Daniel Scioli enfrenta un nuevo problema. Las cosas entre Miguel Bein, su principal asesor económico, y Axel Kicillof no van bien. El distanciamiento se ha generado a partir de tres factores: uno técnico, uno personal y uno político. La resultante de esa ecuación le traerá al Gobernador más de un dolor de cabeza.
Técnicamente molestó a Kicillof que Bein, presentándose públicamente como asesor de Scioli, apareciera planteando abiertamente ante los empresarios la necesidad de negociar con los holdouts. La propuesta que más se difundió consiste en ofrecerles una quita en el capital que orillaría el 30%. De ser así, esto representaría, lisa y llanamente, una contradicción con el “relato K”, que señala a los buitres como los culpables de todos los males sufridos por el país, razón por la cual la Presidenta ha decidido no pagarles un centavo. Sobre eso, y con una cierta dosis de maldad, se movieron los encargados de llevar y traer chismes políticos.
Ese correveidile no hizo más que agrandar el encono del titular de la cartera de Economía hacia el asesor del precandidato presidencial, haciendo que las diferencias técnicas derivaran en una cuestión de tipo personal. A los oídos del hoy poderoso ministro llegaron las críticas que Bein le hace en privado ante cuanto auditorio se sienta a escucharlo. El hombre de consulta del gobernador es durísimo con Kicillof y con quienes, como algunos empresarios que quisieron congraciarse con él pensando en recibir algún beneficio a cambio, le fueron con el cuento que le expusieron con puntos y comas. En varias de sus últimas apariciones públicas el ministro, pues, no se privó de expresar reproches dirigidos al Estudio Bein. Por citar un ejemplo, en el anuncio sobre la baja limitada en el impuesto a las ganancias que presentó a principios de mayo, Kicillof responsabilizó a Miguel Bein de reformular el mínimo no imponible en el año 2000 “para abarcar a más contribuyentes”.
Como decíamos, hay también un tercer factor que enfrenta al ministro con el asesor económico del gobernador: el político. Se le ha escuchado decir a Axel que él será un fusible útil al modelo y que su destino estará atado a los deseos de la Presidenta. Lo cierto es que se siente cómodo en la cartera económica, y en su entorno aseguran que le gustaría seguir allí en un eventual gobierno kirchnerista. Ve a Bein como un rival o un competidor, mientras que los allegados al asesor de Scioli aseguran que no tiene la más mínima intención de ocupar ese ministerio.
Una cosa es cierta: Scioli kirchneriza su discurso cada vez más. Es lo que le han recomendado sus asesores sobre la base de las encuestas. Scioli tiene hoy chances ciertas de ser el próximo presidente. Las internas, los celos y las disputas a su alrededor, alternativas que hoy le preocupan poco y le interesan menos, seguirán a la orden del día. “Lo único que me interesa es ser presidente. De ahí para abajo, que el Gobierno haga lo que quiera”, se le ha escuchado.
Cerrado. El que se afirma en su postura de cerrarle todos los caminos de un acuerdo a Sergio Massa es Mauricio Macri. Lo sucedido en el Chaco el domingo pasado en la PASO para la elección de las autoridades provinciales, más lo que muestran las encuestas acerca de los futuros comicios para gobernador en Córdoba, parecen darle la razón. “Muchos de los que van a votar a Juan Schiaretti –que va a ganar– lo votarán a Mauricio en octubre”, señala una voz de la cercanía del jefe de Gobierno porteño para sostener la determinación –hasta ahora firme– de cerrarle la puerta a la iniciativa de Sergio Massa de ir a una interna de toda la oposición en las PASO de agosto. Uno de los que fogonean con mayor convicción esa decisión es el secretario general del gobierno de la Ciudad, Marcos Peña. Peña fue uno de los que le insistieron a Macri para que brindase un apoyo franco a Horacio Rodríguez Larreta en su disputa contra Gabriela Michetti; y no se quedó allí: también vaticinó el triunfo de Rodríguez Larreta por diez puntos.
En toda esta ensalada hay también un factor personal. La relación entre Macri y Massa no es buena, y la que hay entre Macri y De Narváez es peor. A propósito de De Narváez: la brutal golpiza que le propinó a Casalongue es repudiable. La legítima defensa del honor jamás puede ser aceptada ni justificada como causa para ello.
En el Frente Renovador sólo se respira frustración. Massa ha reconocido ya que su sueño presidencial está liquidado. Se vive allí adentro un aire de sálvese quien pueda que no para. El número de tránsfugas que huyen hacia el FpV aumenta. “La única manera de frenar esa salida es con una gran PASO de la oposición”, repiten una y otra vez desde el massismo. De hecho, sustentan esa postura en las últimas encuestas, recibidas el viernes pasado, que le dan 39% a Scioli, 30% a Macri y 20% a Massa. Si se proyecta esa tendencia y el massismo sigue perdiendo dirigentes, Scioli aumentará considerablemente las posibilidades de ganar en primera vuelta. En el massismo saben que Macri maneja los mismos números y la misma preocupación, razón por la cual es el propio Massa el que salió a pedir públicamente esa gran PASO. Y un dato clave: una de las barreras para el acuerdo era Elisa Carrió, que repetía una y otra vez que su límite era Massa. Sin embargo, el viernes sostuvo en una entrevista que “de ella no depende” el acuerdo entre Macri y Massa, dichos que algunos massistas leyeron como un guiño fundamental para destrabar el acuerdo.
“Sergio se la creyó”, señala con cierta congoja alguien que supo ser un operador clave en el armado político que llevó al ex intendente de Tigre a lograr las resonantes victorias que lo transformaron en el candidato más votado en las elecciones legislativas de octubre de 2013. Es lo mismo que les sucedió a Macri, a Felipe Solá y a De Narváez luego de la notable victoria electoral que obtuvieron en las elecciones de 2009 en las que, en la provincia de Buenos Aires, derrotaron a un tanque del kirchnerismo encabezado por Kirchner, Scioli y Massa.
Todo esto no hace más que envalentonar al oficialismo y, en especial, a la Presidenta. En el acto del 25 de Mayo, ante una plaza desbordada de gente donde las banderas argentinas fueron reemplazadas por las banderas de La Cámpora y otras agrupaciones afines al kirchnerismo oficialismo, Cristina Fernández de Kirchner dejó en claro cuánto le duele abandonar el gobierno y cuánto hará para conservar la mayor cuota de poder posible después del 10 de diciembre. ¿Habrán tomado nota de ello y sus consecuencias quienes aspiran a sucederla?
Producción periodística: Guido Baistrocchi, con la contribución de Santiago Serra.