A lo largo de muchos años, la ciudad de Buenos Aires, y más específicamente una cuadra en particular de su elegante avenida Callao, fue sede mundial de la simbolización del conflicto ideológico de la época. Una misma sigla, PC, se desdoblaba en planta baja y primer piso, dispuestas en singularísima tensión, montadas en singularísimo contraste. Arriba, PC, un local del Partido Comunista, debidamente ornado con la hoz y el martillo, grafema de la revolución proletaria; abajo, justo abajo, PC, un local de Pierre Cardin, con sus letras elegantes y curvas, quintaesencia del consumismo suntuario burgués.
Los sueños del primer piso: hermosos pero traicionados (traicionados: pero hermosos). Los sueños de la planta baja: mezquinos pero garantizados. Nunca me atreví, y me arrepiento, a entrar para examinar en detalle medianeras o pisos flotantes, sobretechos o revestimientos: las formas concretas, estrictamente materiales, de la escisión entre el lugar en que se ambicionaba equidad social y el lugar en que la desigualdad social se aprovechaba y se resolvía en lujo.
Me lo perdí, y ahora ese mismo conflicto acaba de trasladarse nada menos que a la Plaza Roja de Moscú (que tan lejos nos queda). Allí, como se sabe, se emplaza el mausoleo de Vladimir Illich Lenin: inmenso cofre marmóreo y negro, que contiene en sí otro cofre, vidriado y luminoso, en el que a su vez se guarda otro cofre: el propio cuerpo de uno de los dos líderes de la revolución de 1917. Pues bien, justo ahí, es decir, a pocos metros, y a raíz de una muestra glamorosa, Louis Vuitton ha instalado una inmensa caja de 9 m x 30 m, versión agigantada y mimética de una de sus conocidas y tan onerosas carteras.
La polémica, como era de prever, se instaló de inmediato. Pero no, según se expresó en los medios, entre los “nostálgicos” del comunismo y los paladines de la moda, no entre los que añoran el pasado (la tradición) y los que adoran el presente (la novedad). Más bien, en todo caso, entre los deseosos de comunismo y los acomodados en lo caro, es decir, entre los deseosos de un futuro distinto y los que apuestan a que este presente perdure inmodificado.
Las siglas ya no hacen eco, como en Callao: PC/PC. Ahora se invierten: VL/LV, Vladimir Lenin/Louis Vuitton. Que cada cual se pregunte y se responda hacia dónde dirigiría sus pasos si, en estos días, imaginariamente, lo soltaran en la Plaza Roja librado a su voluntad.