Durante la semana que pasó fue notable el crecimiento de fórmulas de comunicación incursas en diversos mecanismos manipuladores, tanto en los medios tradicionales –diarios, radios, televisión– como en los sitios y redes con soporte en internet. Sin que pareciera moverles un pelo a sus autores, se incurrió en mentiras manifiestas, desmentidas parciales, afirmaciones oportunistas y calificaciones (o caracterizaciones) de personajes que poco o nada tuvieron que ver con las razones de su popularidad.
El peligro está en el empleo de medios para cubrir malamente situaciones de crisis o riesgo social, para desviar la atención hacia detalles secundarios sin entrar en el hueso de los temas o –peor– en usar un dato insignificante (no significativo) con la mira puesta en lograr impacto en la audiencia o menor profundidad en la transmisión de las noticias.
Esto sucede, en mayor o menor medida, desde tiempos lejanos, pero se transformó en una suerte de paradigma a partir de la aparición de medios masivos con clara intencionalidad sensacionalista, sea por los hechos escandalosos que se publican o por esos detalles menores que sólo sirven para entretener sin aportar nada bueno a la sociedad. Se trata, en definitiva, de dos modelos muy diferentes de periodismo de masas: según la caracterización del catedrático de Columbia Michael Schudson, periodista y sociólogo, el encarnado por The Sun (periodismo como entretenimiento) y el que tiene por modelo a The New York Times (periodismo de información), con sus correlatos, en ambos bandos, en otros países como la Argentina.
Como se dice al comienzo, esto se ha visto esta semana de manera inquietante, porque atravesó personajes e instituciones sensibles para la opinión pública. Ayer, en la página 14, una muy buena (y breve) nota de la redactora Rosario Ayerdi se refirió a las muchas noticias falsas que “ponen en alerta a Facebook”. En verdad, Ayerdi apuntó sobre esa red social y el anuncio de que será sancionada la publicación de tales engendros. Sin embargo, este ombudsman quiere advertir a los lectores de PERFIL que el problema no está sólo en Facebook sino en el conjunto de los medios, que suelen correr tras los trending topics de las redes para no quedar fuera de juego. Al hacerlo, muchas veces incurren en los mismos errores o legitiman aquellas noticias falsas.
Los dichos de la ex presidenta Cristina Fernández sobre el supuesto rol jugado por los medios en la pueblada que estuvo al borde de invadir el interior de la residencia gubernamental de su cuñada Alicia son un claro ejemplo al que se plegó la mayoría de los medios tradicionales sin chequear su veracidad. Por ejemplo, lo que señaló sobre inexistentes zócalos en cuatro espacios de televisión, cuya autenticidad quedó desmentida en cuestión de horas (cuando el mal ya estaba hecho).
Más cerca en el tiempo, otro hecho que conmocionó a la ciudadanía tuvo su costado manipulador, fogoneado por uno de los extremos de esta Argentina polarizada: en medio del dolor y el estupor provocados por el hallazgo de los restos de la joven Araceli Fulles, las redes, algunos portales de noticias y el sitio de al menos una radio (entre otros medios) enfatizaron que el presunto asesino de la chica desaparecida a principios de abril es miembro de La Cámpora. ¿Qué importancia tiene esto? Ninguna, ni en el plano judicial ni en el político. Este diario no estuvo exento de caer en lo mismo, aunque sin mencionar a la agrupación ultrakirchnerista: lo caracterizó en un título y en el texto correspondiente como “puntero político”, sin especificar a qué partido o nucleamiento pertenecería. No es casual que la fuente haya sido policial, cuando hay sospechas y certezas de que hubo pantalla en esa fuerza bonaerense para intentar cubrir el crimen y salvar a su autor.
Que estas formas espurias en el ejercicio del periodismo aparezcan como casi normales obliga a encender una luz de alarma en la sociedad. Los lectores de PERFIL tienen derecho a saberlo y a mantenerse alertas para no caer en tales trampas.
Pildoritas. El diario de ayer dejó algunos puntos para el comentario:
*En el suplemento Turismo, páginas 4-5, se omitió mencionar que la nota de tapa (“El mañana es hoy”) fue realizada por una invitación a viajar presuntamente cursada por una línea aérea. Es obligatorio, según las reglas de estilo y el código de ética de este diario, informarlo a los lectores. La editora de la sección y autora de la nota no lo hizo.
*En la página 67, un encomillado en forma destacada carece de identificación de su autor. En la nota “Choques políticos agravan el daño que provocan las aguas” son cuatro los especialistas que hablan sobre el tema.
*En la página 37, el título principal dice: “Francisco condenó al terrorismo en Egipto, blindado por su visita”. Debió decir “... condenó el terrorismo…”