El relato bíblico sobre la Torre de Babel cuenta que todos los habitantes de la región de Senaar hablaban la misma lengua. Dios o Jehová, al ver que ellos querían edificar hasta el cielo para perpetuar su nombre, sinónimo de las ambiciones humanas, diversificó su lengua; y como maldición divina, los dispersó por el mundo. Esa diversidad, como parte de un castigo, ¿es la que hoy aspira a unificar la Real Academia Española (RAE), al menos para nosotros, los hispanohablantes?
Ya Gabriel García Márquez en su discurso en 1997 Zacatecas (México) propuso “unir lo que Dios había separado”: “Enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y la jota, pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?”.
Lucila Castro, profesora de Letras y periodista, explica que en toda lengua real hay diversidad. Es inevitable. Más en una lengua como el español, que hablan más de 450 millones de personas en diferentes lugares del mundo. Hasta el esperanto, esa lengua común para toda la humanidad que soñó el polaco Lázaro Zamenhof en 1887 –y que no es lengua oficial en ningún país– no pasaría mucho tiempo sin tener variedades si se hablara efectivamente. “Sólo una lengua que no es hablada puede evitar la diversidad”, dice Castro.
Con respecto a las modificaciones en la escritura, supresiones de tildes y otros aspectos que se trataron en la Comisión Interacadémica de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrada en San Millán de la Cogolla (La Rioja. España) a principio de este mes, Lucila Castro aclara que son cambios en la ortografía, no en la lengua. “He leído que la gente dice que los españoles quieren seguir siendo imperialistas en cuestiones del lenguaje y nos quieren imponer algo. Lo único que nos pueden imponer es la ortografía”, dice.
Ana María Marcovecchio, profesora de Teoría y Práctica Gramatical de la carrera de Letras de la Universidad Católica Argentina (UCA), destaca como “fundamental” mantener la unidad ortográfica como uno de los sustentos de la unidad lingüística. “Una ortografía común es clave para asegurar la inteligibilidad entre las distintas variedades de español”, dice. Marcovecchio explica que el trabajo de las Academias consiste en fijar las normas de uso. Esto implica que, ante todo, deben registrar los usos vigentes y, a partir de ellos, establecer el conjunto de normas. Por lo tanto, el uso brinda legitimidad a las normas. Pero también al aplicarse en el empleo de la lengua, las normas afectan el uso.
Las modificaciones que va estableciendo la RAE tienen el propósito de simplificar las reglas (de ahí que se esté intentando que haya una única denominación para cada letra), evitar la tildación en casos especiales y limitar la posibilidad de incoherencias internas en el sistema de normas (que se use “k” para “Irak” y no “q” (“Iraq”), grafema que siempre se escribe seguido de “u”).
¿Cambios? El borrador de la nueva edición de Ortografía de la lengua española se tratará a fin de este mes en la Feria del Libro en Guadajara (México), para ya en 2011 implantarse en las escuelas. Algunas sugerencias que conforman estas 800 páginas son las siguientes:
u El alfabeto, que tiene 29 letras, pasaría a tener 27, suprimiéndose formalmente la “ch” y la “ll” por ser consideradas dígrafos (signos ortográficos de dos letras). El presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, explica que, hasta 1803, no existían como letras independientes, y se las incorpora entonces en los diccionarios con sección propia. En 1994 se las sitúa en el seno de la “c” y de la “ll” .
u Se suprimiría la tilde en palabras monosílabas con diptongo, como ya era ley general, en las que se usaba sin razón, como en guion, hui, riais, Sion, truhan, fie.
u Se dejará de tildar los pronombres demostrativos como este, esta. Tildarlos será falta de ortografía. En cuanto al adverbio solo (por solamente), va inacentuado siempre, salvo en caso de ambigüedad, en que será decisión del usuario. También se suprime la tilde en la conjunción “o” entre números (por ejemplo: 8 ó 9).
u Se eliminan las mayúsculas de los términos genéricos que se anteponen a los nombres propios, como golfo de México. Ex y pro se incorporan al resto de los prefijos y se unirán a una palabra: exmarido, o proamericano; sólo irán separados cuando afecten a bases léxicas compuestas (ex capitán general, pro derechos humanos).
u Para recuperar la coherencia: cuando se escriben palabras en lenguas extranjeras, sea inglés o latín, se usará siempre cursiva itálica o bastardilla, desterrando los usos en redonda.
u Desde la Argentina, se recomendó suprimir la doble vocal en contraalmirante, reelegir o contraataque. Veremos si es aceptado.
u La q se sustituye por k: Iraq, Irak; o por c: Qatar, Catar; quórum, cuórum.
u La letra que llamábamos “i griega” debe denominarse “ye” y la “ch”, “che”. Esto data de 1999.
Lucila Castro considera que lo que se presenta como novedades no son tales, como en el caso de los demostrativos y de no tildar a “sólo”. “Esa regla tiene cincuenta años. Si nadie lo enseña nadie lo va a aplicar. ¿Cuánta gente dejó de agregarle tilde a fue, fui, o vio, que es del año 1952. Lo triste es que hay gente que nació después de esa nueva regla y los tilda porque se lo enseñaron así.” México se sigue oponiendo a la regla.
Confusión. Pedro Luis Barcia aclara a PERFIL un malentendido que se informó con respecto a los nombres de las letras “b”, “v” y “w” y a la disposición de llamarlas “be” y dejar de decirles “be larga” o “be alta” (Colombia); y “uve” en vez de “ve corta” y “ve baja” para la “v”; y “uve doble” a la “w”. Al parecer, desde España se lo comunicó confusamente como una decisión tomada. No hay tal. El presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española, Víctor García de la Concha, frente al reclamo por nota de la Academia Argentina, le aclaró a Barcia que la decisión era aconsejar, sugerir, la búsqueda de una misma forma designativa para todas las letras. La propuesta de “uve” –uso español– tenía fuerza pues los representantes de México, Cuba y Chile informaron que así se enseña en sus países. “En nuestro país esa recomendación ha recibido un rechazo fuerte, desde la enseñanza. Es anormal a un uso centenario. Mantendremos la designación de ‘be corta’ y ‘be larga’, ‘ve’ y ‘doble ve’, con variedad e independencia designativa”, dice Barcia.