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Los cartistas unidos

Entre las obligaciones que los funcionarios kirchneristas contraen al prestar juramento figura la de humillarse cuando se lo indican desde lo más alto.

Quintin150
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Entre las obligaciones que los funcionarios kirchneristas contraen al prestar juramento figura la de humillarse cuando se lo indican desde lo más alto. Un bonito ejemplo lo dio hace unos días el secretario de Agricultura cuando, como castigo por criticar al secretario de Comercio, tuvo que salir a decir que Guillermo Moreno “le había enseñado mucho de economía”.

El secretario de Cultura es un intelectual de trayectoria pero tampoco está libre de estos penosos deberes. En la misma semana en que Cheppi rendía honores a su maestro, José Nun contestaba con un lacónico “sin comentarios” cuando se le preguntaba por la grotesca iconografía oficial que la Argentina ha decidido llevar a la feria de Frankfurt en 2010 para hacer lucir su estatuto de país invitado. La ensalada criolla –a la que la propia Presidenta hizo una importante contribución– incluye a Evita y el Che, Gardel y Maradona, Borges y Cortázar y fue aprobada, sin consultar al secretario, por la embajadora Magdalena Faillace. Nun la había echado cuando asumió el cargo, pero hoy sus acciones están en baja y se rumorea que el jefe de Gabinete quiere reemplazarlo por una arquitecta de ideas conservadoras.

Ante ese grave peligro, los intelectuales de Carta Abierta se reunieron con Nun para darle un “contundente apoyo” a su gestión. Dado que ésta suele ser considerada nula, se atribuyó esa presunción generalizada de incompetencia a deficiencias en la comunicación, como es también de rigor en la administración kirchnerista. A la salida de la reunión, los cartistas recordaron que Nun está de su mismo lado en la disputa cultural con “la nueva derecha” y que ésta continúa con sus “reacciones destituyentes”. En ese momento también manifestaron su beneplácito por la designación del cineasta Tristán Bauer al frente del Sistema Nacional de Medios Públicos. Bauer sería otro cartista honorario, aunque su nombramiento escapa a la órbita de Nun.

En cambio, el INCAA sí depende de la Secretaría de Cultura y allí acaba de ser designada como vicepresidenta Carolina Silvestre, una cineasta cuyos antecedentes en el medio se reducen a dos documentales: Bloqueo, la guerra contra Cuba y Hechos no palabras, los derechos humanos en Cuba. Este último fue coproducido por el propio Instituto de Cine en 2007 y uno de sus guionistas es Orestes Hernández, primer secretario de la embajada cubana en Buenos Aires. El punto de vista de esta película oficial argentina responde al punto de vista oficial cubano y así lo confirma la directora: frente a las repetidas denuncias de asociaciones como Amnesty International, Silvestre declara que “en Cuba, los derechos básicos se respetan absolutamente, mucho más que en cualquier otra parte del mundo”. No es de extrañar, ya que también se confiesa no sólo procubana, sino “militante fanática, en el buen sentido de la palabra” de la causa.

Es menos probable que Silvestre forme parte de la nueva derecha que denuncia Carta Abierta que de la vieja izquierda, siempre en el buen sentido de la palabra. “Nosotros hemos elegido las asambleas y cartas abiertas. Los otros están representados en las radios y en los diarios”, declaran los cartistas y agregan que no son “un grupo para colocar funcionarios”. Sin embargo, el pensamiento cartista ha elegido también para expresarse unos cuantos despachos del Gobierno en el área de cultura y comunicación. En la actualidad, se encuentran en sintonía con el cartismo la Biblioteca Nacional, la Secretaría de Cultura, el Instituto de Cine, el Sistema de Medios (que incluye a Radio Nacional y Canal 7), el Comfer y la agencia Télam. Hasta se habla de unificar esos organismos bajo una nueva entidad. Se la podría llamar Secretaría de Adoctrinamiento aunque, sabida la desinformación a la que nos somete la prensa privada, el nombre más adecuado tal vez sería el de Ministerio de la Verdad. Pero no nos pongamos orwellianos.