Acá pagamos la radio, la libreta profesional, el seguro, el sindicato. Vos te subís a un Uber y sí, todo muy lindo, te sale diez pesos menos un viaje de cien, pero si el chabón choca y te rompés la cabeza, vos viajabas adelante y el chabón declara que son amigos, que te pague el arreglo magoya. ¿Qué pasa? Viste que Uber está prohibido. Pero cuando llegó el negro de Estados Unidos, Obama, a verlo a Mauri, ¿quién fue el tercero que bajó del avión? El dueño de Uber.
Está todo arreglado, papi. Los choferes de Uber son unos infelices. Ponen los pulsos de su celular, el auto es de ellos, la nafta y el seguro lo pagan ellos, y al puto que inventó la aplicación le garpan el 25% de cada viaje. ¿Cómo no van a salir los muchachos a cazarlos si son competencia desleal? Y sí, algunos uberistas se comieron unos balinazos en el parabrisas, al hijo de un vecino le rompieron el parabrisas cuatro veces. Otro día, se juntaron unos muchachos taxistas, llamaron por la aplicación, y cuando vino el chabón, jua, mandó el nuevo pedido por Whatsapp: “¿Podés viajar en el asiento delantero?”. Es para que no detectemos que es un Uber. “Sí, cómo no”, le pusieron. El chabón paró y los muchachos le sacaron la recaudación del día y le dijeron: “No lo hagas más y buscate un trabajo”. Al que tendrían que pegarle un balinazo en el upite y sacarle la guita es al que trajo Obama.
Que ahora debe estar currando con Trump, es todo política y negocios, negocios y política. Yo no sé por qué los del peronismo no hacen algo inteligente y se juntan todos, la Porota cierra el pico, que venga Kichi, el Alberto, el que sea.
Por ejemplo: en Capital, en vez de poner por quichicienta vez a Filmus lo votan a Lousteau. Lousteau es de Nosiglia pero no importa, después se va a juntar con el que gane del peronismo. Yo soy radical y a mucha honra. Ayer me dijo mi señora: “¿Vos querés un cambio?”. Y yo le dije: “Sí, quiero, sí”.