Para Peña, encargado de repetir triunfos en el 2019, lo de Francisco ya se ha vuelto una anécdota decorativa.
El jefe de gabinete Marcos Peña luego de la primera reunión de gabinete del año, que se desarrolló en el Salón Eva Perón de Casa de Gobierno. |
NA: JUAN VARGAS
Contábamos ayer del peso de Marcos Peña en la mala relación del Papa con el Gobierno y del poder que le confiere Mauricio Macri, al que le atribuyen haber expresado: si Marcos quiere ser un dictador, que lo sea. Para Peña, encargado de repetir triunfos en el 2019 y con billetera inmensa para distribuir obras con María Eugenia Vidal en el corazón de la provincia de Buenos Aires, lo de Francisco ya se ha vuelto una anécdota decorativa.
Tropieza Peña con otras urgencias, en un equipo de gobierno que fabrica sus propias crisis, con disturbios entre los amigos del mandatario (Nicolás Caputo se apartó del entorno y se acaba de desprender de su constructora a favor de la desarrolladora TGLT, cuyo principal accionista es el cada vez más famoso fondo Point State, como se anticipó en PERFIL) y por la posible remoción de figuras secundarias pero claves en Secretarías y Subsecretarías, como podría ser la eventual partida de Silvia Majdalani de la vicejefatura de la ex SIDE.
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A ese combo habrá que sumarle el malhumor colectivo por la suba de impuestos y servicios, una economía sin destino cierto aún y una desavenencia sindical cada vez más amplia, en la que no se sabe si conviene aplicar un sosegate judicial.
Por si no alcanzara esa porfia, los aliados radicales han abierto frentes imprevistos. Ernesto Sanz no es el mismo de antes y le reprochan vínculos con ciertos fallos de la Corte Suprema. Ricardo Gil Lavedra parece operar en lo público y lo privado. Especialistas en energía, como Jorge Lapeña, despotrican contra la privatización de Transener, cuestionan al ministro Juan José Aranguren y le plantean a Elisa Carrió no avalar operaciones turbias .
Mientras, Daniel Angelici, junto a Enrique Nosiglia, se consolidan cerca de Macri. Hasta se permite la UCR desairarlo al quitar de una ley a las cooperativas de seguro para que no paguen impuestos, las mismas que se florean como sponsors de los más destacados deportistas de la Argentina. No es la única exuberancia en un rubro tan atento con el sistema político de Santa Fe, Córdoba y el norte de la provincia de Buenos Aires. Ni se quejó el Presidente de esa maniobra, algo le habrán explicado.
Muchos nubarrones para Marcos Peña, entonces. Otro que también aspira a ser general de un ejército distinto al del papa Francisco.
