COLUMNISTAS
Goles y buenos espectculos

No alcanza con aplaudir

Soy de los que gozaron viendo por televisión los partidos de esta semana de la Copa Libertadores. Digo que gocé porque no soy hincha de River, ni de San Lorenzo ni de Lanús ni de Estudiantes.

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Soy de los que gozaron viendo por televisión los partidos de esta semana de la Copa Libertadores. Digo que gocé porque no soy hincha de River, ni de San Lorenzo ni de Lanús ni de Estudiantes. Como espectáculos, Lanús-Estudiantes y América-River fueron fantásticos. Y Cruzeiro-San Lorenzo fue atractivo. Pero esto es fútbol, no una comedia musical. Entonces, no alcanza con aplaudir y decir “qué bien está fulano” o “mengano baila como los dioses”. Salvo los famosos imponderables, el fútbol tiene explicaciones, las cosas pasan por algo y dejan conclusiones que –sobre todo los entrenadores– deben leerse correctamente.
Ramón Cabrero, el técnico de Lanús, debe estar feliz por haber recuperado a Valeri y a Sand. No hay que olvidarse de Lautaro Acosta, de Pelletieri ni de Fritzler, puntales fundamentales del equipo que ganó el Apertura 07. Lanús entró en un terreno fangoso. Aún no tiene su clasificación a la segunda ronda asegurada y está luchando para no ser un campeón de cuatro meses, como les ocurrió a la mayoría de los ganadores de torneos cortos. Cuenta con la ventaja de estar disputando la Libertadores inmediatamente después de haber obtenido el logro. Mantuvo al mismo entrenador y a los mismos jugadores, algo que no sucedió con Estudiantes o River, por ejemplo.
Lanús, Estudiantes y River pecaron de desequilibrados. Algún día –espero que no sea muy lejano– deberemos entender que este deporte tiene dos arcos, a uno de los cuales hay que vulnerar. Es el de allá adelante, “el arco de enfrente”, como recitan de memoria menottistas, basilistas y todos los “istas” que defienden “el buen fútbol”.
Los que gustamos del “mal fútbol”, sin embargo, sospechamos que no alcanza con eso. Nos dimos cuenta el día que metimos un montón de goles en “el arco de enfrente” y no ganamos. Fue ahí que entendimos que allá atrás, donde hay uno que juega para nosotros que usa guantes y puede tomarla con la mano, hay otro arco. Ese es “el arco propio”. Y hay que cuidarlo. En ese momento, aprendimos que el fútbol es ataque y defensa.
En ese concepto fallaron Lanús, Estudiantes y River. La defensa de Lanús no es la más segura que uno puede encontrar. Recordemos, además, que, a diferencia de la que ganó el torneo, la ida de Ribonetto fue reemplazada con el muy joven Carlos Quintana. No es normal tener defensores tan jóvenes. La excepción del Newell’s campeón de Bielsa con Gamboa (20 años) y Pochettino (21) como centrales es eso, una excepción. Tampoco es imposible ni es un certificado de ineficacia, pero acomodar a un joven zaguero lleva tiempo. En el caso del Granate, hay que sumar que tampoco está el mellizo Graieb. Es cierto, por supuesto, que Lanús fue para adelante, se puso 2-0 y estuvo para liquidar, pero no lo hizo. Le empataron (no creo en “somos generosos, no sabemos cuidar un resultado”; hay que saber cuidarlo) y casi le ganan. Estudiantes no tiene a Verón, pero recuperó a Braña, cuenta con Moreno y Fabianesi en un gran momento y Sensini insiste con tres delanteros reales, aunque Piatti o Salgueiro, alternadamente, den una mano en el medio. Esto le trajo, también, serios problemas. Se desesperó, le marcaron tres goles y casi lo pierde al final. Se salvó por la falta de aplomo de Sand en un momento clave y porque enfrente tuvo a un arquero de Selección como Andújar en una noche brillante.

River perdió un partido que pudo y debió haber ganado. Pese a que Simeone logró muchos avances, al equipo todavía le llegan mucho, más por fallas individuales que colectivas. Es difícil que lo arregle en lo inmediato, salvo que Ponzio tenga un socio del estilo de Ahumada para recuperar en el medio. En México, el DT puso a Nicolás Sánchez y Nasuti como centrales y dos laterales veloces, Ferrari y Villagra. Los dos zagueros elegidos tienen excelente juego aéreo. Sin embargo, a River le hicieron tres goles de cabeza. No se puede hablar de imprevisión. En la previa, el Cholo habló del buen juego aéreo del América. Ahí fallaron las marcas. Y por eso perdió, porque los de arriba hicieron tres goles en el Azteca, no es poco. De todos modos, River está bien. Va encontrando identidad, hay jugadores que se van acomodando, como Abelairas, Ponzio, Villagra y Falcao. Abreu debería ser utilizado sólo cuando el partido lo amerita y Rosales tiene que calmarse cuando enfrenta al arquero. Alexis Sánchez será un gran jugador el día que entienda que el fútbol no sólo es gambeta, también es un gran pase. Y deseamos con el corazón que Ariel Ortega pueda salir definitivamente de sus fantasmas personales.

Lo más difícil de encontrar en el fútbol es el equilibrio entre ataque y defensa. Como espectáculo televisivo, mejor que no se lo encuentre nunca, así podemos disfrutar de un montón de goles.
Afortunadamente, el fútbol es más que eso. Repito: es un juego que tiene dos arcos, en uno hay que meter la pelota y en el otro hay que sacarla. A los tres –Lanús, Estudiantes y River– les fue bien sólo en un aspecto: en meterla. Pero no pudieron evitar que les marcaran y, entre todos, sumaron nueve goles en contra. Y ninguno ganó.
Es muy fácil hablar de equilibrio. Hacerlo, como se vio esta semana en la Copa Libertadores, es bastante más complicado.