COLUMNISTAS
el regreso de menem y la culpa oficial

Las caricaturas y los fantasmas

La polarización impulsada por el Gobierno, empecinado como nunca en su cosecha de enemigos, impuso el retorno de los muertos vivos de la política.

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El patrimonio del matrimonio demuestra que los Kirchner son expertos en inversiones inmobiliarias y colocaciones financieras. Sin embargo, por estos días están dedicados a vender humo y comprar tiempo. Luis Juez denunció que además tienen previsto otro tipo de adquisiciones en el Senado. “Salimos de shopping”, le comentaron en los pasillos. No se sabe si disponen de una Banelco (con “ka”) pero sí que hay algunos legisladores en oferta, reclamando un horizonte político y un palenque para rascarse que hoy no tienen. Las versiones hablan de dos por menos: Roxana Latorre –divorciada de Reutemann– y de un radical. Cada banca vale oro porque puede modificar el resultado final y el control de la Cámara. La oposición no le quiere dar mayoría en ninguna comisión a un oficialismo que, ya se sabe, tiene estómago pragmático y carece de escrúpulos. No se privan de nada para lograr su objetivo. Las presiones han sido feroces. Gobernadores, intendentes y legisladores pueden dar fe en el off the record. El kirchnerismo impuso condiciones adictivamente y humillando propios y ajenos hasta convertirlos en miembros de una escribanía. Hoy no puede hacerlo y sufre cierto síndrome de abstinencia que lo desespera y lo deja al borde de cometer la locura de un hecho de corrupción escandaloso y resonante. Deben correr contrarreloj porque tienen plazo hasta el miércoles para persuadir a Carlos Menem de las ventajas de seguir jugando al golf en La Rioja o de pedir licencia. Incluso algunos afiebrados soñaron hasta con canjearle la renuncia por frenar su desfile por Tribunales, algo que ayer Menem calificó de “inaceptable” mientras confirmaba que sigue siendo antikirchnerista y que abstenerse es como no ir al recinto. Más claro, hay que echarle agua. Pero el solo hecho de que Carlos Menem tenga la llave del Senado es un síntoma de la degradación política a la que se llegó. La extrema polarización produce el regreso de los muertos vivos políticos. Un oyente de radio apeló a una metáfora bizarra digna de Ricardo Arjona para definir el faltazo y el ninguneo al que es sometido el riojano: “Es como la menstruación: cuando viene molesta y cuando falta, alarma”.

Tanta agresión y tiroteo verbal produce fatiga social y carga de inquietud la Asamblea Legislativa. El discurso de apertura de la presidenta Cristina será presentado por el vicepresidente Julio Cobos. ¿En ese momento será un conspirador como lo fue a la hora de suspender el viaje a China o apenas un candidato a presidente opositor cuidadoso en las formas como lo fue para realizar el viaje a México? ¿Qué bloque opositor se sumará a la amenaza de Elisa Carrió de no concurrir al recinto y dejar en soledad al oficialismo como forma de protesta? El radicalismo ya dijo que va a estar presente pese a las acusaciones de tener actitudes cuasi golpistas por parte de quien abrirá el año parlamentario. Néstor Kirchner hace horas apenas se burló de los que “ huyeron cobardemente” en dos ocasiones y los descalificó por convertirse en una maquina de impedir y hacer fracasar al gobierno de Cristina para que “ellos puedan llegar de cualquier manera”. El abuso de los ataques vacía de contenido las palabras y permite ver el juego de los espejos y la proyecciones. ¿De quién estaba hablando Cristina cuando le dijo a la CNN que “no cumplió con las descomunales expectativas y dejó la sensación de oportunidad perdida”? ¿De Obama o de sí misma? ¿ De que Fernández estaba hablando Anibal al acusar de inconducta a Alberto por haber dormido en la cama de Florencia y Máximo Kirchner y luego cuestionar lo que ayer justificaba con las dos manos? ¿Hablaba de sí mismo en relación con Eduardo Duhalde? ¿O de su propio futuro en función de los rumores fogoneados por la máquinaria K que anuncian un pronto recambio ministerial que pasaría a retiro efectivo tanto al jefe de Gabinete como a Amado Boudou?

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Empantanados en el esperpento que resultó el DNU del Fondo del Bicentenario el Gobierno se quedó sin iniciativa y debilitó su gestión. Lo más destacado de la tediosa clase de economía exitosa que Cristina le dio a los empresarios fue la verificación de esa verdad que dice que el capital es cobarde. Nadie violó la prohibición de pronunciar la palabra “inflación” que, como todo el mundo sabe, no existe y es un invento de los medios y la oposición, que a esta altura son una misma cosa. En La Plata, Néstor Kirchner volvió a hablar de “encuestas truchas”, sin registrar que el 28 de junio del año pasado hubo una elección en la que él fue el mariscal de la derrota.

La tozudez para planificar con el diagnóstico equivocado lleva al matrimonio a girar en redondo y a ofrecer más de lo mismo. O menos de los mismo, porque ahora tienen menos diputados, menos senadores, menos votos, menos imagen positiva y menos movimientos sociales que los respalden en la calle. No solamente perdieron a Barrios de Pie, que desde la izquierda produjo un buen trabajo territorial. También chocaron con fuerza Luis D’Elía y Néstor Kirchner. El piquetero fue marginado del acto que para el 11 de marzo organiza Emilio Pérsico en Ferro. Néstor no se bancó que Luis, casi destituyente, lo acusara de ser “mentiroso, maltratador” y “de relacionarse por medio del servilismo”.

Agustín Rossi y Aníbal Fernández utilizan el argumento de que la oposición es una bolsa de gatos y que por lo tanto no le corresponde controlar el Senado. El jefe del bloque de diputados dijo que Reutemann había prometido que sólo se iba a juntar con los socialistas en el cementerio, y el hombre de Quilmes recordó que “se puteaban hasta en checoslovaco”. Ninguno miente. El tema es que el “mérito” de haber juntado sectores tan antagónicos es de Néstor Kirchner. Su vocación de topadora se lleva por delante los matices que son el ADN de la diversidad y la democracia. No se trata del viejo gorilismo de la Unión Democrática como muchos intelectuales kirchneristas creen. Es la reacción natural de autodefensa frente a un ataque constante y desmedido que se justifica en lo ideológico (nosotros somos la patria y el pueblo, y ellos la oligarquía y el golpismo) pero que tiene más que ver con la lógica binaria y autoritaria del matrimonio presidencial. No es más revolucionario el que cosecha más enemigos. Sólo es más torpe y menos inteligente. Más revolucionario es el que conquista el amor de su gente combatiendo la injusticia social. Por eso Bachelet, Tabaré, Mujica y Lula viven en el corazón de su pueblo y Cristina y Néstor navegan por el fondo de la tabla de posiciones en la popularidad. No es tiempo de apostar a la fractura social y a la trinchera que divide. Perón o muerte es un concepto jurásico. Kirchner o muerte es una caricatura.