Cadetes y oficiales de la Policía local, juráis a la Patria seguir constantemente su bandera y defenderla hasta perder la vida?” (https://www.youtube.com/watch?v=ZYTXSc19y-g). Estas fueron las palabras que usó el gobernador Scioli, en junio de 2015, para tomar juramento a los 19 mil flamantes agentes de la Policía local en un predio en el partido de Ezeiza. Estas son también las palabras del nuevo spot publicitario del candidato a la presidencia por el FpV.
Las imágenes son impactantes, pero las palabras elegidas lo son más aún. Scioli piensa a la seguridad con las matemáticas, es una cuestión de números (más patrulleros, más armas, más policías, más cárceles, más…), y algo que entra por los ojos. Si la opinión pública es crédula, se dejan guiar por lo que sienten y ven antes que por lo que piensan, la seguridad es una puesta en escena, otro espectáculo. Las imágenes que sobrevuelan el predio, que nos retrotraen a otras estampas marciales, de otras épocas y latitudes, son degradantes para cualquier democracia si se las equipara. Ahora, las frases que elige para tomarles juramento son más impactantes y por dos razones concretas.
Primero porque confirma que Scioli sigue pensando a la seguridad desde el viejo paradigma de la seguridad pública. La diferencia entre la seguridad pública y la seguridad ciudadana y democrática es la diferencia entre defender el orden público o cuidar a los ciudadanos en el ejercicio de sus derechos. En una democracia no se trata de imponer un orden sino de contribuir a gestionar las conflictividades sociales. Los policías no son guardianes del orden sino defensores de los derechos de los ciudadanos.
Además, porque tiende a confundir la seguridad pública con la seguridad nacional, una categoría que nos retrotrae unas cuantas décadas. No nos parece que el delito predatorio (el robo o hurto de un celular, una cartera, etc.) o las incivilidades, esto es, los estilos de vida o pautas de comportamiento referenciados por la vecinocracia como productores de miedo (a saber: fumarse un porro en la plaza, pintar un grafiti, mear en la vía pública, romper un escaparate, escuchar música a alto volumen, hacer ruido con las motitos, etc.) puedan poner en riesgo a la Patria. Poner a la Patria en el medio de todo esto es una sobreactuación difícilmente de tomar en serio, salvo que pensemos que estemos al borde de una guerra civil.
Segundo, porque Scioli confunde las tareas de las policías y los militares. Una cosa es defender la Patria y otra muy distinta los derechos y libertades de los ciudadanos. Cuando el otro candidato a la presidencia de la Nación, Sergio Massa, propone involucrar a los militares en la “lucha contra el narcotráfico”, tanto en las fronteras como en los barrios pobres, las palabras de Scioli nos hacen el mismo ruido. En la prevención del delito, no está en juego la Patria, sino la tranquilidad de las personas. Más allá de que esto sea pura fantasía, como hemos dicho en varias oportunidades, nos parece desproporcionado, que alimenta pasiones punitivas que, lejos de contribuir a resolver las contradicciones, genera malentendidos, recreando las condiciones para el aumento de la conflictividad social.
El spot publicitario, aparece a menos de una semana de que agentes de la Policía local balean a otro joven en un centro cultural en la ciudad de La Plata. Y decimos otro porque ya fueron varios en menos de tres meses. Por eso, las últimas palabras, (“…hasta perder la vida”) no deja de resultarnos inoportunas además de demagógicas.
*Docente e investigador de la UNQ.
Autor de Temor y control. La gestión de la inseguridad como forma de gobierno.
Miembro de la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional.