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Los otros dos tercios

Por Jorge Fontevecchia | La Ciudad demuestra que es parcialmente una isla dentro del país. Esa “esquizofrenia” es parte de la grieta.

Macri y Larreta celebran en el bunker del PRO.
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Nuevamente la ciudad de Buenos Aires demuestra que es parcialmente una isla dentro del país. Los votos del PRO más los de Eco suman dos tercios del total, manteniendo la tendencia que se viene dando desde hace varias elecciones cada vez que el pan radicalismo más el macrismo por separado, o cuando hubo balotaje en elecciones ejecutivas, juntos tras el candidato del PRO, vuelven a repetir un total de alrededor de dos tercios de los votos.

Hay pocos países con poblaciones numerosas en el mundo donde una ciudad –como por ejemplo Londres y Tokio– se recorta tanto del resto de ciudades importantes de ese país siendo tres o más veces mayores que la segunda en tamaño.

Pero en el caso de Buenos Aires se da la paradoja de que solo una minoría de su población real reside dentro de los límites político-electorales de la ciudad, de solo un lado de la Avenida general Paz y el Riachuelo, mientras que otros dos tercios viven en el conurbano donde allí se invierte el orden y el PRO y el pan radicalismo sumados pasan a ser ellos la minoría de un tercio de los votos.

Ese es el gran talón de Aquiles de Macri y lo que aún mantiene a Massa sin renunciar a su aspiración presidencial: la provincia de Buenos Aires, y especialmente la ciudad de Buenos Aires que se expande del lado de afuera de la Avenida General Paz y el Riachuelo, que en su conjunto es más numerosa que el resto de la provincia.

Y no solo es la esperanza de Massa sino, fundamentalmente, del Frente para la Victoria porque si se suma el panperonismo –el kichnerismo/sciolismo más el massismo– nuevamente se logran un mínimo de otros dos tercios, y como la jurisdicción Provincia de Buenos Aires acumula el 40% del total de los votos del país, eso le ha permitido al peronismo ganar la mayoría de las elecciones.

Esa “esquizofrenia” de la ciudad (provincia) de Buenos Aires es unas de las grietas que la Argentina no viene pudiendo cerrar, rememorando –aunque por muy distintas causas—  las situaciones que dieron origen a la batalla de Caseros. Por eso siempre hubo más candidatos de peso interesados por gobernar la ciudad de Buenos Aires y tantos menos por gobernar la provincia, sosteniendo el mito de la maldición bonaerense que “dificultaría” a los gobernadores de la provincia llegar a presidente.

Con estas PASO Macri dio –literalmente– otro paso en su carrera presidencial, pero sigue sin resolver su problema en el mayor distrito electoral del país, que es justo esa otra parte de la gran ciudad que gobierna hace ocho años, el Gran Buenos Aires.