Apareció la quinta carta abierta. Esta vez elude la expresión “destituyente”. En 3.800 palabras se emplea sólo una vez la expresión “peronista”, y es para censurar la llamada “pata peronista” del PRO. Tampoco se emplea “peronismo” ni el nombre del finado Perón. El apellido Kirchner sólo aparece para reprobar la “salida ordenada” que auspiciaría el proyecto del “cáustico sojero” Reutemann. No aparecen las irritantes palabras “Néstor”, “Cristina”, ”De Vido” y “Calafate”. A la pareja de Olivos le disgustará la omisión de “comicios”, “elecciones” y “Frente para la Victoria”, tal como a otros la ausencia de “democracia”, tan citada en las jergas de ingenuos y políticos mentirosos. Para mí fue un alivio la exclusión de esa palabreja en este documento presentado el día de la muerte del “gran demócrata” Alfonsín, que justo coincidió con la noticia –gracias Link por difundirla– del triunfo del Partido Obrero en los comicios de la FUBA. Otro alivio es el estilo del documento, que por una vez eligió la transparencia: en esta quinta emisión se entiende todo lo que intentaron decir, las frases son más concisas, los conceptos más precisos y la divagación menos frecuente. Del viejo estilo Biblioteca Nacional sólo conserva la máquina generadora de metáforas y floripondios. De las veinte figuras que titilan el texto transcribo algunas al azar: “fanfarria de restauración”, “población estremecida por los planos de una crisis civilizatoria”, “drásticos patrullajes del Nasdaq”, “hirientes esquirlas que recibe el gobierno”, “nudos asfixiantes de la historia”, “agresión de nigromantes y hechiceros”, “derecha agromediática”, “la oposición con sus antenas y tentáculos parados”. El colectivo, que como siempre define sus posiciones en política un poco a la izquierda, y, en sus presunciones de perspicacia y vuelo intelectual, cuatro pisos por encima del bloque K, parece ofertarse a un futuro frente anticonservador que convoque “a los compañeros de las izquierdas, de las corrientes nacional-populares, de los libertarismos, de los autonomismos y de los socialismos”. A la Presi le reprochan su veto a la ley de los glaciares. De su gobierno señalan “deficiencias”: “estilos rígidos”, “escasa renovación de sus sostenes”, “chato horizonte de conveniencias sectoriales”, “cercanía con Aldo Rico”, y sus alianzas con un “confeso ladrón” y con “personajes sin moral y sin conciencia”. Para el programa con el que debe enfrentar “las rutinas electorales con su desfile de espantajos”, señalan vaguedades como la de “profundizar los cambios” y “considerar la seguridad sin reduccionismos represivos”, y subordinar todo a la lucha contra “la restauración conservadora”.