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hegemonias

Matrimonio y justicia

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Escribo esto en la madrugada del 15 de julio. Están votando y parece que finalmente aprobarán el proyecto de ampliación de la ley del matrimonio.

Nadie sabe lo que puede ocurrir. Casi todos –no menos del 90 por ciento– los ciudadanos tienen al respecto una posición tomada. Pero, como ocurrió en el caso de la Ley de Medios y, antes, en el debate del decreto sojífago 125, ni el 0,9% de quienes tomaron partido ha revisado el texto del proyecto ni procurado imaginar mejores alternativas.

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Tampoco hay quien sepa qué estará sucediendo el 15 de julio de 2012 con la heredera de Clarín y el ex presidente Kirchner, ni dónde se alojarán. Seguramente la primera, amparada por su edad, seguirá en el confort de su residencia. En cuanto a Kirchner, que es un tipo joven, de comprobarse que ocho de cada diez ciudadanos rechaza su figura, muchos de ellos sueñan con verlo en la cárcel.

Yo no: el destino de ambos me resulta indiferente. Pero, como resignado firmante del pacto democrático me resigno a esperar que comparezcan ante la Justicia para probar su inocencia y de lucir su dominio del repertorio de trampas abogadiles y tretas tribunalicias de práctica.

En cuanto a la multimillonaria, para librarse de la acusación de complicidad con uno de los mayores crímenes que se puedan imaginar, le bastará con demostrar la legalidad de su proceso de adopción –y de la consecuente apropiación de niños–, su ignorancia del origen de aquellas criaturas de 1976 y una conducta transparente y no elusiva de la Justicia.

En cuanto al multimillonario Kirchner, si llegase a perder su poder y el de su familia, no concibo cómo podrá librarse de tantas causas como ha acumulado durante su gobierno y el de su esposa y de las tantas más que le lloverán cuando, según desea la mayoría, deba enfrentarlas desde el incómodo llano que todos los demás padecemos.

Volviendo a caso de la heredera del multimedio y ante el uso político del caso, recuerdo que hace tiempo, en una de estas columnas de escritores, exhorté a mis colegas a manifestar su apoyo a la Justicia, independientemente de los motivos espurios que impulsaron a la señora de K a abrir el cerrojo de impunidad vigente a lo largo de seis o siete períodos constitucionales, incluyendo entre ellos al de su marido. Me parece que nadie me dio pelota.

Volviendo al tema del matrimonio unisexual, he revisado notas y columnas en todos los medios sin encontrar reflexión alguna acerca del derecho de los niños a contar con un padre y una madre. Es que quienes hegemonizan la oposición al llamado “matrimonio gay” bautizan, confirman, adoctrinan y circuncidan chicos sin contemplar su libertad de elección en la vida adulta.