Albertina Carri ha estrenado nueva página en internet (http://albertinacarri.com/), que no es un resumen sino una obra en sí misma, como podría serlo la obra reunida de un poeta o las obras completas de un filósofo.
Las piezas de esa obra se organizan y se dejan ver cronológicamente, con sus insistencias, sus ritornellos, sus bifurcaciones y, también, sus desapariciones.
Albertina Carri es hija de desaparecidos y en las piezas de su obra ha reflexionado muchas veces sobre la relación entre cuerpos e imágenes que caen en desaparición (Restos, de 2010, hablaba de eso, y es también el tema de Cuatreros y de Operación fracaso y el sonido recobrado).
Pero hay una pieza que brilla por su ausencia: es la instalación Partes de lengua, fechada en 2011, hecha para el Museo de la Lengua bajo la gestión de María Pía López, pero que nunca pudo verse. El resumen, centrado en una interrogación sobre la “lengua materna” y el “milagro de lo común”, se detiene en la descripción del complejo dispositivo de exhibición: “La sala. Los dioramas. Pantalla principal”: superficies espejadas (policarbonato negro en las paredes, una tela negra laqueada en el techo).
¿Habrá sido por esa complejidad que el Museo de la Lengua nunca llegó a habilitar esa sala? Consultada por este medio Carri dice que no, que ella vio la sala terminada.
Un misterio que el Museo de la Lengua guarda celosamente y que, en algún momento, debería develarse. La lengua no es sólo asunto de instituciones estatales sino de la sociedad civil.