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conchabos

Otra caricia significativa

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| Cedoc

Hay que insistir: no estamos en guerra. Pero quieren que lo parezca. ¿De las crisis se sale solo fortalecido? No. También en ellas se cuece a fuego rápido la estupidez. El descrédito de la educación, de las artes y de la filosofía es la mano blanda de este pasaje hacia un fascismo de preguerra.

Se publicó en La Nación una nota de color sugiriendo trabajos no tan obvios para reinventarse y salir a flote. Es una idea de guerra: que el emprendedor lo puede casi todo. Un conchabo recomendado era el de traductor. Después de todo, para traducir “solo hace falta saber el idioma”. Perece una invocación a desesperados habitués de vuelos a Miami, donde probablemente ni siquiera se hable inglés; no lo sé porque no he ido, pero verifico que estudiar es muy despreciado por el nuevo sentido común que nos hacen mamar. La AATI pidió que el autor se retractara pero la columna fue replicada por otros y el daño ya estaba un poco hecho. 

Daño leve, puede ser, pero que lima conciencias: facilita la idea de que traducir (una operación compleja, sensible y profesional) puede parecerse a hacer cerveza artesanal, otra forma rubia y neoliberal de reinventarse. La AATI escribió una proclama, a la que me sumo, en la esperanza de que así como aquel comentario pavote halló espacio y difusión, esta otra aclaración profesional también lo haría. No sucedió: la carta circula más bien entre nosotros, traductores algo lastimados que ya estamos pensando más en la cerveza al fruto rojo que en la literatura o los manuales para lavarropas, que de todos modos nadie lee jamás en ningún idioma.

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