Tras armarse un sistema judicial a su talla, el gobernador Gerardo Morales no tardó nada en mandar encarcelar, sin pruebas, a quien más hizo en la última década por los pobres del NOA: la dirigente social negra, india, mujer y kirchnerista Milagro Sala. Su encierro ya despertó un repudio amplio y plural en todo el mundo. Sin embargo, Macri y el radical jujeño demuestran que para ellos el Estado de derecho es una prioridad muy por debajo de sus ambiciones económicas y políticas.
La obra de Milagro es de tal volumen que Morales y sus legitimadores se aferran a difamaciones y falsos ejemplos para evitar que trascienda la colosal transformación impulsada por ella y la Túpac Amaru. Buscan legitimar la condena sin juicio hacia la dirigente que pasó de ser una beba abandonada en una caja de cartón a luchar y conquistar derechos para los más pobres de los pobres. Pero el verso macrista se descascara frente a quien analice lo hecho y las acusaciones y observe la estrategia persecutoria global del oficialismo. Milagro es, posiblemente, el testimonio más claro de la cacería política desplegada por el gobierno nacional.
La crisis económica de las mayorías populares y la ampliación de privilegios de las minorías se corresponden con un deterioro acelerado de la calidad democrática. Varios despachos de la Casa Rosada son ocupados por ex integrantes de empresas que ahora se favorecen con acciones estatales; los escándalos de corrupción, tráfico de influencias o evasión son escondidos por los grandes medios, que obtienen a cambio oportunidades de concentración y enriquecimiento en desmedro del pluralismo y la libertad de expresión; la “Justicia” ocupada en perseguir a CFK y kirchneristas se hace la ciega ante los favores oficiales a Calcaterra o Caputo y se inclina ante los brotes verdes de sociedades y cuentas offshore del clan Macri; la billetera estatal engrosa presupuestos de estados macristas mientras se agita impúdica en la cara de gobernantes, sindicalistas y legisladores de otras fuerzas, exigiendo avales para el ajuste y el rechazo a cualquier iniciativa que apunte a niveles de vida digna para el pueblo. La maquinaria difamatoria se acelera en los despachos del partido judicial y se excita en los títulos de TN, América o La Nación.
A poco de llegar, Macri demolió con DNUs la Ley de servicios de comunicación audiovisual. No fue raro: un país para pocos necesita también poca palabra y pocas voces; porque la democratización de los medios atenta contra la propaganda falaz que utiliza el régimen para consagrarse.La persecución hacia Cristina tiene un doble propósito: disimular la corrupción y el ajuste macrista e inhabilitar a la líder del proyecto nacional para futuras elecciones. Su vigencia, su arraigo popular y su potencia transformadora son las peores amenazas para las élites gobernantes.
Néstor y Cristina demostraron que hay una alternativa clara de desarrollo con crecimiento e inclusión; de integración regional, con mejor inserción en un mercado mundial complejo y desigual. Ese modelo no es una utopía lejana o el recuerdo de algo que ocurrió hace 50 años, como lo era a principios de siglo la evocación de la pujante Argentina peronista. Ese proyecto germinó con éxito en nuestro país y en el continente hace poco más de una década; y, lejos de haberse agotado, estaba en pleno crecimiento cuando fue asfixiado por minorías buitre que tomaron el control del Estado en Argentina o en Brasil, como intentan hacerlo en toda Latinoamérica.
Por eso, persiguen a Cristina o encarcelan a Milagro. Porque el kirchnerismo se ha vuelto, parafraseando a Cooke, el nuevo hecho maldito del país burgués, y como tal debe ser encerrado, proscripto, desaparecido. En la Argentina actual, la movilidad social es descendente para los sectores populares y ascendente para las minorías más ricas. En sus palabras, el pueblo se había mal acostumbrado a comer barato, salir de vacaciones, usar la estufa o comprar un celular. Para que nos resignemos a esa grieta de desigualdad deben aniquilar alternativas y escarmentar con la represión y la cárcel a quienes demostraron que un país de derechos para todos y todas es posible.
Es su proyecto. Pero no van a lograrlo; porque el pueblo argentino tiene una gran historia en defensa de sus derechos.
*Dirigente kirchnerista, Nuevo Encuentro.