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modernos y premodernos

Moyano, Bianchi y la lógica deductiva

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Con la lógica se sustenta el ejercicio del correcto pensamiento de la ciencia. Se evalúa si el encadenamiento de ideas está organizado de modo que sus conclusiones sean aceptadas como verdaderas.

Hay un ejemplo clásico que encadena las ideas del siguiente modo:
I. Siempre que llueve se moja el patio.
II. Hoy llovió. Entonces,
III. El patio se mojó.

Se necesita que la aglutinación de frases (proposiciones) posea al inicio una verdad universal y que la presentación de un caso que se encadene con esa verdad pueda demostrar lógicamente, la conclusión de una idea verdadera.

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Estas mismas proposiciones pueden mostrar un razonamiento incorrecto:
I. Siempre que llueve se moja el patio.
II. El patio está mojado. Entonces,
III. Hoy llovió.

La primera frase es una verdad completa, pero la segunda no implica esa conclusión. Siempre que llueve se moja el patio, pero no siempre que el patio está mojado es porque ha llovido.

Los juegos de evaluaciones sobre el paro del jueves cometen un error de organización lógica de las ideas. Utilizan el segundo ejemplo para dar cuenta de una conclusión equivocada. Asumen que poca gente en las calles supone una adhesión completa al paro. Pero se podría imaginar otra deducción lógica:
I. Siempre que hay paro la gente tiene miedo y se queda en su casa.
II. Hoy hay paro. Entonces,
III. La gente va a quedarse en su casa.

El uso del pensamiento deductivo en su formato más exigente, tal como aquí lo expongo, es muy complejo de aplicar a las problemáticas sociales, pero sirve para poner a prueba algunas ideas.

Nunca la discusión pública se basa en la preocupación por la generación de deducciones correctas, incluso no se las necesita cuando se hace uso de la fuerza. La ciencia como disciplina es el resultado de un desarrollo más moderno que el uso de la violencia y la limitación del movimiento de los cuerpos en el espacio. Sin embargo, al momento de evaluar el acatamiento del paro, los sindicalistas “juegan a ser deductivos” luego de haber aplicado el uso de técnicas premodernas de violencia.

Los que trabajamos con encuestas no vivimos de la deducción, sino de la inducción. Del juego de que si un porcentaje tal de casos supone cierto comportamiento, casi todos tendrán una chance estimada de repetirlo. No llegamos a verdades universales, acumulamos información y rogamos para que lo visto hasta ahora se mantenga igual.

Suponemos que si hace más de diez años el 80% de los argentinos tiene una imagen mala de Moyano, es porque hay un efectivo odio a su persona. Si alguien con mala imagen hace declaraciones públicas, lo más probable es que no se le crea. Si alguien con mala imagen llama a un paro, sólo sería efectivo si hace uso de la fuerza o el miedo porque nadie voluntariamente seguiría las órdenes de alguien que se desprecia.

Hay que agregar la simultaneidad. Tanto en el ámbito de la ciencia como en el de la fuerza violenta premoderna, no se puede controlar lo que pase al mismo tiempo en otros ámbitos. Si Moyano espera al final del Mundial para elegir el mejor día del paro, no tiene forma de imaginar que Boca ese día echa a Bianchi. En ese instante todo cambia (menos la mala imagen de Moyano), y se modifica el foco de atención.

En los medios de comunicación no se juega el torneo de las evidencias, sino el de las noticias, verdaderas o no verdaderas. Mientras sean llamativas es suficiente. Mientras es noticia el debate sobre si la gente está de paro o no, Angelici anuncia que no hay verdades universales sobre Bianchi y ahí no hay método deductivo que salve a Moyano. Aplica otra secuencia lógica:
I. Siempre que surja una nueva noticia los medios cambiarán de tema.
II. Que Boca eche a Bianchi es una noticia nueva. Entonces,
III. Los medios pasarán a ocuparse del tema Bianchi.

Aunque Moyano recurra a su premodernismo coercitivo, la sociedad moderna de los medios le pasa por encima con su violencia simbólica. Su huelga fue noticia por horas, hoy todos pensamos en otra cosa, y sus juegos deductivos sólo quedarán para su extrema intimidad. Triste suerte la del hombre moderno.

*Sociólogo. Director de Ipsos-Mora y Araujo.