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Lo que viene no es pro

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Ni el más optimista de aquellos dirigentes del PRO que tienen los pies en la tierra cree que los próximos cuatro años serán mejores. Para ese partido, se entiende. Más allá del forzado discurso esperanzador de Mauricio Macri de ayer, hay razones de peso para intentar entender lo que puede venir en la Ciudad.

En los últimos meses, el jefe de Gobierno había esparcido sin disimulo su hastío por la gestión porteña. De hecho, quedó en manos del ahora ex candidato Horacio Rodríguez Larreta. Habrá que preguntarse con qué energía personal y política encarará ahora aquello que consideraba un ciclo cumplido.

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No se le hará sencillo, además, porque nada parece indicar hoy que cambiará la inquilina de la Casa Rosada, con cuyo gobierno tiene una relación lo más parecida a la nada. Peor aún: una reelección de Cristina fortalecerá la idea de “profundizar el modelo” también en su pésimo vínculo con el macrismo en general y con Macri en particular.

Más allá de cualquier hipótesis o especulación sobre quién ganará el comicio porteño, lo que resulta incontrastable es que el PRO perderá bancas en la Legislatura porteña, donde hoy es la primera minoría (debería sacar el 50% de los votos en primera vuelta para mantener la actual composición). Eso dificultará todavía más el tránsito legislativo que ya se le viene complicando el oficialismo local.

Tampoco una eventual nueva administración estará en las mejores condiciones para endeudarse más. Los números de la deuda porteña están al tope de las posibilidades en cuanto a financiamiento externo. A menos, claro, que suba muy por encima de lo previsto la recaudación impositiva. Pero ese no es un tema PRO para lanzar en la campaña.

Semejante panorama formaría parte del mejor de los mundos macristas. Lleva implícito que su jefe será reelecto. Tampoco eso está garantizado, ni mucho menos. PERFIL ofrece hoy números de intención de voto que reflejan lo peleada que será la elección en la Ciudad. Con un kirchnerismo que sube, empujado por la buena evaluación que registra la Presidenta. Y con un desembarco de Pino Solanas que mueve todas las estanterías.

En selectos despachos de la Ciudad circula un estudio no difundido que muestra que la gestión de Cristina es mejor valorada que la de Macri. Algo más. La labor del actual jefe de Gobierno es considerada positivamente por el 40% de los porteños. Es un buen piso electoral. Pero el 60% la evalúa de forma negativa. Eso puede ser fatal en el seguro ballottage al que accederá Macri. Y pone al partido en la zona de riesgo que va de una fuerza nacional a una vecinal. Un desenlace que no imaginaba ningún macrista, ni el más pesimista.