Hay debates que se meten por la ventana. O por prepotencia de negocios. Un caso es el aterrizaje de la predadora Uber, que puso en tensión diversas facetas, tales como la capacidad del Estado de controlar o acotar un fenómeno en su territorio, esa dimensión cada vez más débil en la escala global. Es casi divertido observar en estos días cómo el presidente Mauricio Macri se obligó a bancar al sindicato de taxistas en su lucha contra una avanzada del futuro del transporte, encarnada en una anónima app.
Dejémonos seducir por un momento por el espíritu U para reflexionar acerca de la fuerza de voluntad de los usuarios y del arcaísmo de ciertas regulaciones y organizaciones sindicales. Como lo recogió PERFIL ayer, la empresa se extraña por la forma en que los argentinos están acostumbrados a la decisión del Estado. Su gerente Carl Meacham dijo: “Estamos dando un servicio que permite que el individuo decida cuándo y cómo trabaje, no tiene que depender de nadie más que de sí mismo. Tiene la desventaja de que el marco existente está desactualizado”. ¿Podrían Macri o el ministro de Modernización, Andrés Ibarra, o el de Innovación porteño, Andy Freyre, no suscribir esta posición? Macri, Cambiemos, sostiene que precisamente el nuevo modelo es el de darle la oportunidad a cada individuo para el despliegue de sus capacidades.
Pero al cabo de 120 días de gobierno, parecen encontrar un piso las decisiones oficiales. Diríase que ganó terreno el cálculo político, habida cuenta de un desgaste más acelerado que lo previsto.
Por esa razón, Macri tuvo que reconocerlo en la comida anual del think tank Cippec cuando “retó” a los empresarios que, apenas vieron una puerta abierta de la libertad, encararon una “remarcación descarada de precios”. Se lo volverá a plantear mañana, en Olivos, donde cien hombres de negocios invitados escucharán su admonición a “asumir una responsabilidad activa a través de la inversión y el cuidado del empleo”.
Era hora. Recién ayer, el Presidente y el equipo salieron a lanzar las medidas paliativas de los precios anunciadas antes de asumir por el entonces futuro ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay.
Tal vez la apuesta haya sido atar todo a la suerte de la negociación judicial con los holdouts, capítulo que podría quedar resuelto esta semana, con la colocación de bonos para financiar el pago a los bonistas. Sin ese paso, y el acceso al financiamiento que le permita eludir un ajuste extremo del gasto, el “nuevo modelo” ve imposible avanzar en el desarrollo capitalista local.
Hay, en lo inmediato, cuatro situaciones en las próximas horas que signarán el curso inmediato:
1) El Gobierno estará hoy pendiente en Washington de las discusiones del FMI, el Banco Mundial y las reuniones con analistas e inversores. Pero lo que definirá el futuro de la economía argentina se define en Brasilia, donde los diputados brasileños deciden el futuro de Dilma Rousseff. Todo indica que una salida de la petista revaluará el real y dará más confianza a los inversores en la principal economía del continente y mayor socio comercial de la Argentina. Brasil es el límite de la industria argentina. Cualquier medida interna difícilmente pueda sobreponerse a la determinación brasileña, compradora del 40% de lo que se fabrica aquí. Cuando Brasil se contrae, el impacto en la industria argentina es del 70%. Y acá la industria es la mayor empleadora de trabajo formal. En secreto, aquí se vota por opositores a Lula-Rousseff.
2) Otra cuestión fuera del alcance de la voluntad oficial es la tasa de corte de la colocación de los bonos post default. Pocos números son tan cabalísticos como el 7. Si el corte diera entre ese porcentaje y el 8%, la colocación será aceptable para el riesgo de impago de la Argentina. Debajo de 7%, será un gran éxito. Los road-shows, la predisposición internacional recogida por el país, podrían ayudar al batacazo.
3) El martes habrá una nueva licitación de Lebacs. La tasa que pague el Banco Central también será indicativa de si el control de la inflación seguirá intentándose con un enfriamiento de la actividad y explosión del déficit cuasifiscal.
4) Finalmente, habrá que “encontrar el piso”. Las lluvias en el Litoral pusieron en crisis, por la puerta de atrás, una fuente de ingresos y de divisas con la que contaban Gobierno y productores desde la reducción de retenciones. Hasta pasado mañana seguirá lloviendo y será imposible el ingreso a los campos de cosechadoras y camiones.
“No hay piso”, dicen en la jerga agropecuaria. Ese diagnóstico se escucha en muchos que sufren los efectos de la recesión, que la viven como una consecuencia de la acción oficial, sin atender las razones acerca de los descalabros del pasado. A lo mejor esta semana cambian los tiempos.