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Nueva revolución agraria en China

La crisis financiera desatada en EE.UU., y convertida en global en los últimos dos meses, afecta de manera directa a China. Los activos de sus grandes mercados bursátiles –Shangai y Shenzhen– cayeron 64% entre enero y octubre de este año.

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La crisis financiera desatada en EE.UU., y convertida en global en los últimos dos meses, afecta de manera directa a China. Los activos de sus grandes mercados bursátiles –Shangai y Shenzhen– cayeron 64% entre enero y octubre de este año.

También la economía se ha desacelerado. En los primeros seis meses de este año creció 11,6%, pero aumentará sólo 9% al concluir 2008. Morgan Stanley redujo su pronóstico para 2009, y lo llevó de 9% a 8,2%. Algo similar hizo UBS AG: disminuyó su estimación de 9% a 8% para el próximo año.

En tanto, se amplía la brecha entre campesinos y trabajadores urbanos. El ingreso promedio de estos últimos ascendió a 2.800 dólares anuales en 2007, en tanto los campesinos (780 millones / 56% de la población) recibieron 605 dólares (4.140 yuanes).

La causa de esta disparidad es la diferencia entre sus niveles de productividad. La productividad industrial-urbana se incrementa 6% anual (en las empresas transnacionales el auge es tres veces superior). El agro, en cambio, experimenta un crecimiento de la productividad prácticamente nulo: 1% o 2% por año, y sólo en algunas regiones.

La razón del retraso agrícola es el tamaño de las unidades productivas, que no superan media hectárea. Esta estructura es el legado de la reforma lanzada en 1978 por Deng Xiaoping, cuando se desmantelaron las comunas y se dio paso a la libre actividad de los campesinos, para que trabajaran a través de unidades familiares. El resultado fue un boom agrícola, que llevó la cosecha de granos de 30 millones de toneladas a más de 400 millones en menos de diez años.

Pero los efectos del desmantelamiento de las comunas se agotaron al terminar la década del 80. En 1991/92 China estableció como prioridad estratégica (“Viaje al Sur”, de Deng Xiaoping) la atracción en gran escala de la IED de las empresas transnacionales; allí comenzó el boom exportador, que la ha transformado en la segunda potencia comercial del mundo.

Pero la conversión de China en la mayor plataforma de inversión transnacional después de EE.UU. amplió la brecha entre los ingresos de la producción industrial, sobre todo exportadora, y la población campesina.

La semana pasada, ante el agravamiento de la crisis internacional y la evidencia de la desaceleración de la economía, el presidente Hu Jintao convocó a una reunión especial del Comité Central del PCCh. Allí se decidieron dos medidas fundamentales: los campesinos podrán transferir libremente los derechos sobre las tierras que utilizan sus unidades productivas, ya sea vendiéndolas, alquilándolas o sometiéndolas a hipoteca.

En segundo lugar, algo más importante en una perspectiva estratégica, podrán hacerlo no sólo a otros campesinos individuales, sino también a grandes corporaciones agroalimentarias de alto nivel de capitalización y elevada tecnología, que reciban inversión transnacional o sean directamente empresas transnacionales.

El objetivo es que estas grandes corporaciones sean capaces de desarrollar economías de escala y de desplegar, en un plazo de 10/15 años, los niveles de productividad agrícola de los países avanzados, en primer lugar EE.UU.

Esta transformación permitiría duplicar en 2020 el ingreso real per cápita de los campesinos, y acelerar la migración del campo a las ciudades, no sólo hacia las actuales –sobre todo en las provincias costeras–, sino en dirección a un grupo de unas 100 nuevas urbes de infraestructura ultra moderna, que se crearían en las zonas de mayor densidad campesina. Esto implicaría duplicar el actual mercado interno en 12 años. La percepción del PCCh es que se abre un período de inestabilidad global que puede durar 3 o 4 años, con una desaceleración de sus exportaciones por un período similar.

La respuesta es ampliar la acumulación interna, a través de la convergencia entre los niveles de ingreso de la población agrícola e industrial, y mediante la homogeneización institucional de los dos sistemas productivos. La presunción es que el ingreso campesino es el principal cuello de botella que frena la acumulación doméstica.

Todo en China tiene “características chinas”: el socialismo, el mercado, el vuelco al capitalismo y la globalización. Pero la primera y más importante de esas características surgió cuando Mao advirtió que el campesinado –no los trabajadores industriales– era el principal protagonista de la revolución.

Hay una profunda coherencia en la visión estratégica del PCCh desde la “Larga Marcha” de 1934-35 hasta la reunión del fin de semana pasado del Comité Central.