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PARADOJAS DEL 17 DE OCTUBRE

Lealtad peronista

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Para cualquier hombre, cumplir 50 años es un acontecimiento que despierta inquietudes de balance y reflexión retrospectiva. El lunes 8 de octubre de 1945, cuando Perón alcanzó esa edad, en medio de un país con estado de sitio, con las facultades ocupadas y un clima francamente tóxico, todavía no había ocurrido en su vida la epopeya que lo convertiría en una celebridad, el mito permanecía aún en estado larvado, en el líquido amniótico de la raíz.

A las 18,30 del día siguiente, martes 9, según cuenta Juan José Sebreli, Eva Duarte estaba haciendo por Radio Belgrano el radioteatro 500 años en blanco. Se trataba de un viaje al planeta Marte realizado por un grupo de astronautas. Sorpresivamente, un locutor interrumpió la transmisión para anunciar que Perón acababa de renunciar a sus cargos en el gobierno de Farrell. Ese fue el último día que se emitió la novela y los personajes quedaron varados para siempre en Marte.

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Los ocho días que mediaron hasta el miércoles 17 de octubre fueron intensos. El miércoles 10, Perón logró que Farrell le permitiera pronunciar un discurso para despedirse, pero al hacerlo, introdujo un elemento inesperado: anunció un aumento general de sueldos, que muchos trabajadores empezaron a sospechar que se evaporaría junto con la renuncia. Ante la crisis política, algunos sectores propiciaban la entrega del gobierno a la Corte Suprema, que se erigía como un bastión antiperonista. La opción a esa salida era un cambio completo de gabinete.

Luego de alguna vacilación, el sábado 13 Perón fue detenido en el departamento de la calle Posadas al 1500 que compartía con Eva Duarte: lo llevaron a la Isla Martín García. La situación era irregular, no había juicio ni imputación concretas. Eva Duarte no organizó entonces ninguna rebelión, sino que deambuló por los bufetes de distintos abogados buscando que alguno presentara un hábeas corpus; su idea era salir del país lo más rápido posible.

Fueron Cipriano Reyes, dirigente del gremio de la carne, y otros viejos sindicalistas quienes orquestaron lo que después sería el 17 de octubre, mientras iban y venían médicos a Martín García, pues Perón alegaba estar en mal estado de salud, hasta que en la madrugada del 16 al 17 de octubre llegó la orden de trasladarlo al Hospital Militar. Ese día, los obreros convergieron sobre la ciudad de Buenos Aires sin demasiada resistencia de la Policía Federal y fueron llenando la Plaza de Mayo.

Fue un día de agitadas negociaciones, dos de cuyos ejes fueron Mercante y Avalos. En la Casa Rosada querían que de un modo u otro se dispersara a toda esa gente que permanecía en la Plaza. En el Hospital Militar, Perón se escanciaba entre dos hipótesis: abalanzarse ese mismo día sobre el poder o mantenerse al margen para presentarse en las siguientes elecciones. En la Casa Rosada sucedió uno de esos hechos inefables que suelen cambiar la historia: un periodista peronista, director del diario La Epoca, de nombre Eduardo Colom, que había logrado infiltrarse quién sabe cómo en la Casa de Gobierno, se ofreció para hablarle a la multitud y disuadirla de que permaneciera en ese lugar. Al principio Farrell y Avalos rehusaron la temeraria propuesta, pero finalmente cedieron. Colom tomó entonces el micrófono y anunció a la multitud, inesperadamente, que iría hasta el Hospital Militar y en unos minutos volvería con Perón.

Las cartas estaban echadas. Farrell aceptó todas las condiciones que Perón estableció y el Coronel se hizo presente en el balcón cerca de la medianoche, como es sabido. Habló cuando ya había muy poca gente, dado que no fueron tantos los que soportaron el trajín del largo día en la histórica plaza. Eva Duarte, que no había hecho prácticamente nada, se apropió de la iconografía oficial de esa fecha; se casó con Perón y se convirtió en un mito planetario. Todos los que organizaron ese 17 de octubre, incluido Cipriano Reyes, terminaron defenestrados y presos.


*Periodista, mañana a las 21, comenzará con Juan José Sebreli el programa Aguafiestas, por la señal de cable Metro.