones concentradas contra determinadas figuras (trolling), hecho que fácilmente se puede refutar diciendo que las cuentas de aquellos periodistas eran foco de atención debido a su posición en relación al caso del joven desaparecido por aquel entonces, y su posición era contraria a la de una inmensa cantidad de usuarios, por lo que invitaba al debate.
En efecto, realizaron un estudio sobre “ciberataques” contra once personas particularmente elegidas, se analizaron 354.000 tweets en el lapso del 22/10/17 al 14/11/17 y la temática central por aquel entonces era el caso Maldonado. Sinceramente debieron elegir otro título para el informe. La vocera de Amnistía Internacional en Argentina, Mariel Belski, se presentaba como una de las víctimas del ataque o ciberataques de una metodología de la que son partícipes figuras públicas y cuentas automatizadas o robots (bots). El trabajo se presentó de tal forma de demostrar que en Argentina quienes defienden los derechos humanos, se enfrentan hoy a una oleada de acoso, intimidación, campañas de desprestigio etc. Lamentablemente, en mi opinión, se dilapidaron recursos en algo que muestra una realidad demasiado sesgada.
Los habilitadores, definidos en el informe, construyen un escenario en el que se identifica al objeto de hostigamiento para que luego actúen los replicadores. Esta parte del trabajo me trae a la mente a “la primera habilitadora”, la ex Presidente que desde sus cadenas nacionales todos los días identificaba a una víctima que luego era destrozada por sus seguidores en las redes sociales. Ello ocurrió hasta que el nuevo activismo, la “resistencia de las redes” se organizó y logró convertir cada escrache presididencial convirtiéndolo en una derrota para el autoritarismo.
El uso de un ejército de robots políticos en twitter para dar la ilusión de un consenso a gran escala por estos días tranquilamente puede ser usado tanto por políticos oficialistas, de oposición y hasta por cualquiera que este dispuesto a pagar por esa clase de servicio. Si observamos detenidamente los mensajes que se difunden a diario, veremos que esa tecnología es usada tanto por unos como por otros; pero son fácilmente detestables y su efectividad es casi nula.
Si bien el informe incluye a periodistas como Hugo Alconada Mon, Edi Zunino, Marcelo Longobardi y Carlos Pagni o la misma Mariel Belski; la actividad en las redes de cada uno es bien diferente, ya que algunos ni cuenta tienen en redes sociales, por lo cual mal se puede hablar de trolling; dado que esa actividad de desgaste necesita la participación activa de la “víctima”.
Las cuentas que simpatizan con las políticas del oficialismo tales como @AlfredoDarrigo, @LtCastilloVice, @santosjorgeh, @hepoggi, @PajaritaTW, @GFrondizi, @Winston_Dunhill tienen estilos bien diferentes entre ellas; algunas informan, otras un perfil cercano al humor y el sarcasmo, otras con un perfil político bien definido, pero no en ningún caso, salvo rara excepción, se puede decir que “agreden” a otros usuarios.
Dice el informe que los casos de Fernando Iglesias y Eduardo Feinmann merecen destacarse porque son a la vez destacadas figuras de generación y reproducción de mensajes intimidantes y de noticias falsas. Lo cierto es que se trata de dos situaciones diferentes; el periodista tiene un perfil bien conocido, y aunque provocador a veces, siempre expresa su opinión con respeto. En el caso del legislador, su actitud “picante” en la red twitter, a veces lo lleva quizás a un límite sinuoso respecto del debido proceder de un Diputado de la Nación.
Si bien el trabajo busca tratar en forma integral la situación de periodistas como Hugo Alconada Mon, Reinaldo Sietecase, el premio Nobel Pérez Esquivel, y María O’Donnel; sus expresiones tanto en su labor en medios convencionales como en redes sociales difiere bastante. Lo que sí podemos afirmar es que algunos de ellos han sufrido improperios por distintos motivos que de ninguna manera pueden inhibir la libertad de expresión. En el caso de Hugo Alconada Mon en particular, el informe no habla de los “ataques” que el profesional recibió sobre su investigación de los casos Odebrecht, Panama Papers y el ministro Caputo; aunque en todos los casos esas “agresiones” forman parte del denominado “folklore” de las redes sociales y en particular twitter.
La mención a referentes políticos de redes, activistas o “influencers” como Alejandro Colladera y Gustavo Bruzzone; que los califica de “habilitadores de agresiones”; si hacemos un breve repaso de su desempeño en twitter demuestra que normalmente comentan aspectos de la actualidad política, que pueden agradar o no a otros usuarios, pero distan mucho de ser aquello que el informe afirma sobre ellos. Por el contrario, el tiempo dirá posiblemente que desde las redes sociales surgirán muchos actores (quizás alguno de ellos) de la nueva camada de dirigentes políticos, por mérito de sus ideas y no del dedo mágico de los “funcionarios más importantes” de antes y de ahora que siempre buscan sumisión y no talento.
En síntesis, las redes sociales representan para el mundo de la política una verdadera DEMOCRACIA 3.0, donde el usuario se convierte en protagonista de esta nueva etapa, y la comunicación pasa a ser desde abajo hacia arriba modificando mucho conceptos antiguos y sustituyéndolos por una nueva visión para los años por venir.