‘Dos hermanos’. En el cartel se sustituyó a Graciela Borges y Gasalla por Macri y Montenegro. |
Un refrán dice que para los hombres los males nacen de los bienes cuando no saben administrarlos ni utilizarlos convenientemente. Así parece ser para Mauricio Macri, a quien el poder de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le restó en lugar de sumarle parte de la popularidad de que gozaba mientras era una promesa de la “nueva política”.
Ahora el juez Oyarbide lo citó a declaración indagatoria para dentro de dos semanas y podría ser procesado por participar en una asociación ilícita dedicada a escuchas telefónicas. Si eso sucediera, la Legislatura podría hacerle juicio político. Y si fuera condenado, su carrera política ya no sería una preocupación: iría a la cárcel por un delito no excarcelable que tiene una pena de tres a diez años.
La estrategia judicial de Macri fue argumentar que ignoraba las tareas de espionaje que realizaban Ciro James y su primer jefe de la Policía Metropolitana, Jorge Palacios. Pero la incorporación de Ciro James como empleado de la Ciudad fue la única que no figuró en el Boletín Oficial. Otro talón de Aquiles de Macri son las escuchas realizadas a su cuñado, Daniel Leonardo. Su excusa: que fueron ordenadas por su padre a una empresa privada que subcontrató a James.
Pero la excusa o coartada podría quedar superada si se comprobara, como reveló la revista Noticias, que también el teléfono de su ex mujer, Isabel Menditeguy, había sido pinchado por Ciro James, como filtraron fuentes cercanas a la Policía Federal, enfrentadas con Macri por la Metropolitana, que tendrían esas pruebas y las presentarían en el momento que produzcan mayor daño.
Puede ser una fantasía echada a rodar por sus adversarios, que se hace verosímil porque en su juicio de divorcio Menditeguy reclamó 25 millones de dólares, pero de ser cierto la centroderecha se quedaría sin un candidato a presidente en 2011, mientras Reutemann no se decide y De Narváez probablemente no pueda.
En el macrismo se espera que el trámite judicial se mantenga sin procesamiento o, en ese caso, por lo menos sin un juicio político en la Legislatura. Si así fuera, presumen que el proceso no tendría costos frente a los votantes, porque Macri se victimizaría aduciendo que Oyarbide fue el juez que absolvió a Kirchner por enriquecimiento ilícito y este juicio por escuchas ilegales es una persecución política. Ese fue el argumento de De Narváez ante el juicio de la efedrina, pero Oyarbide no es Faggionato Márquez.
Los asesores de estrategia electoral de Macri sostienen que las encuestas y los focus group que realizan demuestran que al ciudadano común no le interesa el tema de las escuchas ilegales porque no se imagina afectado por ellas. “Ningún servicio de inteligencia pincharía el teléfono de un kiosquero o un taxista. Es una preocupación de periodistas, políticos y empresarios, quienes sí pueden padecer espionajes”, dicen.
Tampoco creen –esos mismos asesores– que la pobre gestión de Macri como jefe de Gobierno afecte sensiblemente sus posibilidades como candidato presidencial porque en el interior del país Macri es visto como el más exitoso presidente de Boca y ni registran, por ejemplo, los problemas del tránsito de la Ciudad de Buenos Aires.
La gestión de Macri afecta a los alrededor de 3 millones de porteños que viven dentro de los límites de la avenida General Paz y el Riachuelo pero la mayoría de los otros 37 millones de argentinos no tiene ninguna vivencia de Macri como gobernante.
Cuentan, a carcajadas, un episodio de hace un mes que tienen filmado, cuando viajó a Mendoza a apoyar al candidato de PRO en esa provincia. Mientras Macri saludaba a vecinos por la calle, se bajó de una camioneta un hombre que lo abrazó efusivamente y le dijo:
—Macri, ¿te acordás de mí? Yo te llevé cuando te habían secuestrado...
Macri, confundido, responde que no lo recuerda; y el hombre agrega:
—¡Qué bueno lo que hiciste en Boca! ¿Y ahora, qué estás haciendo? ¿Por qué no seguís en Boca?
“Si el doble del programa de Tinelli contribuyó significativamente al triunfo de De Narváez –concluyen sus asesores–, lo único que importa es Boca.”