Ariesgo de ser considerado insistente en exceso, vuelvo hoy sobre un tema que acrecienta su importancia a medida que se acercan las elecciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las PASO nacionales y los turnos comiciales para renovar cargos ejecutivos y legislativos en el país y provincias. La cuestión es: los especialistas en opinión pública –estrategas en comunicación, encuestadores, agentes de prensa– ¿tienen derecho a escribir notas de opinión –y los medios a publicarlas– cuando han optado en favor de personajes o políticas (por convicción o contrato pecuniario) sin aclarar tal condición? La respuesta es sí, tienen derecho siempre y cuando el medio que destinó espacio para difundirlas deje claro desde qué lugar se dice lo que se dice.
No se trata aquí de emitir juicios de valor acerca de la exactitud o no de los análisis y estudios que integran el corpus de los artículos en cuestión sino de la imposibilidad fáctica de comprobar que no hay en esos textos –que son de opinión, y por tanto cargados de la subjetividad propia del autor– carencia de plena objetividad en el análisis.
Me he referido en algunas ocasiones a la aclaración de firma que PERFIL pone al pie de las columnas de Jaime Duran Barba, principal asesor en comunicación de Mauricio Macri. El pasado domingo fue nuevamente presentado como profesor de la George Washington University y miembro del Club Político Argentino. Y eso es cierto pero informativamente mezquino por ausencia de aclaración: su nota está referida a los resultados electorales en Santa Fe vistos desde la estrategia del PRO de marginar a Sergio Massa de un acuerdo preelectoral. Como los lectores tienen derecho a saber por qué este diario persiste en tal formato, voy a remitirme a una clara columna del Jefe de Redacción, Javier Calvo, quien reveló el domingo 7 de junio por qué los textos de Duran Barba no aclaran su vínculo con el macrismo. Decía Calvo: “Cada vez que le pedimos que en sus opiniones sobre la política nacional nos permita aclarar que asesora al líder PRO, estalla: ‘No escribo en el periódico como asesor de nadie. Nunca acepté ser vocero de otros. Yo no quiero publicar lo que le conviene a Macri, sino lo que pienso’.” Lo que Duran Barba piensa y opina es, justamente, lo que Duran Barba considera que es lo que más conviene a Macri. “Si se me liga a cualquier grupo, pierdo mi libertad de opinar”, evaluó el ecuatoriano. Lo que parece no entender bien es que transparentando sus vínculos no pierde su libertad de opinión; es el lector el que pierde la libertad de leerlo o no, la libertad de aceptar sus dichos o no, la libertad de optar y –de manera central– su derecho irrenunciable a saber quién escribe, por qué lo hace así y cuántos de sus dichos son teñidos por la parcialidad.
En la edición de ayer hay otra muestra de este polémico tema que resulta inquietante. En la página 10 se incluye un artículo informativo –no a la manera de columna de opinión, que debe ser presentada con diferencias gráficas notorias– titulado “Primeras reacciones de la opinión pública ante las candidaturas”. Está basado en una consulta sobre 600 casos en el Area Metropolitana de Buenos Aires (que incluye a la CABA y el Conurbano) y plantea diferentes visiones del electorado respecto de los candidatos presidenciales del Frente para la Victoria y el PRO. Firma la nota la “experta en sondeos” (así lo anuncia la bajada del título) Cecilia Mosto, cuya firma tiene aclaración: “Politóloga. Socia gerente de CIO”. Sin especificar qué es CIO (Creative Investigation, una consultora multifuncional que incluye estudios de opinión pública), tampoco se indica que la página web de la empresa presenta entre sus clientes al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Gobernado, como es sabido, por el PRO. Sería temerario negar aquí la corrección de los datos aportados, pero hubiese sido bueno para el lector aclarar la pertenencia de la autora a una empresa económicamente vinculada al Gobierno de la CABA y que fue, además, integrante del equipo técnico que acompañó a Mauricio Macri en las elecciones de 2007.
Perlitas. Un par de “gazapos”, que escaparon a las buenas intenciones:
◆ Comienzo por el ombudsman, que vengo a ser yo. El domingo 21, el correo presentó un curioso enroque de títulos para las cartas de los lectores José Luis Traverso y Benjamín Villafañe. Los pertinentes son “Ciencia” para el envío de éste y “Bipartidismo” para el de aquel. ¿Explicaciones? Ninguna: fue un error y es mi responsabilidad.
◆ El mismo día, la nota en Espectáculos sobre el rating de junio mostró una incongruencia entre el texto (9,9 para Canal 13 y 9,2 para Canal 11) y la infografía (9,9 y 9,3). La infografía está bien y el texto mal –explicó la editora Marita Otero– por la premura del cierre que impidió una adecuada corrección final.