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No hubo burbuja sojera

El complejo sojero ha tenido un excesivo protagonismo durante este año, hecho nunca imaginado por los actores que le dan sustento al mayor producto exportable, que tantos beneficios ha traído a la economía argentina.

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El complejo sojero ha tenido un excesivo protagonismo durante este año, hecho nunca imaginado por los actores que le dan sustento al mayor producto exportable, que tantos beneficios ha traído a la economía argentina.

Haber repetido una cosecha récord, consolidado un elevado nivel tecnológico base de su propia competitividad, un mayor compromiso con la sustentabilidad en un marco de adecuadas rotaciones y protección del suelo, ser atractiva a la inversión en agroindustria con cifras nunca antes logradas, generado con su aporte al fisco el sostenimiento de planes sociales y ser determinante en el superávit comercial no fueron suficientes razones para preservar la integridad de toda la cadena productiva que fue afectada por medidas, a nuestro juicio equivocadas, supuestamente distributivas, que en su origen desconocieron el impacto positivo que la soja tiene en toda la sociedad. No es un mero beneficio para un sector, es la extensión del mismo a todos los niveles de la actividad económica.

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Posteriormente se dañó a toda la cadena comercial, imponiendo restricciones a las exportaciones, quitándose instrumentos de negocios de futuros, que hicieron y hacen imprevisibles y riesgosos los resultados de la actividad.

Una campaña desaprovechada para todos.

Aquellas medidas generaron inseguridad, desánimo y desconcierto en los productores, primer eslabón de la cadena, y los hicieron redefinir sus planteos productivos, y ante una nueva siembra deciden entregarse a la soja de manera masiva.

Esto tiene consecuencias no deseadas internas y externas en el mediano y largo plazo. El mayor capital externo que se pierde es la ganada confianza de los países importadores, concepto justificado en la dinámica respuesta que nuestro país tuvo a sus crecientes demandas.

Sin embargo el futuro es auspicioso. Los alimentos en el mundo de hoy tienen una demanda sostenida, empujada por las mejoras en el nivel de vida de la población mundial. Esto es una regla que no va a ser frenada por la nueva y precaria situación de la economía mundial. No hubo “burbuja sojera”. La sociedad mundial tiene más aspiraciones que nunca y el alimento es la base de su sustento. Las dietas más valoradas y sofisticadas necesitan de creciente producción de alimentos y de alta calidad.

A esto la soja argentina no sólo va a tener que dar respuestas, sino que debemos comprometernos a volver a ser un seguro proveedor. Es su destino en el mapa productivo de los próximos años. En el propio sector productivo, mucha es la tarea para los próximos años.

Las nuevas tecnologías deberán basarse en nuevos productos biotecnológicos, que ya se anuncian en los países centrales, que tolerarán más la sequía y los suelos salinos, resistirán más a los insectos y enfermedades, serán más eficientes en el uso de los recursos ambientales, rendirán más y con mejor calidad diferenciada y de identidad preservada. La Argentina de hoy no tiene limitado el aumento del rendimiento por la calidad de su genética, pero tiene sin resolver su siguiente paso al mundo biotecnológico.

La sustentabilidad del complejo debe basarse en rotaciones y en el uso de fertilizantes. Deberán crearse las condiciones para fomentar la mayor competitividad de las producciones, diversificando el panorama productivo, con estímulos a la radicación de industrias en las zonas alejadas, que generen mayor valor agregado y por ende mayor ocupación de mano de obra.

Las obras de infraestructura necesarias deberán basarse en políticas de impuestos que provean financiamiento dentro del propio sector, ya que es impensable que los recursos sean transferidos desde la industria.

El complejo necesita de medios de transporte más eficientes y obras de almacenaje, que reduzcan costos y faciliten que los negocios sean pautados y efectuados en el tiempo.

Será necesario a nivel internacional, el trabajo conjunto de las autoridades con el sector productivo. La mayor elaboración de nuestros productos tiene una amenaza para un acceso fluido a los mercados, por ello ese trabajo debe basar su estrategia de defensa, en información científica generada localmente, y habilidad en las negociaciones.

Por todo esto “las experiencias vividas, no concluidas, deben ser útiles para enfrentar los próximos desafíos”. Lograr producción, fuente de riqueza para la sociedad argentina.

 

*Presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja de Argentina (Acsoja).