Por la revancha de la Resolución 125

La relación entre Poder y Buen Gobierno es un capítulo central de la teoría y la práctica políticas. ¿Qué es un Buen Gobierno? Alcanza para mantener el Poder, o ¿el Poder tiene reglas propias que nada tienen que ver con gobernar bien? En el fondo ésta es la discusión sobre los aspectos éticos de la política , cuestión que ha merecido varias toneladas de tinta (o bytes).

Las sociedades cada vez más complejas, informadas y conectadas ponen más limites a la separación entre Poder y Buen Gobierno y amplían la matriz de las consideraciones que hay que tener en cuenta para minimizar el desencanto, la bronca y el voto en contra.

Es lo que podemos llamar el efecto “carambola”: decisiones que se supone que impactan aquí, golpean allá y más allá, hasta convertirse en un efecto “pinball” que hace que todas las luces se prendan y los timbres piten.

Otros efectos “carambola” menos evidentes, son los que unen al presente con el futuro (el efecto intergeneracional), y el efecto de las relaciones con el afuera, que pueden determinar aislamientos y aun conflictos diplomáticos serios.

El matrimonio K ha demostrado una clara preferencia por las decisiones más relacionadas con el Poder que con el Buen Gobierno tanto con la Resolución 125 como con la estatización del sistema de pensiones, y una sociedad, alerta y comunicada, comienza a hacer funcionar el efecto “carambola” (que fue “pinball” con la 125). La gran cuestión a dilucidar es si esta decisión va a afectar su Poder como lo hizo con el campo.

Las “carambolas” de la estatización son , algunas , muy evidentes y otras aún poco claras; en especial aquellas que afectan los aspectos intergeneracionales: la agresión a la confianza institucional y la inexistencia de esquemas ordenados de canalización del ahorro, en un país que no se ha caracterizado precisamente por priorizar el futuro en sus decisiones se ha de pagar muy duro en financiamiento para necesidades públicas y privadas. Aun desde la lógica de Poder del matrimonio K, que insinúa una clara vocación de permanencia por varios períodos, esta agresión al futuro nos hace acordar a aquella metáfora de “escupir para arriba”. Pero bien sabemos que muchas veces la política es sólo un presente absoluto.

La segura reducción del financiamiento al consumo; el freno a cualquier inversión mayor por efecto desconfianza institucional son otra “carambola”, que se acelerara en un mundo en el que la crisis generalizada hace más dura que nunca la competencia por cualquier tipo de fondos. Cuando se rompen los aspectos intangibles de la confianza, no hay precio de regalo al que las inversiones sean viables.

Pero más allá de estas disquisiciones teóricas, ¿es una buena decisión desde el Poder? Va a otorgar un desahogo financiero importante; dará poder de veto a fideicomisos de obra pública que permitirán negociar con las provincias; generará infinitos directorios en empresas privadas para hacer política; permitirá intervenir en mercados y empresas díscolas, orientar inversiones, aumentar o reducir beneficios provisionales según se necesite, salvar empresas en problemas o apoyar inversiones, incentivar emisiones de papeles con mercado asegurado y mil etcéteras más. O sea , algo que parece acercarse al Poder Absoluto.

Salvo que- por esos imponderables de las decisiones humanas- cuestiones tan pedestres como el miedo a perder los ahorros o el hartazgo por la acumulación de Poder conviertan a la “carambola” en “pinball”.

El matrimonio K tiene una enorme posibilidad de juntar Poder con Buen Gobierno, transformando todos los graves defectos del sistema de capitalización en un modelo virtuoso. En las primeras semanas de la 125 perdió esa oportunidad….¿la recuperará ahora?


*Ex embajador en EE.UU.