El Salón Internacional del Libro de Turín, que se va a desarrollar entre el 10 y el 14 de mayo, lanza una serie de cinco preguntas, como un mensaje en una botella (las transcribo al final de la columna). Están dirigidas a escritores, científicos y artistas y están planteadas en una progresión que parte del individuo, avanza hacia la relación con los demás y finalmente se proyecta al universo.
Hacer y hacerse preguntas es algo fundamental para el pensamiento creativo. Y sin embargo, últimamente pareciera que sobrevuela en el ambiente cierta pretensión de encontrar respuestas eficaces a cualquier cosa sin siquiera tomarse el trabajo de plantear preguntas bien formuladas. Preguntar de manera simple sobre ciertas cuestiones complejas requiere atención, delicadeza y mucho trabajo. Por ejemplo, Alicia le pregunta al Gato de Cheshire: “¿Podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir?”, y el Gato responde: “Eso depende en gran parte de adónde quieres ir”. Salgamos del País de las Maravillas y volvamos al país real; pensemos en cuánta gente se pregunta adónde ir sin siquiera tomarse el trabajo de especificar la meta a la que quiere llegar.
Lo cierto es que responder a las cinco preguntas puede ser un buen ejercicio para ejercitar tanto el arte de formularlas como de responderlas. Si tanto las preguntas como las respuestas son auténticas, podemos considerarlas como regalos que se intercambian. Las respuestas se pueden enviar a un mail especialmente abierto a tal efecto (pero se puede responder a una sola si se quiere; lo que sí, supongo que hay que hacerlo en italiano). El mail es [email protected]. En abril, todas las respuestas van a ser publicadas online, de modo que uno va a poder confrontar las propias respuestas con las de los demás. Lo interesante no va a ser solo eso, sino que podrán confrontarlas con las de otros escritores, como los españoles Fernando Aramburu, Clara Usón y Javier Cercas; el estadounidense Peter Cameron; el sueco Björn Larsson; el islandés Jón Kalman Stefánsson; el mexicano Guillermo Arriaga y los italianos Antonio Manzini, Marcello Fois, Milena Agus, Davide Ferrario, Maria Pace O-ttieri, Andrej Longo y Laura Pariani. Y muchos más.
Las preguntas son estas:
¿Quién quiero ser? Nuestra identidad está en continua construcción. En la época del culto de sí mismo, ¿quiénes aspiramos a ser? ¿Qué relación hay hoy entre el ser uno mismo, conocerse a sí mismo y volverse uno mismo?
¿Para qué me sirve un enemigo? ¿Los confines nos protegen o impiden que nos encontremos y cooperemos? ¿Cómo y por qué los trazamos? ¿Necesitamos construirnos un enemigo con el fin de no tenerlos?
¿A quién pertenece el mundo? Dentro de cien años la Tierra podría ser menos acogedora que ahora. El margen entre ricos y pobres se ensancha. El trabajo escasea. Millones de personas se ven obligadas a dejar sus casas para probar suerte en otra parte. ¿De quién es el mundo? ¿Tenemos que cuidar de él?
¿Adónde nos llevan la espiritualidad y la ciencia? Ciencia y religión dieron forma a nuestra historia y a nuestro pensamiento. Pero también sirvieron desde siempre como instrumentos de opresión. ¿Hay una pretensión de cambio en la espiritualidad de las religiones y en el rigor de las ciencias?
¿Qué quiero del arte: libertad o revolución? ¿La creación artística puede bastarse a sí misma o debe plantearse como objetivo cambiar las cosas? ¿Qué es el arte y qué debe o puede darnos?