Leonidas Donskis, profesor de Política en la Universidad Vytautas Magnus, Lituania, advierte respecto a la crisis de la Eurozona: “La Unión Europea está viviendo una crisis que resulta difícil de creer. Normalmente, la Unión Europea se ha visto asediada por plagas y guerras. Pero en esta ocasión su destino está siendo banal y prosaicamente decidido (casi al punto del absurdo) no por figuras que merezcan el título de ‘históricas’ –hombres de Estado, maestros del teatro político y la retórica, diplomáticos y generales, figuras que encarnan el espíritu de su tiempo– sino por burócratas y tecnócratas de la política y el mercado, todos ellos seleccionados por su similitud casi perfecta a los mortales ordinarios.
”Es una materia digna de la pluma de Max Weber; de hecho, se trata de la jaula de acero de la modernidad racional que él describió, sometida a una controversia técnica en la que sólo parece que preocupe una pregunta: ¿cómo evitar el pánico financiero enviando señales correctas a los inversores y los mercados?
”Pero por ahora Europa se está consumiendo sin que nadie lo crea: los actores no son grandes personalidades históricas, sino tipos completamente banales y predecibles, no son monarcas, papas, generales, filósofos, poetas y revolucionarios, sino banqueros, financistas, inversores y genios del diagnóstico de las fluctuaciones del mercado, y la inestabilidad y consiguiente inseguridad global que éstas generan, así como insensibles tecnócratas y políticos que han reconducido la crisis global en su propio beneficio”.
Es necesario señalar las perfectas similitudes de la cita de Donskis respecto a la situación nacional?
Efectivamente, nos gobierna una banda de burócratas y tecnócratas de la política y el mercado, todos ellos construidos buscando una similitud casi perfecta con los mortales ordinarios, comunes, también denominados “la gente”.
No se trata esta vez de una gestión desbordante de carisma ( salvo el de Lino Barañao, pero es parte de la pesada herencia), tampoco de superministros como Domingo Felipe Cavallo, a punto que hoy ocupa su lugar el que fuera ignoto acompañante de Carlos Pagni en su programa de cable.
De este escuálido equipo gobernante, poblado a lo Donskis por banqueros, financistas, inversores e insensibles tecnócratas y políticos que han reconducido la crisis global en su propio beneficio, el ministro de Producción, Francisco Cabrera, ofrece como valor destacado a su planicie de gestión y atributos de old latin lover una enorme capacidad de propalar pelotudeces.
Una de ellas es que “la apertura importadora no existe” y que “en modo alguno se afectó el empleo en general y el industrial particularmente”.
Pues bien, en base a datos oficiales, el gráfico 1 muestra el crecimiento notable de las importaciones de bienes de consumo en medio de una gran recesión como la actual (combinación que no ocurría desde el año 2000, previo a la crisis neoliberal del año 2001).
Así se desprende de un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que precisó que mientras en 2016 las importaciones habían crecido a un ritmo del 17% promedio, ahora ya lo están haciendo en un 22,5%.
La consecuencia es la caída del empleo industrial (3,9%) en perfecto tobogán, el empleo de mayores salarios y formalidad, como se observa en el cuadro 2.
En fin, lamentable camino antiindustrial, el elegido por el gobierno neoliberal que no nos sorprende, pero desagrada, tanto por los efectos sociales muy dañosos que produce a nivel de empleo y actividad, como por la saga de chascarrillos, pullas y cornetines con los que funcionarios banales y predecibles como Míster Cabrera justifican la debacle, agrediendo una y otra vez nuestra inteligencia, estimados lectores de PERFIL.
*Director de Consultora Equis.