COLUMNISTAS

Nuestros muros

La última semana, conté primero en Perfil.com y luego en la revista Noticias qué hacía en el hall del edificio de Editorial Perfil la mayor cantidad de bloques del Muro de Berlín que hay afuera de Alemania.

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EL MURO DE BERLIN EN PERFIL. La mayor cantidad de bloques fuera de Alemania está en el hall del edificio de Editorial Perfil.

La última semana, conté primero en Perfil.com y luego en la revista Noticias qué hacía en el hall del edificio de Editorial Perfil la mayor cantidad de bloques del Muro de Berlín que hay afuera de Alemania. Esa historia precisa también ser compartida con los lectores del diario PERFIL.

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Hace veinte años, la noche del jueves 9 de noviembre de 1989, mientras caía el Muro de Berlín, un puñado de periodistas estábamos cerrando lo que sería la primera edición de la revista Noticias. La coincidencia entre nuestro lanzamiento y la caída del Muro nos hizo reflexionar aún más sobre el contenido simbólico del triunfo de la libertad de expresión que ese derrumbe representaba. Llamamos al embajador de la por entonces aún vigente Alemania Oriental, autodenominada Democrática –la de la Stasi, que después de la KGB fue la policía más temida del mundo– y le explicamos que la coincidencia de fechas nos impulsaba a desear contar con una parte del Muro en nuestras redacciones para que en la Argentina quedase un testimonio material de su significado histórico y periodístico. Dijo que consultaría a su Cancillería y una semana después regresó con la respuesta: su gobierno nos donaría el Muro si Editorial Perfil donaba la construcción de una escuela en Alemania. La escuela se hizo, el Muro llegó y nos recuerda cada día que entramos a nuestras redacciones que, como periodistas, no sólo debemos derribar los muros exteriores sino los propios internos.

Hace pocos meses me tocó reunirme en Alemania con quien desde enero pasado es el nuevo presidente de la mayor editorial de ese país, Gruner + Jahr, Torsten-Jön Klein. El es el primer presidente de una gran empresa alemana que nació en Alemania Oriental. A pesar de que transcurrieron dos décadas desde la caída del Muro, las diferencias culturales crearon otros muros no materiales pero igualmente separadores entre los alemanes de Oriente y Occidente .

Torsten pudo llegar porque primero dirigió el diario Berliner Zeitung, originado en el sector oriental de la ciudad pero que luego de la caída del Muro fue comprado por la mayor editorial del lado occidental, la citada Gruner + Jahr, también denominada G+J. El día que los alemanes occidentales decidieron que había llegado la hora de que presidiera la empresa un “oriental”, ascendiendo a Torsten, entre todos los empleados del Berliner Zeitung organizaron una celebración porque “uno de los nuestros” alcanzaba por primera vez esa posición. Que Torsten fuera presidente de G+J, la división publicaciones del grupo Berstelman, principal empresa de comunicación de Alemania, fue vivido por los “orientales” –salvando las distancias– con la alegría y el orgullo con que vivió la población de color el triunfo de Obama en Estados Unidos.

Torsten me contó que él era miembro de la FDJ, la organización comunista juvenil a la cual debía unirse todo aquel que quisiera ir a la universidad, que él creía en los ideales del comunismo y del partido, convencido de que estaba trabajando para una Alemania mejor, y que el día que el régimen se derrumbó, quedó tan conmovido como todos sus compatriotas.

Pero que luego comenzó otra batalla no menos difícil, que fue vencer sus muros internos, aquellos que a pesar de que no existiera más una grenze (frontera en aleman) lo separaban de sus compatriotas del otro lado. Esos muros interiores aún perduran tras dos décadas de integración y en las personas mayores son casi insuperables.

Probablemente, a los argentinos nos suceda algo similar con las grenze que creó la dictadura militar y nos cueste superar esas fronteras que crearon los violentos años 70. Así como a España le llevó cuatro décadas digerir las atrocidades de su guerra civil y fue necesario que sus participantes murieran o fueran lo suficientemente mayores como para que sus ánimos revanchistas se hubieran aplacado, recién en la próxima década los argentinos quizá podamos dejar atrás esa separación que aún hoy nos divide.

También la identificación de los nietos de desaparecidos contribuirá a dar vuelta esa página que todavía nos ancla al pasado.