Cuando se acercan las elecciones los medios publican datos de algunas encuestadoras conocidas y también datos de algunos membretes que aparecen sospechosamente en estas ocasiones. ¿Cómo pueden trabajar con seriedad los medios usando este tipo de información? ¿Cómo distinguir las verdaderas investigaciones de las mentiras fabricadas en una plantilla de excel o de word?
Para empezar, conviene averiguar cómo se financia la encuesta, los antecedentes de la empresa y quién es su propietario.
En todos nuestros países hay instituciones dedicadas al estudio de la opinión pública, en las que trabajan personas que encuentran su realización personal trabajando en eso. Han estudiado en universidades de distintos países del mundo, leen, asisten a seminarios, publican trabajos publican papeles o libros sobre el tema. No son aventureros en busca de un empleo público o de dinero, están más preocupados por su imagen, su negocio es decir la verdad porque saben que en eso se juegan el futuro.
Hay otros que son militantes políticos que tratan de manipular a los votantes con datos falsos. Al dedicarse a eso demuestran que tienen una formación académica pobre, son partidarios supersticiosos. En 40 años nunca conocí a un profesional de buen nivel que crea en el mito de que se pueden conseguir votos mintiendo para que la gente “se suba al carro ganador”. Finalmente hay que averiguar si una encuestadora pertenece a un grupo empresarial, a una empresa de publicidad o a un grupo de lobby. En ese caso los propietarios suelen ordenar que se retoquen los números para buscar futuros negocios o engatusar a algún político afirmando qué la propaganda que producen tiene buenos resultados.
Para aplicar una encuesta se gasta mucho dinero, hay que informar a los lectores quiénes la financian. Las empresas serias no deforman sus datos dependiendo de quien los contrate pero es honesto que los lectores tengan esa información para que den al estudio la credibilidad que quieran. Algunas empresas, a pesar de ser profesionales, tratan de “ayudar” a los clientes que les contratan. En previsión de cualquier problema, cuando se publican datos de una encuestadora que trabaja para un candidato, los lectores deben saber que eso es así. En algunas ocasiones hay candidatos tramposos que carecen de formación académica, creen que publicar encuestas falsas es más importante que persuadir la gente y para eso presionan a los encuestadores para que alteran los resultados Algunos lo hacen cuando falta bastante tiempo para la elección y van ajustando los números progresivamente hasta la fecha de los comicios, para que no sean muy distintos de los resultados.
Cuando falta mucho tiempo para las elecciones pocos ciudadanos saben cómo está armado el escenario electoral. Cuando se les pregunta cómo votarían, los resultados dependen de muchos elementos. El nivel de conocimiento de los candidatos es distinto. Si se en estos días aplica en la provincia de Buenos Aires una encuesta pidiendo a la gente que escoja de una lista con los nombres de los candidatos, Cristina Kirchner y Sergio Massa, conocidos por casi todos, aparecerán con números inflados, por sobre sobre Esteban Bulrich y Florencio Randazo que son desconocidos para un 40% de la población. Si se pregunta por tendencias políticas los resultados son distintos. Cuando el encuestado escoge entre un candidato kirchnerista, uno macrista, un peronista, y otro de la avenida del medio, mejoran los datos del tercero, porque los votantes peronistas no reconocen a dos formaciones que nacieron en su espacio pero reniegan de los viejos rituales y tratan de presentarse como grupos renovados.
En Argentina existen muy buenos profesionales. Desde hace doce años pude estudiar cientos de encuestas realizadas por distintas empresas serias y en ninguna elección me sorprendieron los resultados, aunque casi siempre fueron distintos de la mayoría de datos que se publicaron. Hay buenos estudios, los medios deben ayudar para que sus usuarios sepan discriminar entre los que son serios y los que son simple propaganda.
*Profesor de la GWU, miembro del Club Político Argentino.