Pocos libros me parecieron tan pobres intelectualmente como Cómo hablar de los libros que no se han leído, de Pierre Bayard, que leí hace años y que olvidé en el acto. Podría hablar, sí, de los libros que aún no he leído y que pronto leeré, es decir, del deseo de leer, de la pulsión por leer que me tiene así, en vilo, ávido de entregarme a ellos. Son varios los libros que tengo a punto caramelo en mi mochila, y que empezaré a leer inminentemente, ni bien termine con unos compromisos que me tienen reocupado (para llegar a fin de mes, además de escribir estas columnas, estoy haciendo también unos trabajos de pintura de interiores, albañilería y plomería).
El primero de ellos es Las tormentas del mundo en el Río de la Plata. Cómo pensaron su época los intelectuales del siglo XX, de Tulio Halperin Donghi, recientemente publicado por Siglo XXI, en el que vuelve sobre un tema bien suyo, la tensión entre intelectuales y sociedad, esta vez, según leí en la contratapa, a partir de retratos de Lugones, Victoria Ocampo y Raúl Prebisch, capítulo que me despierta el mayor interés. Lejos de mí la intención de definir a Prebisch como una figura lateral en la historia intelectual y política argentina, pero sí podría afirmar que su obra y su biografía han sido menos transitadas que la de los canónicos Lugones y Ocampo, de los cuales ya estoy relativamente harto (de leer sobre ellos). Ese cambio de paradigma en los nombres propios sobre quiénes detenerse me parece imprescindible para que la historia cultural pueda salir de cierta impasse en el que se encuentra (nadie ha ido más a fondo en esa perspectiva, en los últimos tiempos, que María Pía López en La vida intensa. Una historia de la sensibilidad vitalista, ensayo que no tuvo el eco que, creo, se merece. O tal vez sí lo tuvo… qué sé yo –además, quién soy yo para decretar si un libro tuvo o no repercusión–).
Otro que tengo presto a ser leído es Espacio, segregación y arte urbano en el Brasil, de Teresa Caldeira, que Katz Editores publicó hace algunos años en esa bella colección de conferencias editadas en conjunto con el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. De Caldeira había leído Cidade de muros. Crime, Segregação e Cidadania em São Paulo, magnífico libro que me recordó que las ciencias sociales todavía tienen mucho para decir cuando dialogan acertadamente con el urbanismo y la estética contemporánea (Lila Caimari, entre nosotros, pensando lo social –y en particular el delito como problema– en relación con el cine, es la primera referencia grata que me viene a la cabeza). Veremos qué me depara el libro de Katz, intuyo que la felicidad de hacerme pensar.
Por último, El ceño radiante. Vida y poesía de Gerard Manley Hopkins, de Neil Davison, publicado en la colección Vidas Ajenas de la Universidad Diego Portales, de Chile (colección de la que, a esta altura, ya soy fan). Debo confesar que, al menos una vez al año, vuelvo a alguno de los poemas de Manley Hopkins, en especial a sus Dark Sonnets, a los que encuentro irremediablemente cursis pero igualmente irresistibles (“Look at the stars! Look up at the skies!/ O look at all the fire-folk sitting in the air!”). Pronto sabré qué hay dentro de la biografía de Davison, cuyos datos biográficos (nacido en Oxford en 1966, desde el año 2000 vive en Santiago de Chile) no dejan de ser significativos.