COLUMNISTAS
EL DiA E

Palabras son amores

El Instituto Cervantes inventó el Día del Español, para los amigos Día E. No es el Día del Idioma, que ya existía. El Día del Idioma es el 23 de abril, aniversario de la muerte de Cervantes, que también es el Día Internacional del Libro, pero el Instituto, con intención menos solemne y (¿por qué no decirlo?) más marquetinera, prefirió elegir otra fecha, el sábado más cercano al solsticio de verano.

default
default | Cedoc

El Instituto Cervantes inventó el Día del Español, para los amigos Día E. No es el Día del Idioma, que ya existía. El Día del Idioma es el 23 de abril, aniversario de la muerte de Cervantes, que también es el Día Internacional del Libro, pero el Instituto, con intención menos solemne y (¿por qué no decirlo?) más marquetinera, prefirió elegir otra fecha, el sábado más cercano al solsticio de verano. El verano español, claro, pero como el Cervantes es un instituto español, no podemos negarle ese derecho. Se celebró por primera vez en 2009, el 20 de junio, y este año será el próximo 19.

Entre las distintas actividades que se han organizado, tal vez la más exitosa sea la elección de la palabra favorita. Se vota en Internet (eldiae.es) y el 19 se conocerá el resultado. Cuando se pregunta a las personas cuál es su palabra favorita, hay quien elige por el significado, lo cual no está mal, ya que el significado es parte del signo. Aparecen entonces las inevitables amor y paz, o la milanesa que votaron los niños de Rosario cuando se realizó en esa ciudad el Congreso de la Lengua.
Otros toman en cuenta también el sonido. Sería imposible para mí quedarme con una. ¿Quién podría decidirse entre alhucema, ministril, tejeringo, malasombra, higadilla, alumbrar, mollete, pintiparado, trasconejarse, abril, desportillar, peripuesto, candil, menester, seguidilla, alcachofa, zarrapastroso o zaparrastroso, correhuela, almorrana, matalahúva, gazpachuelo, desliz, ancilar, alverjilla, latiniparla, churrigueresco, tiquismiquis, escaramujo, urogallo, peliagudo, altramuz, saltimbanqui, melindroso, cuenco, alcuza, barrigón, mochuelo, tresbolillo, borrico, corito, ululato, pelmazo, habichuela, palabreja, marisabidilla, boquerón, ajonjolí, rimbombante y tantísimas otras con las que nos deleita nuestra lengua?
Pero hay un criterio que pocos aplican: considerar cómo está construida la palabra. Hay un tipo de compuestos en español, y también en las otras lenguas romances, que son los sustantivos formados con verbos, especialmente los constituidos por verbo más objeto directo.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Algunos de estos sustantivos designan máquinas, aparatos, dispositivos, instrumentos, productos que se usan para causar un efecto en una cosa. Estas palabras no son especialmente bellas, pero son muy claras. No es necesario haberlas oído antes para comprenderlas. Si un argentino o uruguayo llama lavarropa al artefacto que otros llaman lavadora, los que lo llaman lavadora lo entenderán perfectamente. Y convengamos en que lavarropa es más preciso. Este tipo de palabras tiene la ventaja de que es productivo: siguiendo la misma regla, pueden crearse palabras nuevas con la seguridad de que son legítimas y serán comprendidas. Algo nada desdeñable, considerando que todos los días se inventan productos a los que hay que dar nombre, y los inventores y fabricantes tienen interés en que los consumidores aprendan inmediatamente de qué se trata.
Otros compuestos del mismo tipo designan personas. Que en España digan limpiabotas y en muchos países americanos digamos lustrabotas no hace diferencia: todos lo entendemos. Pero no todas estas palabras pueden tomarse en sentido literal y en muchos casos no basta con conocer el significado de sus elementos constitutivos para comprenderlas.

Estas últimas son palabras del lenguaje familiar y tienen gran fuerza expresiva. Un papanatas no es un niño que come la papilla, sino un individuo bobalicón, que se traga cualquier cosa que le digan, sin masticarla. Y además, posiblemente ande con la boca abierta y entonces será un papamoscas. Un quitamotas podría ser el aparatito que se pasa por la ropa para quitar las motas que se han pegado, pero en España es una persona aduladora y servil, como el que, cuando ve que el jefe tiene una hilacha en el traje, se apresura a quitarla. Mucho más delicado y sutil que nuestro chupamedias.
Y rascatripas, sacamuelas, matasanos, picapleitos, pintamonas, chupacirios, cagatinta, lamebotas, destripaterrones, rompecorazones, cazafortunas… Y trotaconventos. O, mejor, con inicial mayúscula, la Trotaconventos, el delicioso apodo que convirtió al tipo de la vieja alcahueta en todo un personaje del Libro de buen amor, de Juan Ruiz, arcipreste de Hita, y la preparó para levantar vuelo como la inmortal madre Celestina.

*Profesora en letras y periodista ([email protected]).