COLUMNISTAS

Nueve años

<strong>Por Jorge Fontevecchia.</strong> No tendría que ser una proeza que un diario cumpla nueve a&ntilde;os. Pero lo es. Y mucho más en la Argentina actual.

La planta de impresion de Perfil es una de las únicas cuatro que hay en Argentina de alta velocidad y doble formato; las otras son de Clarín, La Nación y La Voz del Interior de Córdoba.
| Cedoc Perfil

No tendría que ser una proeza que un diario cumpla nueve años. Pero lo es. Y mucho más en la Argentina actual. Porque fue el diario que primero y durante más tiempo ha sido discriminado con la publicidad oficial. Porque, además, tampoco está sostenido por un privado que gustoso financia sus pérdidas a cambio de recibir obra pública, licencias petroleras o casinos.

Ni es de un sindicato. Ni de una empresa telefónica o cualquier otra organización que lo utilice como herramienta de lobby y saque provecho pagando sus costos.

Se las tuvo que arreglar solo haciendo puro periodismo a cambio de lo que pagan los lectores y la publicidad comercial. Y tampoco contaba, como los diarios tradicionales, con una clientela de lectores y anunciantes de décadas con los que cruzar el vendaval kirchnerista. Y lo cruzó haciéndoles frente a los K desde el primer día.

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Como le hará al próximo gobierno mientras diarios que hoy son críticos vuelvan a ser contemporizadores durante los primeros años de “luna de miel”.

Otra singularidad es que la empresa que lo edita siga teniendo los mismos dueños, porque prácticamente ninguno de los principales medios de comunicación nacionales –todos los canales de televisión, las radios, las editoriales de revistas, las editoriales de libros, y los diarios– siguió siendo de los mismos dueños, o de sus herederos, que a comienzos de los 90. Fueron vendidos a otras personas, con la salvedad del Grupo Clarín y el diario La Nación. Integrar ese minúsculo conjunto de excepciones sin contar con la solidez empresaria casi centenaria de los otros dos ejemplos es también una proeza.

Se siente en el cuerpo el peso de haber cruzado ese desierto. Una forma de medirlo es en las casi mil contratapas, 922 a esta edición y que serán 1.026 el siguiente 11 de septiembre, cuando completemos el décimo año, que desde esta edición ya comenzamos a recorrer. Pero el 11 de septiembre de 2015 el gobierno kirchnerista prácticamente será pasado, estaremos a pocas semanas de las elecciones y el clima de persecución a los medios habrá cambiado. Casi será “divertido” –además de patético– ver cómo medios K se transformarán en oficialistas del candidato triunfador.

El año próximo también encontrará a la redacción de este diario mudada a sus nuevas instalaciones en el barrio de Barracas, en el área declarada Distrito de Diseño, donde funcionarán también tres estudios de radio y dos de televisión.

Comenzará a quedar atrás el desierto que nos tocó cruzar para que cada cumpleaños deje de ser –exageradamente– vivido como una proeza y pase a ser algo normal.

La foto que ilustra esta columna es de la planta de impresión de Perfil, una de las únicas cuatro que hay en Argentina de alta velocidad y doble formato; las otras tres son de los diarios Clarín, La Nación y La Voz del Interior, de Córdoba (propiedad del Grupo Clarín). Haberla mantenido incluso durante los años en que el diario PERFIL no pudo salir fue otra proeza, que valió la pena porque la calidad de impresión es otra señal de distinción de este diario, que incluso pudo ganar el premio al mejor impreso de Latinoamérica en 2009 durante la reunión anual de Asociación Gráfica Unión de Imprentas realizada en Perú.

En un país que se desindustrializa y donde no se invierte, la planta de impresión de Perfil y su futura nueva redacción con capacidad audiovisual son el mayor gesto de compromiso con una profesión que no se ejerce sólo cuando se gana dinero o las condiciones son favorables, sino de forma permanente.

No es fácil, pero tiene muchas compensaciones para quienes aman el periodismo y lo consideran la mejor profesión del mundo.