Notaron que nadie, nunca pide “perdón”? Todo lo que admiten es que “falta”, pero la mención se hace en un sentido positivo: “Falta, por eso quiero seguir, votame”. Nada de qué arrepentirse, nada de qué disculparse. Anuncio por cadena, promesa, foto con sonrisa y allá vamos, a triunfar. Los méritos son de nosotros, los muertitos son ajenos.
“Grave error”, dijo Felisa Miceli. “Arrepentida”, lloró y todo, después se sintió “aliviada”. Por qué iba a ir presa, se preguntó, si “a otros los dejan en libertad sin ningún problema. (...) En mi caso eran 100 mil pesos...”. ¿¡Peeerrddooón!? Dos cositas, Felicitas. Una, eras ministra de Economía (de Néstor) y seguís en libertad. Al menos un “perdón, argentos, me la embolsé sola”. Otra, te olvidaste de mencionar los dólares, 31 mil, cabeza de chorlito.
Cromañón fue Ibarra, a quien también, años más tarde –¿recuerdan la nota de Telenoche?–, escucharon pedir que “no manden más gente” para saludarlo como si fueran transeúntes ocasionales y no tipos pagados. Es decir que, por lo bajo, carga con la responsabilidad política de 194 pibes muertos y mentiras públicas probadas. Y ahí está, cruel en el cartel. Se postula nuevamente para cazar un puestito y seguir viviendo de la guita pública. ¡Ibarra! ¿¡Peeeerrdoón!?
Después de 12 –d-o-c-e– años en el poder, con el Congreso sometido a voluntad, el control feudal y fiscal de las provincias, los candidatos del Gobierno se remiten a dos palabras, “modelo” y “proyecto”. ¿¡Peeeerrrdoón!? ¿De qué “modelo” se habla en un país con el mayor ingreso de su historia por exportación de alimentos que, a la vez, se niega a reconocer la pobreza acumulada y los cientos de pibes desnutridos que mueren día a día, cuerpo a cuerpo?
Se dirá que, por eso, quieren continuar con el “proyecto”. Si los Kirchner fueron tan capaces de proyectar, construir y administrar una inmensa fortuna para sí mismos en poco más de veinte años de ser sólo empleados públicos, ¿cómo es que no han podido crear en tanto tiempo un sistema que ofrezca educación, trabajo, salud y comida a quienes más lo necesitan? Repartir las sobras en planes miserables mientras se le dan dos millones de dólares diarios a Mariano Recalde para que gaste en el peor servicio de la historia de Aerolíneas y en su campaña electoral, sostener el fútbol, el aparato de propaganda y a los militantes humilla, indigna.
Pero ahí están. Arrogantes, insultantes, ofensivos. Aníbal Fernández, salido del baúl del menemismo, del duhaldismo, llegó a todos los cargos colgado del nombre de otro y nunca se consideró responsable de nada. Cuando los curas villeros denunciaron el consumo de drogas, le reprochó a uno de ellos, que había sido amenazado de muerte: “Y, ¿qué quiere? Se metió con los narcos”. ¿¡Peeerrddoón!? Cromañón, 194, más 52 en Once, más 89 en las inundaciones de La Plata. Más los que cada día mueren por lo que no hacen, más los que cada día agonizan por lo que hacen. ¿Y ni siquiera un “perdón,” o un “en una de ésas me equivoqué”?
Hay una palabra –“futuro”– común a todos. Funciona casi como una cábala, un conjuro contra la malaria del presente. El futuro conlleva la esperanza del “aguanten, vengo yo”, del “mañana será otro día”, del “Dios proveerá”. El futuro no tiene culpas, ni reversa ni manchas. Quizás, sí, algunos miedos apocalípticos, pero nada cercano a los miedos de todos los días.
Si se dice “futuro”, no se habla del “pasado” y el olor. Vendemos YPF (Menem-Kirchner), compramos YPF. Vendemos Aerolíneas, compramos Aerolíneas. Nos persigue Stiuso, perseguimos a Stiuso. Y así. Cometas de ida y vuelta. Unos se la llevan, la mayoría paga con la vida que lleva. Revisar, informar, criticar, investigar. Sólo con justicia y castigo se reparan los errores/horrores. Si no reconocen lo que hicieron en el pasado, no hay olvido. Si no dicen, piden, en voz alta y clara “perdón”, no hay perdón ni voto. Nuestra pintada en la pared reclama: “Ni olvido ni perdón”.
*Periodista.