Internet forma parte de nuestra vida cotidiana a punto tal que solemos darla por descontado. Por eso, y al igual que sucede con el agua, la electricidad o el gas, la interrupción de este servicio vital, por más breve que sea, suele sacar lo peor de nosotros. No es para menos: la vida sin internet es una vida que pertenece al pasado, y al pasado no se puede volver. Pero un corte accidental es una cosa y un corte intencional por parte del Estado para interrumpir la circulación de información que lo perjudica es otra muy distinta.
A registrar esta evolución se ocupa la ong Access Now desde 2016. Los datos de su último informe, titulado Weapons of control, shields of impunity y publicados hace algunos días, son inquietantes. En 2022 Access Now registró 187 apagones de internet en treinta y cinco países diferentes. Aunque esta cantidad está por debajo del pico registrado en 2019 (213 cortes), el año pasado se alcanzó el récord de países que recurrieron a esta táctica (treinta y cinco, uno más que en 2021).
Los datos muestran que los apagones no sólo resurgieron con fuerza tras la pandemia: ahora duran más, apuntan a poblaciones específicas y se implementan justamente cuando las personas más necesitan estar conectados, como en crisis humanitarias, protestas masivas, conflictos y guerras.
Regionalmente, más de la mitad de los apagones de internet (54,5%) continúan teniendo lugar en Asia-Pacífico, pero cerca del 43% del total global ocurrieron en un único país: India, que tuvo la mayor cantidad de cierres registrados en el mundo por quinto año consecutivo. El registro muestra al menos cuarenta y nueve interrupciones en el acceso a internet promovidas por las autoridades en las regiones de Jammu y Cachemira, debido a la inestabilidad política y la violencia, a lo que se suma una serie de dieciséis órdenes consecutivas de cierres de tres días –como una suerte de toque de queda digital– entre enero y febrero de 2022.
Como parte de Europa del Este y Asia Central (región que tuvo el 19,2% de los apagones de 2022), Ucrania fue el segundo país del mundo en cantidad, aunque todos fueron forzados por Rusia desde el exterior. El Ejército ruso impuso veintidós apagones en ciudades y provincias ucranianas mediante la combinación de ataques cibernéticos, operaciones aéreas dirigidas y el desmantelamiento deliberado de su infraestructura de telecomunicaciones. Al mismo tiempo, se tiene constancia de al menos dos apagones de internet promovidos por el gobierno ruso en su propio territorio, en los que bloqueó el acceso a Twitter, Facebook e Instagram como parte de sus esfuerzos para controlar la narrativa predominante en torno a la invasión. No es probable que esta situación vaya a cambiar en el año en curso.
Después de Medio Oriente y Norte de África (19,8%) y el resto del continente africano (4,81%), la región con menos apagones de internet fue Latinoamérica y el Caribe (1,6%).
Para la región hay una buena y una mala noticia. La buena es que se registra una disminución en la cantidad de apagones, de cuatro en 2021 a tres en 2022; la mala es que también se percibe un aumento, aunque tenue, en la cantidad de países que recurrieron a esta táctica: a Cuba, el único de 2021, se le sumó Brasil en 2022. Aunque el recurso a estas prácticas en América Latina parece estar bajo control, las crecientes tensiones políticas y problemas de gobernabilidad que enfrentan muchos gobiernos de la región hacen que la tentación por controlar las críticas y bloquear la información aumente.
Si bien no parece ser necesario explicar por qué Cuba recurre a estos métodos, la inclusión de Brasil en el último reporte merece algunas líneas. El caso al que se refiere Access Watch tuvo lugar en marzo de 2022, cuando la Corte Suprema brasileña ordenó el bloqueo a Telegram después que la empresa no cumpliera con el requerimiento de autoridades policiales y judiciales de eliminar información falsa en el período previo a las elecciones presidenciales. El bloqueo duró dos días y fue levantado luego que el tribunal estuviera satisfecho con los cambios de moderación de contenido implementados por Telegram. Cabe señalar que los tribunales brasileños tienen un historial de bloqueo de plataformas de redes sociales que se remonta a 2016, cuando ordenó el bloqueo de Facebook luego que la plataforma se negara a eliminar una cuenta parodia sobre un político local, el candidato a alcalde de Joinville, Udo Döhler.
De acuerdo a Access Watch, el bloqueo de plataformas enteras siempre es una respuesta desproporcionada que puede terminar convirtiéndose en un mecanismo para resolver problemas de contenidos o promover narrativas oficiales. Aunque breves y raros, está demostrado que los momentos de acceso ininterrumpido e irrestricto a internet en los países más afectados por los apagones, como es el caso de la India, generan claros beneficios para las mujeres y los propietarios de pequeñas empresas. Es que el acceso a internet continúa siendo vital para lograr la seguridad económica, cerrar la brecha digital de género y promover alternativas al discurso único, y eso es algo que los regímenes autoritarios saben muy bien.
*Director de Análisis e Investigación de Gorman Lee.