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Macri súperpoderoso

MacrienTraful
Presidente. Cierra el año mostrándose poderoso. | Presidencia
Es interesante, Macri termina 2016 siendo un hombre poderoso en el Gobierno, dominador, y en esto mismo hay seguramente señales del futuro cercano del país.
La cultura de gestos de Peña y de todos los que lo siguen es la de ascender la ética de los equipos, es decir de su funcionamiento colectivo en formato de cooperación, junto con un conocimiento profundo y bien preparado de esos mismos sujetos. El gobierno de Cambiemos presenta su perfil público como hacedores que saben hacer y por lo tanto la ética es la de la gestión. Aquí, en este nuevo mundo diferente al anterior, lo importante es saber hacer las cosas.

La experiencia de oposición es el combate peronista. Fabuladores de la asistencia social, preocupados sólo por el poder y su sostenimiento en el tiempo y adaptables a sus propias experiencias internas que el tiempo habría logrado desarrollar. Sus técnicos no serían realmente capaces y el trabajo en equipo representaría una opción de otra galaxia organizativa. Expertos sólo en acumular poder y en sostenerlo, sin importar la gente ni la gestión. Esto es esto mismo, y todo lo contrario al gobierno actual.

Esta división de partes implicaría que el camino de Cambiemos se construya entonces como un proceso en que la gestión correcta dominaría a la bruta política. La juntada en Chapadmalal sería un gesto de resistencia y de unidad contra todos, con Macri en la tercera fila de asientos viendo los powerpoints, simulando una situación de discusión abierta y luego, en otras, abrazando a gobernadores llenos de sonrisas. En la era de la cordialidad, todo se basa en el diálogo.

Cuando el Presidente expulsa a Prat-Gay de su gobierno, el halo maravilloso de las fotos felices ingresa en una zona de conflicto. Del equipo de la foto, con el mar de fondo, a las declaraciones de Quintana de que “aquí el poder lo tiene el Presidente”, hay una distancia a reconocer en sus consecuencias y en los esfuerzos del Gobierno en contarlo a la gente.
La salida de Prat-Gay y la anterior de Isela Costantini de Aerolíneas Argentinas exponen necesidades lógicas de dominación de un gobierno. Sólo hay una figura central que necesita que obedezcan sus órdenes y este lanzamiento hacia el exterior es un paso de gigantes en esa dirección. El desafío es en realidad el equilibrio comunicacional.

La comunicación solapada, mezclada y contradictoria muestra en realidad el conflicto entre la imagen que de sí se intenta proyectar y las demandas de obediencia interna. El mismo Quintana dice que el poder es de Macri pero que “reina un espíritu de equipo”, adaptando la formulación de Rousseau en el Contrato Social de que el hombre que no quiera ser libre y que no se adapte a la voluntad general será obligado a serlo.

Lo que en la opinión pública será superficial. o incluso podría ya haber sido olvidado, en el resto del gabinete resuena como un trueno feroz. Macri necesita un equipo para él, no para la patria. En este despertar público a una manera de liderar, que ahora se puede ver más claramente, vive la muestra de extensión del Gobierno.

Los gobiernos no peronistas abusaron de las estrellas o del dominio de conflictos internos. De la Rúa intentó curar la salida de Chacho Alvarez con Cavallo, haciendo un reemplazo de figura por figura que culminó, por varios motivos, en catástrofe; Macri saca a Prat-Gay y pone a un comentarista de economía en medios de comunicación. Es probable que esta semana Macri se haya garantizado varios años de gobierno.

En la elección nacional del año pasado, Cambiemos representó una novedad desafiante para el pensamiento acostumbrado de la política tradicional argentina. Su camino no se pareció a nada, y es probable que su gobierno tampoco tenga semejanza con experiencias del pasado reciente. Sin embargo, en el mundo moderno, el poder se maneja con furia evidente o solapada, si es que se quiere que esa experiencia dure con el tiempo.

Mientras tanto, los peronistas ejecutan su combate interno y otros dilemas sin el poder en sus manos. Qué buena es esa publicidad para el Gobierno, casi tan buena como la del timbreo feliz.

*Sociólogo. Director de Quiddity Argentina.