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VICTIMAS

Ni olvido ni perdón

Por Carlos Ares

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No le creo, señora. Que venga ahora, después de diez años, a venderme con sonrisas los trenes que compra en China con guita pública, dejando el tendal de ésa y otras deudas a los que vienen, como si eso fuera un “logro” de su gestión, y de paso coloque a Randazzo en la foto para promocionar su campaña electoral, es demasiado cruel. Porque la realidad es que tuvieron que morir 52 personas en la estación de Once para que usted se ocupara del asunto.

Es sólo un ejemplo de tantas cosas que no pienso olvidar. Ni perdonar. Desde 1990, cuando Menem firmó los indultos a Videla y Firmenich, entre otros, me propuse eso. No puedo hacer más de lo que lo hago. Pero al menos no olvidar, no perdonar. Usted se va a reír. A quién le importa, pensará. Y, sí, si bien se mira, poco cambió desde entonces. Manzano, Corach, Dromi, Parrilli, Néstor, usted, Scioli en los 90, cuando vendieron YPF y liquidaron todo. De nuevo Néstor, Parrilli, De Vido, Dromi, usted, Scioli, diez, doce años después, como si nada hubieran tenido que ver con los 90. ¡Cómo no se va a reír de mí y de quien sea! En estos últimos veinte años acumularon millones en sus cuentas personales, y encima nos cuentan cómo “sufren” la épica de la “liberación”.

Le explico: lo hago por mí. Si no olvido que usted, por ejemplo, aprovechó un viaje a París para sumarse, muy elegante, a una marcha en las calles que pedía la liberación de Ingrid Betancourt, secuestrada entonces por la guerrilla de Colombia, y acá hizo una fiesta en la Plaza de Mayo cuando moría gente en los saqueos, si recuerdo, le decía, si hago lo imposible por no olvidar, aun cuando sé que el tiempo me va a ir borrando los recuerdos de otros actos impiadosos –el encubrimiento de ladrones comprobados, los fraudes estadísticos y las mentiras escandalosas–, siento que al menos me reconozco y me reivindico conmigo.

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Es poco, casi nada, una modesta decisión que al menos me hace sentir que no soy cómplice. Donde puedo, hablo. Y cuando no, converso conmigo: no seas indiferente ahora, no olvides mañana, me digo. Mirá. El crecimiento de las villas, Formosa, Chaco, mirá. Hace veinte años y ahora. Mirá. Mintieron. Mienten. No justifiques, no ignores, no olvides, no perdones.

Sé que no puedo con todo. Imagínese. Ya cargaba con la dictadura, más Menem, más Néstor, más usted; la verdad es que la cabeza no da. Explota. Seguro que cuando me propongo no olvidar algo que sucedió ahora, a la vez se me escapa algo del pasado. De Antonini Wilson a Felisa Miceli, de un Jaime a un Boudou. Y la cabeza de los ciudadanos no da para todo, porque además hay que protegerse, trabajar o buscar trabajo, vivir.

Usted niega todo, no se hace responsable de nada, reparte culpas, inventa enemigos, huye hacia delante y arrastra a la sociedad nuevamente al abismo. Miente hasta con su propia vida, el pasado suyo y de Néstor. En el sur no hay un solo testimonio, una sola prueba, de que hayan hecho algo por alguien. Salvo cobrar las hipotecas hasta que empezaron a recaudar dinero público. Pero, si tengo que elegir, creo que en particular no voy a olvidar el uso de todo el aparato del Estado y de la propaganda para convencer con un relato falso a quienes no conocen la verdadera historia.
Si hay algo definitivamente imperdonable es que involucre a inocentes. Eso sí que no se olvida, señora. Eso es hacer daño porque sí. Es matar la esperanza ahora y la que vendrá, es asegurarse de que la tragedia va a continuar. ¿Y todo por qué? ¿No alcanza con lo que tienen, que necesita sangre joven? Revela un vacío en el alma que no se llena ni con todo el poder.

Eso es todo lo que quería hacerle saber, aun cuando usted no se entere ni le importe. No voy a olvidar. Ni los nombres, ni los delitos ni los muertos en Cromañón, por la inundación, por los trenes, por la inseguridad, de hambre, de miseria. No voy a olvidar. Ni a perdonar. La memoria es todo lo que tengo. Todo lo que me hace ser persona.

*Periodista.