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No es fácil tener ombudsman

Konrad Lorenz, en su libro De la agresión: el pretendido mal, cuenta que en las aves Pinzón Real la masculinidad del macho se prueba en la cantidad de picotazos que puede soportar de la hembra la que así mide su virilidad. Estoico, el macho debe resistir con orgullo la descarga de un pico del tamaño de una espada.

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Konrad Lorenz, en su libro De la agresión: el pretendido mal, cuenta que en las aves Pinzón Real la masculinidad del macho se prueba en la cantidad de picotazos que puede soportar de la hembra la que así mide su virilidad. Estoico, el macho debe resistir con orgullo la descarga de un pico del tamaño de una espada.
Eso recordé el sábado anterior a las 11 de la noche mientras, parado en la redacción frente al mostrador del coordinador, revisaba las pruebas de todas las páginas que irían a impresión y, entre ellas, el Correo Central de Nelson Castro. Sorprendido al ver que se publicaba la carta de un lector que me criticaba, el obmbudsman le daba la razón y yo no había podido hacer mi descargo, le pregunté al jefe de Redacción de PERFIL: “Decime, Claudio, ¿por qué a todos los redactores Nelson les informa sobre las críticas que reciben y les permite responderlas, y a mí no?

La crítica. El párrafo de mi columna que desagradó al lector decía: “Fue Ruckauf quien arrastró a la debacle a un De la Rúa autista (los psicólogos explican que los autistas son inamenazables porque no registran el mensaje)”. El lector, padre de un niño autista de 5 años, se queja de que su hijo sufre discriminación, pide que no se utilice esa palabra para descalificar y solicita “un informe sobre autismo: hay historias increíbles que merecen ser difundidas. Sería una forma de disculparse con los autistas”.
Nelson Castro le responde: “Efectivamente, ha sido desgraciado esto de asimilar la desastrosa administración de De la Rúa con el autismo. En primer lugar, porque el doctor De la Rúa no padece de autismo. En segundo lugar, porque su desastroso gobierno fue producto de sus errores y de los muchos que lo acompañaron en su gestión. En tercer lugar, porque el paciente autista es una persona con enormes potenciales que necesitan ser estimuladas a través de un adecuado tratamiento y un soporte afectivo fuerte. Eso es lo que están haciendo vos y tu familia. Gracias, Martín, por tu carta”.
Al terminar de leer la respuesta de Nelson imaginé que no dudó de mi error porque además de periodista es médico y neurólogo y por esa misma formación juzgaba al autismo desde una perspectiva médica. Pero yo estaba seguro de lo que había escrito porque lo había tomado de los libros ¿Es real la realidad? Confusión, desinformación y comunicación (capítulo: “La amenaza que no puede alcanzar su objetivo”), y Teoría de la comunicación humana, ambos de Paul Watzlawick, profesor emérito de la Universidad de Stanford y alma máter del mundialmente reconocido Mental Research Institute de Palo Alto que dio origen a la psicología constructivista.
Simplificando, hay dos acepciones clínicas de autismo: la clasificación médica creada en 1943 en el Hospital John Hopkins para el autismo infantil, y la clasificación psicológica del Dr. Hans Asperger para la psicopatología autista.
Coincido con el lector en que las increíbles historias sobre el autismo merecen ser difundidas y cumpliendo con su pedido sintetizaré algunas de ellas. Einstein y Newton padecían de autismo; también Miguel Angel, el genial arquitecto Gaudí (la catedral de Barcelona, La Sagrada Familia, es considerada el mejor exponente de un “edificio artístico y autista”) y el abanderado del movimiento pop: Andy Warhol. El autor del libro ¿Existe un vínculo entre autismo masculino y habilidad excepcional?, Michael Fitzgerald, profesor del Trinity Collage de Dublín, explica que muchas personas con poder como Bill Gates tienen “el don divino o maligno del autismo”. Un 10% de los autistas tienen talentos extraordinarios contra un 0,5% de la población general. Y se lo diagnostica nueve veces más en hombres que en mujeres. Los hombres son buenos para sistematizar pero malos para empatizar: los autistas tienden a ver las cosas desde lo detallado hasta lo global, antes que ver el cuadro general, y de ahí ir al detalle, como hace la mayoría de la gente. Son especialmente hábiles en matemáticas: el Premio Nobel de Economía Vernon Smith, también autista, considera su condición una “ventaja selectiva”, ya que proporciona una habilidad para hiperconcentrarse. A cambio, sumergidos en su propio mundo pagan el precio, en distintos grados, de desconectarse de la realidad, no registrar el miedo de tener dificultades de comunicación, y pueden resultar crípticos, inflexibles y faltos de espontaneidad como resultado de su preocupación excesiva en un restringido foco de interés.
En Internet existe una comunidad de autistas que defiende el derecho a que su condición no sea considerada una enfermedad o un desorden sino una forma diferente de ser, y aspiran, al igual que lograron los activistas homosexuales en 1973, que el autismo sea retirado como enfermedad del DMS (Manual de Diagnóstico Psiquiátrico).
Sin que esto signifique contradecir la opinión médica del ombudsman de PERFIL (autor del libro Enfermos de poder. La salud de los presidentes y sus consecuencias, en el que se detallan los problemas cardíacos y pulmonares de De la Rúa), ni mucho menos ofender a los autistas, insisto en que desde la perspectiva psicológica De la Rúa tuvo comportamientos autistas al final de su presidencia.
Lingüísticamente, autismo refiere a aislamiento (del griego: uno mismo; por eso algunos psicólogos hablan de narcisismo autista) y según el diccionario de la Real Academia “sólo su excesiva intensidad es patológica”. Es un lugar común en el periodismo decir “los políticos autistas que no escuchan otra razón que la propia”. Finalmente: mi frase fue “un De la Rúa autista” (adjetivo calificativo que refleja un aspecto) y no “De la Rúa es autista (estado permanente del ser), y tampoco califiqué a su gobierno de autista.

 
NELSON CASTRO: el ombudsman.

El ombudsman. Me encontraba escribiendo este texto cuando ingresa un mail de Pepe Eliaschev enojado con el ombudsman de PERFIL porque también en el Correo Central del último domingo se publicó una carta criticándolo, sin posibilidad de descargo (en esta edición se publica su réplica).
Rápidamente recordé la dura crítica que el propio Pepe hizo del diario PERFIL en 1998, y que publicamos sin chistar, por haber difundido escuchas telefónicas que demostraban que los hijos de De la Rúa tenían preferencias en la UBA. Pepe tenía una parte de razón: las escuchas telefónicas sólo son admisibles ante casos de delitos de acción pública. Como también Nelson Castro tiene parte de razón en su crítica actual: podría haber aclarado que no me refería al autismo infantil temprano.
No es fácil tener ombudsman, pero estoy orgulloso de habernos animado a asumir los conflictos que genera y que el elegido haya sido una persona como Nelson Castro, quien es menos condescendiente con el director o un columnista estrella que con un redactor.
En Estados Unidos se anunció que “si bien The New York Times siempre se resistió vehementemente a la idea de tener un editor independiente que analice y publique las críticas de los lectores, después del caso de Jayson Blair (artículos falsos) se decidió tener un par de ojos independientes de la producción y a partir de mayo próximo tendrá su primer ombudsman”.
PERFIL es el primer diario argentino con un ombudsman y ante cada tensión que genera su radical autonomía Nelson Castro me recuerda: “Pero estamos haciendo historia en la profesión”. Me conformo con que los lectores valoren la importancia que tiene para nosotros.

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