Dos temas ocuparán buena parte de esta columna: lo complejo de abordar cuestiones altamente sensibles, como lo son los delitos de abuso y violación, y la ausencia, una vez más, de la ficha técnica que debe acompañar toda encuesta.
Antes de su abordaje, debo dar respuestas a inquietudes, críticas o comentarios de algunos lectores:
Jorge Cortabarría aclara con corrección un error en el que ha incurrido el editor de la sección Internacionales, Rodrigo Lloret, en la nota de opinión que acompañó el domingo 1° la nota titulada “Estados Unidos está listo para atacar pero Obama pide apoyo al Congreso”, referida a la situación de extrema tensión vinculada a la guerra civil en Siria. En su columna, Lloret decía que en una reunión “de máxima seguridad” realizada en septiembre de 2001 en la Casa Blanca estaban presentes el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, el presidente George Bush, el vicepresidente Dick Cheney y “la canciller Condoleezza Rice”. Cortabarría recuerda que el jefe de la diplomacia norteamericana en ese momento no era Rice sino Colin Powell; y tiene razón: entre 2001 y 2005 Rice fue asesora de Seguridad Nacional y recién sucedió a Powell como secretaria de Estado en 2005, cargo que ocupó hasta 2009.
Víctor Urruty hila muy fino al criticar la elección del traje a rayas como uniforme de presidiario en un chiste gráfico publicado el domingo 8 en la página 64. Es casi una convención humorística tal identificación, aunque la ropa carcelaria no es lo que era. Sugiero al señor Urruty que lo tome con humor, que de humor se trata.
Finalmente: con la carta enviada por María Inés Lamolla –pública militante en favor de procesados y condenados por su actuación en la represión durante la dictadura 1976/83– doy por terminada la serie de envíos de corresponsales en línea con el pensamiento de quienes siguen defendiendo el accionar terrorista del Estado en ese período. No habrá posibilidad de acuerdo con ellos mientras sigan insistiendo en reivindicar asesinatos, torturas, desapariciones y robo de bebés y bienes materiales que han sido y están siendo juzgados y condenados por la Justicia de la democracia.
Psicólogo. En muchos países –España, por poner un ejemplo– existe legislación o acuerdo de los medios para evitar que en casos policiales sensibles sean difundidos los datos de filiación de víctimas y presuntos victimarios. Esto se hace más evidente en la información que se publica sobre violaciones o abusos sexuales. La medida –que obliga a los editores a publicar sólo iniciales de los involucrados e impide la difusión de sus imágenes– persigue un doble objetivo: no exponer a las víctimas a un conocimiento público no querido, y evitar que la urgencia periodística haga del caso un juicio mediático, que en caso de inocencia del o los imputados ya no tendrá vuelta atrás.
Este tema viene hoy por lo ocurrido en Buenos Aires con el psicólogo a quien se acusó de haber cometido seis violaciones. PERFIL abordó el tema el sábado 7, con título y foto en tapa y amplio despliegue en las páginas 52 y 53. El propio secretario de Seguridad –siempre más preocupado por su protagonismo que por la correcta administración de justicia– afirmó que la Justicia tenía suficientes pruebas para procesarlo. Días más tarde, el juez porteño Ricardo Farías revelaría que el psicólogo no había sido reconocido por las víctimas, ni su huella dactilar identificada como prueba, ni su ADN compatible con el del violador serial. El hombre fue liberado, claro, pero su cara sonriente quedó grabada en las retinas de lectores y televidentes de todo el país. ¿Actuó PERFIL violando las reglas del buen periodismo vigentes en la Argentina? Sí y no. Sí recurrió a fuentes oficiales que dieron la versión oficial, buscó opiniones contrapuestas, mostró el identikit difundido por las autoridades judiciales y lo comparó con las fotos del detenido. Eso estuvo bien. No estuvo tan bien que la cara del hombre quedara impresa en la tapa del diario y que se haya hablado de una “doble vida” sin fundamento incontrastable en el texto.
Si los medios, en lo que sería un paso histórico para el periodismo local, acordaran medidas de protección similares a las que se citan más arriba, este hombre podría andar por las calles gozando de su libertad sin temor a ser identificado como “el psicólogo violador”, un escarnio público demasiado parecido al linchamiento mediático.
Encuesta. Una vez más, PERFIL difundió en su tapa y páginas 2 y 3 del domingo 8 los resultados de una encuesta de alcance nacional relacionada con la imagen presidencial. Y una vez más se omitió publicar la ficha técnica de ese trabajo de una consultora, realizado por encargo de este diario. Es necesario reiterar que los lectores merecen conocer, al menos, el método empleado, la cantidad de casos, los puntos del país consultados, el margen de error y todo otro dato que aporte a la veracidad del resultado.