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Lo que el circo tapó

Ya es oficial, Cristina no se arrepiente de nada. Cristina volvería a proponer la Resolución 125. Según Cristina, Guillermo Moreno y el INDEC sólo cumplen órdenes. En boca de Cristina, Julio Cobos no es un traidor, sólo porque institucionalmente no corresponde que una Presidenta diga eso de su vicepresidente. Cristina dice que aquello del doble comando es una “crítica posmoderna”.

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Cascotes y capuchas. Contra el recorte de jubilaciones y la suba del boleto, ¿dos caras de la vendetta K?

Ya es oficial:

*Cristina no se arrepiente de nada.

*Cristina volvería a proponer la Resolución 125.

*Según Cristina, Guillermo Moreno y el INDEC sólo cumplen órdenes.

*En boca de Cristina, Julio Cobos no es un traidor, sólo porque institucionalmente no corresponde que una Presidenta diga eso de su vicepresidente.

*Cristina dice que aquello del doble comando es una “crítica posmoderna”.

Hasta aquí, la realidad según Cristina. Su mensaje: hay que “desdramatizar”, hay que “despersonalizar” y “no hay que ser autorreferenciales”. Si el escenario minuciosamente elegido para su debut de ayer en conferencias de prensa no hubiera sido el súper quincho de Olivos, debería habérsele preguntado: ¿y por Casa Rosada, cómo andamos?

Pero, ya que hasta dentro de cuatro o seis meses no habrá chances para más preguntas, tal vez convenga volver sobre una realidad que el circo mediático tapó, entre la inauguración de la Exposición Rural y la respuesta del Gobierno entre make-up y spots.

Mientras todo eso iba ocurriendo, Córdoba estaba partida en dos con sus principales rutas nuevamente cortadas y humeantes de gomas, aunque ahora ya no por ruralistas enfrentados a los Kirchner sino por sindicalistas enfrentados a Juan Schiaretti. Fue la continuidad de una semana donde, tras los ajustes a las jubilaciones estatales mayores a los 5 mil pesos, hubo –el miércoles– gomerazos, morterazos, encapuchados, heridos, represión y 25 detenidos en las inmediaciones de la Legislatura cordobesa.

Algo similar, aunque de menor envergadura, sucedió frente a la intendencia de Rosario, un día después, por el aumento del boleto de colectivos a 1,60 peso. Hubo cascotazos, encapuchados y gases lacrimógenos a rolete.

Schiaretti ajusta sus cuentas y le echa la culpa al Gobierno nacional, porque le debe, según él, 2.657 millones de pesos y ni siquiera le paga los 1.568 millones que sí reconoce como deuda.

El intendente rosarino, Miguel Lifchitz –álter ego del socialismo de Santa Fe que encabeza el gobernador, Hermes Binner–, ajusta sus cuentas en el marco de deudas de la Nación a la provincia que superan los mil millones.

Schiaretti está convencido de que los incidentes del miércoles fueron “cebados desde Buenos Aires”. Sólo cuatro de los detenidos pertenecen al gremio de Luz y Fuerza, cabeza visible de la protesta. El resto “no tiene trabajo ni domicilio conocido en la provincia”, deslizan desde la Gobernación. Sus sospechas apuntan a activistas de Barrios de Pie y del Movimiento Libres del Sur, dos de las estructuras piqueteras financiadas directamente desde Balcarce 50, con la “chequera” del secretario general de la Presidencia y pingüino puro, Oscar Parrilli.

Los hombres de Lifchitz –que, está dicho, son hombres de Binner– están convencidos de que “el Gobierno nacional está pasando la factura”. Los carteles de la Juventud de Pie –dependiente de Barrios de Pie– se ven en casi todas las fotos.

Schiaretti apoyó el reclamo del campo y, ayer, estuvo en el palco de honor de la Sociedad Rural.

Binner apoyó el reclamo del campo y a Lifchitz le cupo garantizar la logística estatal para el “Rosariazo” del agro, el 25 de mayo pasado.

Schiaretti y su antecesor, José Manuel de la Sota, tienen poco margen para hacerse los distraídos sobre la cuestionable administración de los fondos públicos por parte del PJ cordobés, es cierto. Sin embargo, cuentas al canto, la responsabilidad es compartida por la voraz y vengativa administración nacional.

Binner-Lifchitz tienen un margen mayor: llegaron hasta donde están por sus famas de hábiles administradores. Aun así, saben que, en política, subir precios genera respuestas, a veces violentas.

Tal vez por eso el nuevo jefe de Gabinete, Sergio Massa, cumplió la orden presidencial de recibir a Binner esta semana (mientras ardía Rosario) y también la de “no acercarle la escupidera” a Schiaretti. Así funciona en la faz pública la proporcionalidad kirchnerista. Ni justicia a los enemigos, algo de piedad con quienes suman en la foto.

Lo más grave, de todas maneras, sería que las sospechas de Schiaretti y Binner se confirmaran. Y, peor aún, que se extendieran a otros distritos encabezados por peronistas díscolos o no peronistas ajenos a la autoproclamada Concertación Plural.

Hacer que la bomba de la inflación y el ajuste exploten en casa ajena tiene patas cortas. Es una estrategia de miopes.