Ceferino Reato ha ampliado en una nueva edición su libro Operación Traviata, destacable investigación sobre el asesinato de José Rucci. En prólogo y apéndice se proyecta hacia problemas jurídicos derivados de dicho acontecimiento, y hacia la ensayística, al proponer interpretaciones históricas sobre los años 70 y parte de los 80.
Acerca de estas últimas haré algunas consideraciones. Señala Reato tres proyectos de aquellos años: las “patrias” socialista –sostenida por los Montoneros–, la peronista –encarnada por Perón y luego por Isabel–, y la militar de la dictadura.
Dice: “Cada uno de esos proyectos, de esas patrias posibles, había entusiasmado intensamente a diferentes sectores y generaciones, había desplegado diversas utopías”, de las cuales señala su fracaso. “Son –agrega– fracasos que todavía no han sido resueltos, de los que aún no podemos liberarnos, como queda claro con la falta de identidad actual del peronismo…”.
La “patria socialista”, más allá de alguna formulación teórica de los jefes montoneros, fue un eslogan de las movilizaciones juveniles. Que se contraponía al de “patria peronista” de la lopezrreguista Guardia de Hierro. Perón había hablado teleológicamente de un socialismo nacional, especie de punto omega al cual apuntar a posteriori del proceso en marcha, que pasaba por el Pacto Social de los años próximos a su regreso. La masiva militancia montonera era indudablemente peronista, luchaba por el regreso del General a la Argentina, y entiendo que de ninguna manera suponía transferir la conducción del Movimiento Nacional de Perón a Firmenich. Esa patria socialista no se plasmó en el gobierno de Cámpora, a pesar de los cuadros montoneros que ocuparon cargos, algunos de responsabilidad. Fue un eslogan movilizador, y una teoría propuesta como un camino que no se comenzó a recorrer.
La “patria militar” sí fue una dura realidad con el gobierno del llamado proceso “de reorganización nacional”. Las Fuerzas Armadas tomaron el poder y actuaron de la forma omnímoda que ya sabemos. Y una de las herencias que nos dejaron fue la valoración de las teorías neoliberales en boga, de los llamados entonces “Chicago boys” de Martínez de Hoz, enfoque económico que, con variantes, ha recorrido desde aquellos años hasta nuestros días. El anti industrialismo para quebrar los sindicatos –retomado por Menem–, la matanza indiscriminada de jóvenes, la improvisación en decisiones tan trascendentes como la Guerra de Malvinas, la quiebra de la sociedad por el temor y el exilio fueron parte de ese proceso, que fracasó en cuanto que terminó mal y acosado luego de la derrota en las islas, marca grave en nuestro imaginario, no siempre apreciado. Pero que desmanteló el país, sí, lo desmanteló: y ésa era la “reorganización” procurada. Se inició una etapa de decadencia, que se acentuó con los fracasos de la democracia: Alfonsín que no termina su mandato, De la Rúa expulsado por varias puebladas que se reprimieron duramente, para citar sólo dos ejemplos.
La “patria peronista” tiene varias facetas: dentro de la confusión política del momento y con el hecho de la muerte del general Perón, se produjo una debilidad política aprovechada por los militares. Vale sin embargo rescatar que durante el gobierno de Isabel teníamos una insignificante deuda externa, y que del proceso militar resultamos seriamente endeudados, y ésa es una de las ataduras de nuestra actual dependencia.
La patria peronista posible, la de los acuerdos y la armonía; la de la comunidad organizada, la real distribución de la riqueza, la fuerte presencia de los trabajadores en la toma de decisiones, la soberanía y la independencia, sigue como una aspiración profunda de ese peronismo visceral que conforma un núcleo de votos cautivos que Reato estima en un tercio del total.
Que de esa aspiración y de esa esperanza, tan castigadas, podamos resurgir apuntando a un Proyecto Nacional abarcador depende nuestro futuro. Que pueda ser realidad depende de todos nosotros.
*Autor de La encrucijada argentina. Verdad y mentira del sueño peronista, Sudamericana, 2008.